¿Reencarnación o renacimiento? Lo que Buda no enseñó.

¿Se sorprenderían si les dijera que la reencarnación no es una enseñanza budista? Si es así, sorpréndanse, no lo es.

La reencarnación, normalmente se entiende como la transmigración después de la muerte de un alma a otro cuerpo. En el budismo no hay tal enseñanza. Una de las doctrinas fundamentales del budismo es anatta, no alma o no yo. No hay una esencia permanente de un «yo individual» que sobreviva a la muerte.

No obstante, los budistas hablan frecuentemente del renacimiento. Pero si no hay un alma o un yo permanente, ¿qué es lo que renace?

¿Qué es el Yo? 

El Buda enseñó que lo que pensamos que es nuestro «yo», nuestro ego, la conciencia-yo y personalidad, es una creación de los skandhas o agregados. Nuestros cuerpos, nuestras sensaciones emocionales, conceptualizaciones, ideas, creencias y conciencias, trabajan unidas para crear la ilusión de un yo distintivo y permanente. En cada momento, la ilusión del yo se renueva a sí mismo. No solamente nada se transfiere de una vida a otra, sino que nada se transfiere de un momento al próximo. Todos los fenómenos, incluyendo los seres, están en un estado constante de flujo, siempre cambiando, deviniendo y muriendo. Esta es una de las características de la existencia: anicca, la impermanencia.

¿Qué es renacer?

Según explica el maestro Walpola Rahula en su libro «Lo que el Buda enseñó», si entendemos que en esta vida podemos continuar sin una permanencia de un yo o un alma, ¿por qué no podemos entender que esas fuerzas que nos constituyen pueden continuar sin un yo o  alma luego que el cuerpo deja de funcionar? Las energías no mueren con el cuerpo sino continúan tomando otra figura o forma, que nosotros llamamos otra vida. Las energías físicas y mentales que constituyen el ser, tienen ellas mismas el poder de tomar una nueva forma.

Como no hay permanencia, una sustancia que no cambie, nada pasa de un momento a otro para que exista. Nacer y morir continúan constantemente sin interrupción, pero cambian en cada momento, dice el maestro zen John Daido Loori.

Los maestros nos dicen que «el yo» es una serie de momentos de pensamiento. Cada momento de pensamiento condiciona el próximo momento de pensamiento. Como esto no es fácil de comprender solamente con el intelecto, se enfatiza en la práctica de la meditación para comprender la íntima ilusión del yo.

Karma y renacimiento

La fuerza que propulsa esta continuidad es el karma, lo cual no significa destino (como suele ser interpretado por los occidentales) sino simplemente la acción y la reacción, la causa y el efecto. El budismo enseña que el karma significa «acción volitiva», cualquier pensamiento, palabra o acción condicionada por el deseo, el odio, la pasión o la ilusión crea karma. Cuando los efectos del karma se proyectan en pensamientos, palabras y acciones, el karma trae el renacimiento.

No hay duda que muchos budistas, orientales y occidentales, continúan creyendo en la reencarnación individual debido a su propia capacidad mental y espiritual para comprender. El Buda enseñó para la diversidad de personas y la interpretación literal de las parábolas o mitos pueden no hacer sentido a una mente moderna y por eso es tan importante discernir y diferenciar.

¿Cuál es el punto?

Las personas buscan una religión por las doctrinas que proveen respuestas simples a preguntas difíciles. El budismo no trabaja en esa forma. Simplemente creer en alguna doctrina acerca de la reencarnación o el renacimiento no tiene propósito. El budismo es una práctica que capacita para experimentar la ilusión o el engaño como ilusión o engaño, y la realidad como realidad.

El Buda enseñó que nuestra creencia ilusoria en el yo separado causa muchas frustraciones y pesar en la vida (dukka). Cuando la ilusión se experimenta como ilusión, nos liberamos.

Fuente: Extractado del artículo publicado por Barbara O´Brien para About Religion (http://buddhism.about.com/)

 

 

 

De la meditación y la revolución de la atención.

Poco a poco y casi con naturalidad, la meditación va ocupando un espacio como un técnica útil y sencilla para calmar la mente. Múltiples son los beneficios y por cierto las áreas del quehacer humano que mejoran con la práctica cotidiana, pero la meditación es mucho más que un método para bajar la ansiedad y la compulsión por «hacer y tener» derivada del estilo de vida moderno. Reducir la meditación a la sencillez del ejercicio de respirar, poner atención y observar los pensamientos es de una simplificación extrema que, aunque práctica en el orden funcional y psicológico, no le hace justicia a la riqueza de la tradición budista de la que proviene.

Alan Wallace, uno de los principales maestros budistas en Occidente, nos ha hecho un gran servicio destilando siglos de sabiduría práctica en el sendero de samatha. Tal como lo describe en su libro «La Revolución de la Atención», la práctica de samatha no requiere de la adscripción a ningún credo o ideología. Es, simplemente, una clave del equilibrio mental cuyos beneficios son accesibles a cualquiera que persevere.

LOS DIEZ NIVELES DEL DESARROLLO DE LA ATENCIÓN

El autor ha escogido el marco de los diez niveles descrito en el siglo octavo por el contemplativo hindú Kamalashila en su clásico “Estadios de la meditación”.

En un debate histórico Kamalashila defendió que la purificación de la mente requiere entrenamiento en tres cosas: ética, atención e insight contemplativo. El insight está muy bien pero sólo puede sostenerse en un alto grado de equilibrio mental el cual requiere de entrenamiento sistemático.

Los diez estadios son secuenciales. Empiezan con una mente que no puede enfocarse ni por unos pocos segundos y culmina en un estado de sublime estabilidad y claridad que puede ser sostenido durante horas.

La mayoría de la gente ganará mucha calidad de vida llegando al segundo nivel.  Para acceder al tercer nivel será necesario un compromiso mayor que un par de horas de meditación diaria en medio de una vida ajetreada y llena de responsabilidades. El resto de los niveles sólo son accesibles para personas que deciden dedicarse durante semanas o meses a una práctica rigurosa en un ambiente adecuado. Avanzar más allá del nivel cuatro requiere un compromiso vocacional que implica meses o años de dedicación exclusiva.

DOMINANDO LA RESPIRACIÓN

1.- ATENCIÓN DIRIGIDA

Aprender a dirigir la atención hacia un objeto al menos durante unos segundos en sesiones que pueden durar unos 24 minutos.

Se desarrolla gracias al PODER DE LA ESCUCHA. Escuchando las instrucciones o leyéndolas en un libro. El primer signo de progreso es darse cuenta de lo caótica que está la mente. En este estadio podemos encontrar: Déficit de atención, que se siente pasivamente (mente decaída, sin tono, hundida, poco clara, confusa); Hiperactividad, que se siente como activada desde dentro (excitada, agitada, inquieta, evasiva, preocupada); Obsesiva/Compulsiva, (repetitiva, rígida, inflexible, enganchada).

En este nivel se aprende que el cuerpo sabe respirar mejor que la mente, que la atención a la respiración equilibra el cuerpo y la mente, y que prevé o previene los desequilibrios entrantes. Cuando se sostiene la atención en la respiración durante unos segundos se ha completado el primer nivel.

2.- ATENCIÓN CONTINUA

El problema que encuentra la mayoría de la gente para mantener la atención es la excitación producida por aferrarse a deseos inadecuados lo que provoca insatisfacción, intranquilidad y ansiedad.

Cuando la excitación puede a la atención se pierde el objeto y a fuerza de perderlo se nos olvida. Cuando no se olvida del todo o podemos estar más de un minuto atentos a las sensaciones corporales se ha llegado al segundo nivel.

Este segundo nivel se desarrolla gracias al PODER DEL PENSAMIENTO. Cuando mantenemos el interés en la práctica entre las sesiones y el interés en el objeto durante las mismas estamos usando el poder del pensamiento.

La práctica debe conducirnos hacia la RELAJACIÓN, QUIETUD Y VIGILANCIA. Observando las sensaciones que produce la respiración en el cuerpo desde el vientre hasta el pecho. Respirando con el menos esfuerzo posible. Se focaliza la atención en las sensaciones de expansión y contracción del abdomen, y se observa la duración de las pausas.

Pensamientos no intencionados se suceden como una cascada en la mente. Para moderarlos se pueden contar respiraciones. Contar respiraciones es un recurso para no olvidar el objeto de observación que es la respiración pero no debe convertirse en el objeto de la meditación. Al principio de la inhalación se cuenta y se observa el resto de la inhalación activando la atención (para contrarrestar la laxitud) y el resto de la exhalación relajando la atención (para contrarrestar la excitación). MEDITACION ES EQUILIBRIO ENTRE ATENCION Y RELAJACION.

Una forma de cultivar la estabilidad de la atención es dirigirla a las sensaciones en el abdomen asociadas con la inhalación y la exhalación. En general, la atención plena al cuerpo entero resulta de gran ayuda para relajar la mente pero esta técnica de enfocar en el abdomen, típica del Theravada birmano puede ser especialmente eficaz.

La mayoría de las tradiciones budistas incluidas el Zen y el Theravada utilizan técnicas de contar respiraciones para estabilizar la atención. En “Camino de Purificación” se recomienda contar “uno, uno, uno” mientras dura la inhalación y “dos, dos, dos” hasta el final de la exhalación y, así hasta “diez”. En la medida en que se practica, inhalación y exhalación son claramente diferenciadas en la mente. Asanga recomienda señalar “uno” al final de la inhalación y “dos” al final de la exhalación y seguir hasta “diez”. En cualquier caso, el entrenamiento de la atención no busca que se detengan los pensamientos sino la relajación de cuerpo y mente, y la estabilidad de la atención en el objeto escogido.

Buddhadasa, el maestro tailandés, denomina “atención en la respiración” al ejercicio de atender a las sensaciones táctiles que produce entrando y saliendo en las fosas nasales. Se cultiva el darse cuenta, la atención pura, en la cual la mente está completamente focalizada en las impresiones sensoriales que aparecen momento a momento dejando de lado las reacciones a esos estímulos. Se trata de discriminar entre las sensaciones que provocan los movimientos respiratorios en el cuerpo y las imágenes o pensamientos que se producen sobre el propio cuerpo, los cuales son sobreimposiciones de la mente conceptual.

Si en alguna ocasión ha conducido un rato sin ser consciente de que lo estaba haciendo, es decir, pensando en otra cosa, o ha estado hablando con alguien sin darse cuenta de lo que le estaban diciendo, sabe lo que es un trastorno por déficit cognitivo. Si alguna vez ha “visto” algo que no estaba allí o “escuchado” algo que no ha sido dicho, sabe lo que es el trastorno de hiperactividad cognitiva. El entrenamiento de la atención remedia este tipo de desequilibrios cognitivos que constituyen el síntoma de una sociedad estresada.

El signo de este segundo nivel es la discriminación de las sensaciones que reciben nuestros sentidos de lo que, inconscientemente, superpone la mente conceptual. Esa superposición es lo que convierte el mundo en algo familiar lo que no es malo puesto que proporciona estructura pero se convierte en un problema cuando no se discrimina lo que se añade o sustrae de la  realidad. Esto es lo que se denomina hiperactividad o déficit cognitivo.

Parece ser que lo que se denomina “multitarea mental” es una ilusión y que la mente se mueve muy rápidamente pero sólo hace una cosa en cada momento. La práctica de la atención focalizada es esencialmente “no-multitarea”.

Aunque en este nivel todavía la atención estará distraída la mayor parte del tiempo habrá periodos de un minuto en los que la atención estará centrada en el objeto que irán ampliándose con la práctica.

Este es el nivel al que puede aspirar una persona que tiene una vida activa laboral y familiar. La práctica de la meditación mejorará espectacularmente la calidad de lo que haga y le hará muy resistente a los estresores físicos y emocionales.

3.- ATENCIÓN RESURGENTE

La atención puede estar depositada en el objeto de meditación casi todo el rato durante una sesión de unos 48 minutos. Aunque el criterio tiene que ser la calidad de la atención más que la cantidad de tiempo de la sesión, se puede ir incrementando el tiempo en tramos de unos 3 minutos en la medida en que la atención se estabilice.

Aunque ocasionalmente haya lapsos de tiempo en los que se olvide completamente el objeto, rápidamente se reconocerá el olvido y se volverá a la continuidad de la atención.

El principal problema en esta fase es la excitación burda aunque puede haber personas cuyo problema sea la laxitud de la atención que se vean desconectados del objeto y colgados en un espacio separado. El peligro de esto es que aunque el meditador está al margen de vaivenes emocionales pierde el contacto con la realidad convencional.

Para seguir adelante hacia nuevos niveles hay que desarrollar la habilidad de monitorizar la calidad de la atención. Aunque haya que invertir la mayor parte de la energía consciente en la observación atenta del objeto, la introspección controla la calidad de la atención e informa de si la mente ha caído en la excitación o en la laxitud.

Aunque los pensamientos involuntarios siguen fluyendo a gran velocidad la ideación compulsiva no arrastra la observación con tanta frecuencia.

Mucha gente consigue llegar al segundo nivel meditando dos sesiones al día. En las sesiones más enfocadas puede experimentar periodos de continuidad de la atención pero esa estabilidad se pierde durante las actividades del día. No se puede pedir que la práctica de centrar la atención durante menos de dos horas al día cambie una mente dispersa durante las otras quince horas que estamos despiertos. Legar al tercer nivel requiere un fuerte compromiso con la práctica que puede conllevar varias sesiones al día además de un estilo de vida que permita cultivar la calma y el recogimiento. Precisamente, la clave está en que entre las sentadas no se pierda el enraizamiento obtenido.

El énfasis inicial de Samatha se pone en la RELAJACIÓN que es inducida atendiendo a las sensaciones de la respiración a través del cuerpo. El segundo énfasis es en la ESTABILIDAD de la atención para la que ayuda la observación de las sensaciones de la respiración en el abdomen. Después, hay que cultivar la CLARIDAD. Se busca el equilibrio en la relación entre estas tres cualidades de manera que la estabilidad no se gane a expensas de la relajación y que el incremento de la claridad no coincida con la pérdida de estabilidad.

Si sólo practicamos una o dos sesiones al día en medio de una vida activa puede que, ocasionalmente, sintamos que conseguimos sostener la atención en este tercer nivel, sin embargo, nos resultará muy difícil estabilizarla. La hiperactividad cotidiana se introducirá en la mente haciendo que perdamos la coherencia de la atención conquistada durante las sentadas. Para profundizar en la práctica tendremos que retirarnos.

Retiro quiere decir crear las condiciones necesarias para profundizar en la meditación. En los manuales de meditación se habla de ciertos prerrequisitos necesarios para crear el ambiente característico de un retiro. Primero, un entorno físico que tenga unas cualidades mínimas de confort y un grado adecuado de aislamiento. Segundo, tener pocos deseos de objetos y comodidades y estar contento con lo que se tiene. Tercero, tener pocas actividades para dedicarle tiempo a la práctica. Cuarto, tener una actitud ética para con las personas que nos rodean y para el medio en el que se habita. Y quinto, mantener una observación atenta de las actividades de la mente y no alimentar los patrones que agravan la agitación mental.

Hoy en día tomamos la meditación como una tirita o como un simple ejercicio de autoayuda para soportar nuestro estilo de vida pero para una mente asaltada por multitud de aflicciones como apego, aferramiento, hostilidad, confusión, etc. necesitamos algo más, necesitamos un cuidado intensivo y a largo plazo si queremos curar. Eso es el retiro.

4.- ATENCIÓN CERCANA

En este nivel apenas se olvidan las sensaciones táctiles en los agujeros de la nariz, es decir, la atención se puede mantener en el objeto de meditación y no resulta fácilmente engullida por pensamientos involuntarios y distracciones sensoriales. Los periodos de meditación pueden alargarse durante más de una hora dado que se está libre de la agitación burda.

Según la tradición indo-tibetana este nivel se adquiere gracias al poder de mindfulness o facultad de mantener la atención sin olvido ni distracción, que es la base de la atención unipuntual o samadhi.

En los últimos años se ha denominado mindfulness, especialmente en el ámbito de la psicología, a un tipo de toma de conciencia no elaborativa, sin juicio y centrada en el presente en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo de la atención es aceptada tal y como es. Es decir, este modelo de mindfulness constaría de dos componentes: la auto-regulación de la atención y la actitud de apertura, curiosidad y aceptación de los fenómenos que van sucediéndose.

Este modelo psicológico basado en las descripciones de mindfulness del Vipassana (introvisión contemplativa) característico del budismo Theravada difiere de la versión indo-tibetana según la cual mindfulness es el estado en que el objeto de atención es conservado en la mente sin olvido, distracción ni fluctuación.

Mindfulness o Sati es una facultad que implica la conceptualización puesto que es memoria o recolección de acontecimientos pasados y, también, memoria prospectiva puesto que nos capacita para recordar cosas que debemos hacer en el futuro. Para el Vipassana moderno, sin embargo, mindfulness es presente: “Si estás recordando a tu profesor de segundo, eso es memoria, si te estás dando cuenta de que te estás acordando de tu profesor de segundo, eso es mindfulness” (Bhante Gunaratana). Para la tradición indo-tibetana, Sati supone discriminar entre saludable e insalubre, tendencias beneficiosas y tendencias perjudiciales. Mindfulness se cultiva en la práctica de Samatha y se aplica en la práctica de Vipassana. Mindfulness tiene la cualidad del discernimiento lo que implica reconocimiento o percepción de fenómenos y no “pura atención”.

Aunque mindfulness e introspección van de la mano, introspección es un factor mental que tiene la función de monitorizar el estado de cuerpo y mente en cada momento. Gracias a esta facultad nos damos cuenta de cuando la mente ha sucumbido a la laxitud o a la excitación y pone en marcha lo necesario para superar ese desequilibrio. Aunque el Vipassana moderno subraya que mindfulness supone aceptar esos desequilibrios sin hacer ningún intento para cambiarlos, no hacerlo supone reforzar esos desequilibrios.

En todo caso, al llegar a este nivel, la práctica se convierte en logro. La sensación de logro puede hacernos creer que hemos culminado el camino y llevarnos a una complacencia que puede hacer peligrar la práctica. La atención ha superado la agitación burda aunque fluctúa debido a una agitación mediana y una laxitud burda. Esto quiere decir que aunque nunca se acaba de perder el contacto con el objeto de meditación, pueden aparecer fenómenos que ocupen el centro de la atención relegando al objeto a la periferia.

El trabajo de la atención consiste en ir limpiando de impurezas la sensación física, en este caso la sensación en los orificios nasales, haciendo que la viveza aumente al mismo tiempo que la relajación y, en consecuencia, que aumente la estabilidad de la observación. Este trabajo se profundiza hasta que los límites físicos desaparecen, hasta que la respiración no se siente, dando lugar a un “signo” que representa la disposición mental del meditador, signo que será el que conduzca su atención en el resto del camino.

Mientras que algunos maestros Theravada consideran que puede haber sensaciones físicas en los niveles superiores, la tradición Mahayana señala que sólo enfocando la atención en objetos mentales se puede desarrollar el camino completo de samatha. Según esta tradición enfocando la atención en sensaciones físicas se puede desarrollar la estabilidad pero la viveza no puede desarrollarse completamente, por ello, se entiende que samatha se consigue mediante la toma de conciencia mental y no por la toma de conciencia sensorial.

Sin embargo, muchos budistas tibetanos han intentado alcanzar samatha concentrándose en un una imagen mental generada deliberadamente. El esfuerzo necesario para sostener esa imagen es enorme y, cuando la práctica se prosigue de manera intensiva durante mucho tiempo llega a producir tensión y estrés. Por tanto, dado que la imagen del llamado “signo adquirido” aparece espontáneamente en la práctica de la atención plena en la respiración, es preferible esperar a que eso ocurra y evitar el exceso de tensión que resulta de la deliberada visualización.

De acuerdo con la psicología budista cuando se detecta algo a través de los sentidos hay un breve momento antes de que la mente proyecte sus categorías  y conceptos. Discernir esta fracción de tiempo de percepción pura requiere un alto grado de claridad. Además de la claridad respecto a la naturaleza del fenómeno se incluye el flujo continuo de conciencia del que emergen todas las formas de percepción sensorial y conceptualización.

Según la tradición budista y bastante de acuerdo con la psicología moderna parece que se dan unas seiscientas pulsaciones cognitivas por segundo. Estas pulsaciones vendrían a ser como fotogramas de una película. Sin embargo, habitualmente no nos damos cuenta de muchas de ellas. La estabilidad de la atención sería la medida de cuantas de las pulsaciones acertadas o conscientes están enfocadas en el objeto. Por ejemplo, si disponemos de cincuenta momentos de conciencia acertados o reconocidos y la mayoría están dirigidos hacia el objeto disponemos de un alto grado de estabilidad mientras que si esos momentos están divididos entre varios objetos la atención está dispersa. La estabilidad es coherencia en relación  al objeto escogido. Cuando nos relajamos y la atención se estabiliza, si la claridad aumenta, podemos experimentar una densidad mayor de momentos de atención acertados cada segundo. Así se entrena la atención, aumentando los momentos reconocidos de atención enfocados. Muchos meditadores señalan la claridad como la clave de su práctica. La claridad tiene dos prerrequisitos: relajación y estabilidad.

Por debajo de todos estos aspectos de la atención está el fundamento de la ecuanimidad sin la que las vacilaciones emocionales y los desequilibrios atencionales persistirán indefinidamente. Un signo del progreso espiritual es la imperturbabilidad ante las vicisitudes de la vida, es decir, de ecuanimidad.

ASENTANDO LA MENTE

5.- ATENCIÓN DOMESTICADA

Aunque en este punto la práctica resulta satisfactoria todavía quedan ciertas resistencias. Libre de la excitación burda la mente tiene que lidiar con el obstáculo de la torpeza mental y, en ocasiones, la mente se desestabiliza con cierta agitación. El meditador tiene que aprender a discriminar grados del sopor. El obstáculo del sopor provoca un descenso de la claridad del objeto de meditación. El objeto aparece envuelto en una especie de nebulosa. Hay que aprender a superar el sopor sin perder la estabilidad. El problema puede ser que si se levanta demasiado la mente para superar el sopor se cae en la excitación pero si se relaja demasiado se cae en el sopor. Los practicantes de meditación vienen enfrentándose con este dilema desde hace miles de años y se necesita una gran habilidad para superarlo.

Este nivel se alcanza gracias al poder de la introspección que es la facultad de monitorizar la calidad de la atención. Se desarrolla esta habilidad para poder detectar grados cada vez más sutiles de laxitud y excitación.

Buddhaghosa señala esta distinción entre mindfulness e introspección: “Mindfulness tiene la característica de recordar. Su función es no olvidar. Se manifiesta como vigilancia. Introspección tiene la característica de no-confusión. Su función es investigar. Se manifiesta como escrutinio o indagación.”

Para Asanga: “Mindfulness e Introspección» se aprenden. El primero previene que la atención se extravíe del objeto, el segundo reconoce que la atención se ha extraviado.

La psicología budista considera la introspección como un tipo de sabiduría (prajna) y su desarrollo es uno de los objetivos de la meditación. Los psicólogos occidentales prefieren hablar de metacognición. Los psicólogos cognitivos definen la metacognición como el conocimiento de los procesos cognitivos y afectivos propios, así como la habilidad para, consciente y deliberadamente, monitorizarlos y regularlos.

En este nivel, tanto el Mahamudra como el Dzogchen recomiendan la práctica denominada “asentamiento de la mente en su estado natural”. El Theravada conoce esta práctica como “la mente desatada”. Para el budismo contemplativo el “estado natural” de la mente se caracteriza por la dicha, luminosidad y no-conceptualidad. Wallace considera que este estado es uno de los descubrimientos más importantes realizados sobre la naturaleza de la conciencia y que exige la investigación en colaboración entre científicos y contemplativos.

El objeto de atención en esta práctica es el “espacio mental” y el objeto de introspección la calidad de la atención con que se observa la mente. En la práctica del “estado natural de la mente” esta es como el cielo, los fenómenos van cambiando, pueden aparecer nubes, mariposas, el arco iris o aves pero el cielo no reacciona. El desafío en la transición del cuarto al quinto nivel consiste, precisamente, en localizar los pequeños desequilibrios de excitación y laxitud que se dan en la mente y tomar las medidas necesarias para restablecer el equilibrio.

En esta práctica los ojos permanecen abiertos haciendo que la barrera entre  dentro y fuera se disuelva. Así, se desafía la creencia en el espacio objetivo de los fenómenos físicos separado del espacio subjetivo de la mente, y se comienza a comprender el sentido de la no-dualidad.

Otra experiencia importante que puede surgir con esta práctica es un sentido no-conceptual de que la mente no es dañada por la aparición de pensamientos. Cuando aparecen imágenes o pensamientos, simplemente se observan como acontecimientos mentales presentes en este momento, sin atender a sus referentes en el pasado y sin ser atraídos ni rechazados por ellos. Así se mantiene una toma de conciencia no-conceptual de los conceptos. Mientras que en la atención a la respiración se deja “ir” a los pensamientos en esta práctica se les deja “estar”. No se prefiere un tipo de pensamiento a otro, ni siquiera se prefiere la ausencia de pensamientos a su presencia. El problema no es que haya o no pensamientos sino ser distraído por ellos o apegarse a ellos, esa es la diferencia.

Con la atención en la respiración la estabilidad se medía con respecto a un objeto continuo pero con el “asentamiento de la mente en su estado natural” los pensamientos son continuos, vienen y van esporádicamente. Por tanto, la estabilidad no se relaciona con un objeto sino con la calidad de la toma de conciencia subjetiva, es decir, con la cualidad del sujeto. Esto se denomina “fusión de estabilidad y movimiento”.

6.- ATENCIÓN PACIFICADA

Este nivel, al que se accede gracias al poder de la introspección, se caracteriza por la no resistencia a la práctica, la ocurrencia de una laxitud media en la mente lo que provoca cierta falta de claridad, y una sutil excitación en la que el objeto permanece en el centro de la atención aunque pensamientos involuntarios pueden aparecer en la periferia. Se adquiere la habilidad de testificar pasivamente la secuencia entera de los pensamientos apareciendo, estando por un momento y desvaneciéndose.

En este relativamente avanzado nivel pueden aparecer súbita e inesperadamente un gran número de emociones y otras condiciones físicas y mentales. Esta fase es conocida por albergar los contenidos suprimidos y reprimidos de la mente. Uno de los desafíos mayores es la emergencia del miedo. En la medida en que se suelta el aferramiento a los contenidos mentales también se deshace el sentido de identidad personal que está continuamente reforzado por el pensamiento y por los recuerdos de la historia personal, expectativas y planes. Si el meditador consigue desengancharse de esos soportes que sostienen al ego, la conciencia comienza a meterse en un espacio vacío, una vacuidad desprovista de personalidad. Esta experiencia puede conducir a un estado de miedo dado que la sensación de ser quién soy desaparece. Sin embargo, no hay peligro en ese vacío y luminoso espacio de conciencia. Lo único que se puede perder es la sensación falsa de un ego independiente que controla la situación. Ahora bien, es de la mayor importancia observar ese miedo sin distracción ni apego o aversión.

Durante esta fase se descubre que el límite entre lo consciente y lo inconsciente cambia en relación al grado de relajación, estabilidad y claridad de la atención. Lo que sucede ahora es un tipo de luminosidad y discernimiento de asociaciones libres, pensamientos, imágenes mentales, memorias, deseos, fantasías y emociones. Se desciende hasta la profundidad de la mente sin ser distraído por elementos externos. Es una extraordinariamente profunda terapia y puede ser necesaria la intervención de un guía que conozca la mente y sea compasivo. Sea lo que sea lo que aparezca hay que ser consciente de su naturaleza y dejarlo estar en el espacio de la mente sin juzgarlo ni intervenir.

Esta es una fase en la que aparecen muchos demonios. Aunque la ciencia occidental ha limpiado el mundo físico objetivo de dioses, demonios, espíritus y demonios, el mundo subjetivo puede continuar estando densamente poblado de sus contrapartes internas. Es fundamental entender que los demonios pueden aparecer en la mente como resultado de una práctica correcta y que esos demonios adoptarán las formas más aceptadas por la sociedad en la que habites.

Los demonios son la exteriorización de las proyecciones de las tendencias aflictivas de la mente, como odio, codicia, confusión, orgullo o envidia. Estos demonios que se experimentan como malestar se deben a que no se ha limpiado debidamente la mente neurótica. Hay que dejar que aparezcan y dejar que se vayan. Permitir que se revelen en lugar de rechazarlos. Acogerlos y dejar que ellos mismos decidan volver al espacio luminoso de la conciencia. Esta es la práctica de permitir que la mente se sane a sí misma.

7.- ATENCIÓN TOTALMENTE PACIFICADA

El poder por el que se llega a este nivel es el entusiasmo. Si la práctica te llena de alegría seguirás integrando los sutiles cambios que se continúan dando. Se ha superado la laxitud media pero queda una sutil laxitud en la que el objeto aparece con claridad pero la atención está un poco floja. Este decaimiento es sólo detectado en referencia al alto grado de claridad de la mente. También una sutil excitación puede aparecer en algunos momentos. La práctica produce una sensación de familiaridad que es la cualidad de este nivel. Se ha logrado un alto grado de equilibrio y refinamiento de la atención y el resto del camino resultará cómodo.

En cualquiera de los métodos de samatha seguidos cada vez se hace menos y menos. Si se atiende a la respiración no se quiere hacer nada pero involuntariamente se siguen soltando los pensamientos que pueden aparecer. Se prefiere tener una mente conceptualmente silenciosa en vez de una discursiva. Si se atiende a la mente en su estado natural ni siquiera se hace eso. Simplemente se mantiene la atención plena en el espacio de la mente y en lo que pueda suceder en dicho espacio.

La práctica de “asentar la mente en su estado natural” está muy cerca de lo que se llama mindfulness en la psicología contemporánea, sin embargo, la tradición indo-tibetana utiliza esta práctica para desarrollar samatha y no para obtener un insight contemplativo o vipassana. Mientras que para el Theravada concentración es la facultad de focalizar la mente en un solo punto sin interrupción y mindfulness la facultad que nota la distracción y redirige la atención, para la tradición indo-tibetana mindfulness realiza la labor de la concentración e introspección la función que el vipassana moderno denomina mindfulness.

Según Wallace los textos clásicos indican que la atención pura sólo alivia las aflicciones de la mente como el apego y la hostilidad mientras que es la práctica de vipassana o meditación de la introvisión lo que consigue la liberación. Ahora bien, esta práctica debe fusionarse con la excepcional estabilidad y claridad de la atención o samatha para eliminar de forma irreversible la ignorancia e ilusión que están en la raíz del sufrimiento. En el budismo, el esfuerzo, la concentración y mindfulness correctos son los auxiliares para el cultivo del samadhi. Esto sugiere que sólo mindfulness es insuficiente para la liberación de la mente de sus tendencias aflictivas.

La práctica de asentar la mente en su estado natural conduce a la toma de conciencia de la naturaleza relativa de la conciencia y al alivio temporal de ciertos obstáculos de la mente. Tanto el Theravada como la tradición indo-tibetana están de acuerdo en que el cultivo de samatha conduce a la experiencia del estado fundamental de la psique. La literatura budista se refiere a él como Bhavanga que literalmente quiere decir “el fundamento del devenir” que soporta toda clase de actividades mentales y percepciones sensoriales, como la raíz que sostiene tronco, ramas y hojas. Bhavanga se caracteriza por ser un estado de conciencia vacío, desprovisto de toda la “energía cinética” propia de los pensamientos activos, la imaginería mental y las percepciones sensoriales. Se puede decir que es indiscernible mientras que la mente está activa y sólo se manifiesta en el sueño sin sueños y durante los últimos momentos de la vida de la persona. Los contemplativos budistas aseguran que todos los procesos sensoriales y mentales están condicionados por el cuerpo y el medio ambiente pero surgen de bhavanga y no del cerebro.

Para el Theravada Bhavanga es una intermitente fase de conciencia que se interrumpe cuando una conciencia sensorial u otro tipo de actividad cognitiva surgen. Por tanto, no es un depósito de memorias y otras huellas. A pesar de ser descrito como el estado puro y radiante de la conciencia que existe esté la mente oscurecida o no con impurezas, esta escuela niega que sea un sustrato siempre presente.

Wallace cree a los contemplativos del Dzogchen que han alcanzado Samatha y que lo identifican como “conciencia substrato” (alayavijñana), una corriente de momentos apareciendo y pasando, por tanto no permanente, y condicionada por varias influencias, por tanto no independiente. Lo contemplan como una corriente continua de conciencia de la que surgen los procesos cognitivos mundanos.

La comprensión de la naturaleza del sustrato de conciencia no ilumina la naturaleza de la realidad como un todo. Además, no debe ser confundida con el inconsciente colectivo de C.G.Jung puesto que el sustrato de conciencia se refiere a una corriente de conciencia individual que transita de una vida a la siguiente.

En este nivel, la habilidad para atender a toda clase de procesos mentales sin distracción ni apego se ha agudizado mucho. Cuando se experimenta apego se puede notar el éxtasis que surge anticipando la alegría y satisfacción. Se puede ver a través de las aflicciones de la psique y sentir el éxtasis que es una cualidad del sustrato de conciencia. Cuando el apego surge como posesividad, notoriedad, entretenimiento sensual o, incluso, como realización de samatha, se puede atender al éxtasis en el apego. En el calor de la ira se puede descubrir la luminosidad del sustrato de conciencia. Cuando la ira aparece, en vez de dejarse llevar e identificarse con ella, se tiene la oportunidad de atender a la luminosidad que se manifiesta en la ira y comprender su naturaleza profunda. Incluso la ilusión es el aspecto no-conceptual del sustrato de conciencia. Por tanto, atendiendo a la mente con discernimiento consciente se puede empezar a experimentar las tres cualidades del sustrato de conciencia, éxtasis, luminosidad y no-conceptualidad tal y como se manifiestan en la ira, el apego y la ilusión.

8.-  ATENCIÓN UNIPUNTUAL

El meditador puede sostener una atención focalizada libre de desequilibrios, de la más sutil laxitud o excitación, durante por lo menos tres horas. Es el primer nivel en el que la quietud se impone a cualquier interrupción. Mientras que en niveles anteriores algunos pensamientos involuntarios surgen como un río que serpentea por el valle, ahora la mente está quieta como un océano sin olas.

En este nivel, Wallace recomienda la práctica de samatha sin signo en la que la atención no se dirige a nada sino que descansa en sí misma, simplemente consciente de su propia presencia.

Habitamos un mundo sin certezas. La existencia de un mundo físico independiente y objetivo está en cuestión mientras que la realidad de la experiencia mental subjetiva tampoco es una certeza. Los científicos cognitivos consideran que esa idea de Yo como un ente autónomo no es más que una ilusión. Lo que parece que no puede ponerse en duda es que sabemos de la presencia de la conciencia.

En este nivel Wallace recomienda la práctica de “ser consciente de que se es consciente”. Se trata de examinar la naturaleza de la propia identidad o del agente que elige y actúa en consecuencia. En tanto que hay una indagación sobre la propia experiencia esta práctica incluye vipassana o introvisión.

Si a la conciencia se le retiran todos sus contenidos: pensamientos, imágenes, deseos, emociones, etc. seguirá existiendo la conciencia de ser consciente. La mente se habrá reducido a su pura naturaleza, una especie de vacío, pero de vacío iluminado por un “darse cuenta” quieto pero vívido.

Para los científicos cognitivos el origen de la volición está en el cerebro. Los budistas pueden estar de acuerdo en que el cerebro influencia la volición pero la neurobiología no ha presentado todavía ninguna evidencia de que sea el cerebro el único responsable de la función volitiva. En todo caso, dado que los neurocientíficos estudian las causas físicas de los procesos mentales es lógico que no estén en disposición de identificar otro tipo de causas.

De todas formas, la hipótesis de que la función volitiva es mediada o funciona a través del cerebro sin violar ninguna ley física es perfectamente compatible con el budismo sin que eso implique que se deba aceptar el principio de clausura según el cual no puede haber influencias causales en el mundo físico que no sean, ellas mismas, físicas. Por ejemplo, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, influencias no físicas pueden colarse por un momento sin violar los principios de conservación de la energía pero produciendo efectos medibles en el macro-mundo. Esto no prueba que existan influencias no físicas en el mundo físico pero indica que dichas influencias pueden no violar ninguna de las leyes de la física.

La ciencia no ha demostrado cómo los acontecimientos cerebrales influencian los mentales y viceversa por lo que se puede decir que sus conclusiones están extraídas de preconcepciones materialistas que tienen más de cien años. Es como si un investigador que mide las vibraciones que produce una orquesta considerase que la única causa de la sinfonía que se escucha son las vibraciones porque antes de empezar la música los instrumentos ya producían cierta vibración. Según esto, no importa el papel del compositor, el director, las habilidades o los estados de ánimos de los músicos, la audiencia, etc.

Los contemplativos budistas consideran que el cerebro condiciona la mente y que es necesario para que surjan determinados procesos mentales pero que el cuerpo no es más que la forma en que la psique humana emerge de una actividad consciente subyacente. Esta afirmación se basa en la experiencia de esos contemplativos budistas avanzados aunque para los científicos no sea más que una cuestión de fe o una especulación filosófica. Debemos admitir que son los límites de la indagación empírica los que determinan la separación entre ciencia y metafísica y no Dios o la Naturaleza.

Esta práctica es de una profunda inactividad. Estás siendo consciente de ser consciente pero en realidad no estás haciendo nada.

En contraposición con el “sustrato de conciencia” que puede ser visto como una base relativa de la mente, la “conciencia prístina” se caracteriza por la base absoluta de la conciencia. También conocida como “conciencia primordial” la realización de esta dimensión última de la conciencia es el tema central del Dzogchen. Este estado contiene el estado más pequeño de actividad mental junto con el más grande de libertad de la conciencia. Indivisible de la conciencia primordial es el espacio absoluto de los fenómenos que trasciende la dualidad del espacio interno y externo. Mientras que el vacío relativo del sustrato puede obtenerse mediante el cultivo de samatha, el vacío absoluto sólo puede realizarse mediante el cultivo de vipassana.

La unidad del espacio absoluto y la conciencia primordial es la Gran Perfección a la que también se refiere como “un solo sabor” de todos los fenómenos. El logro del sustrato de conciencia permite conocer la naturaleza relativa de la conciencia individual pero el logro de la conciencia primordial amplia la visión más allá de cualquier límite.

9.- ATENCIÓN EQUILIBRADA

En este nivel se puede mantener un samadhi impecable, sin esfuerzo y continuo durante al menos cuatro horas. Los contemplativos que han alcanzado este nivel lo describen como la “perfección”.

Para llegar a este nivel se necesitan bastantes meses o incluso algunos años de práctica intensiva. Jamás se alcanzará si se practica, incluso muy intensivamente, en intervalos breves o tomando descansos. El más alto nivel de samatha no se alcanza haciendo muchos retiros cortos o algunos de pocos meses, requiere una práctica larga y continuada sin interrupción. No hay atajos.

Sin embargo, hay que decir que samatha es una “tecnología contemplativa”, es decir, un medio para desarrollar la estabilidad y claridad de la atención, pero para alcanzar la conciencia prístina se necesita vipassana que es una “ciencia contemplativa”. La secuencia entre samatha y vipassana tiene sentido: primero refinas el poder de la atención, después, utilizas ese poder para explorar y purificar la mente, que sólo puede ser examinada directamente mediante la observación en primera persona.

El logro de samatha no quiere decir que se haya alcanzado el vacío o la intuición definitiva para la liberación budista. La realización del vacío no quiere decir que se haya reconocido la conciencia prístina. Incluso se puede conseguir cierta intuición del vacío sin haber conseguido samatha, pero esa realización no será estable o capaz de purificar totalmente la mente de sus tendencias aflictivas. Si se reciben las instrucciones adecuadas puede que florezca la conciencia prístina pero si no se ha cultivado suficientemente la estabilidad y claridad de la atención esa experiencia no se sostendrá.

10.- SAMATHA

Los nueve estadios anteriores producen cambios importantes pero el logro de samatha transforma completamente el cuerpo y la mente del meditador. Esa transformación implica unas experiencias específicas que se producen en un periodo relativamente corto de tiempo.

La primera señal es la experiencia de un sentido de pesadez o entumecimiento en la parte alta de la cabeza. Algo remarcable parece suceder en la región cortical del cerebro pero, por el momento, nadie ha podido ser monitorizado para obtener imágenes de resonancia magnética o electroencefalografía. En todo caso, se alcanza un estado mental de docilidad en el que la mente está más adaptable y en forma que nunca anteriormente.

Mientras que, en el budismo, todos los estados ordinarios de la conciencia humana, despierto o dormido, pertenecen al “reino del deseo”, con el logro de esta docilidad física y psíquica se accede al “reino de la forma”. En este reino la conciencia sigue estando estructurada por una serie de conceptos muy sutiles que surgen de una fuente más profunda que la psique individual. Es una dimensión parecida al reino de las ideas de Platón o a los arquetipos de Jung.

La primera estabilización de la mente o (dhyana) lleva consigo la desaparición temporal de los cinco obstáculos. Esta estabilidad desarrolla cinco factores mentales que se contraponen a los cinco obstáculos: la aplicación de la mente contrarresta el sopor, la atención sostenida la duda, el gozo la aversión, el regocijo la preocupación y la concentración el deseo.

Con el acceso a la primera estabilización se puede permanecer en samadhi durante cuatro horas o más sin la más ligera perturbación ni de excitación ni de decaimiento, pero cuando el estado se ha estabilizado, se puede sostener el samadhi durante todo el día y toda la noche.

La tradición oral tibetana establece que, en óptimas condiciones, una persona con muy buenas condiciones puede realizar samatha en tres meses, una persona de capacidades medias, en seis, y una persona de facultades débiles en nueve. Sin embargo, esa previsión está hecha para monjes y monjas que empiezan el entrenamiento después de años de disciplina ética. En las actuales condiciones de vida se deber prever que se necesitan, al menos, 10.000 horas de práctica lo que, calculando  50 horas semanales durante 50 semanas al año, hacen 4 años de práctica intensiva. En un retiro de un año dirigido en 1988 por Gen Lanrimpa, un meditador que realizaba dos sesiones diarias de siete horas y otro que hacía cuatro sesiones de tres horas, no consiguieron estabilizar Samatha aunque hicieron grandes progresos. Informaron de que después de las largas meditaciones no tenían la sensación de que hubiese pasado el tiempo dado que sus cuerpos y mentes estaban muy relajadas y felices.

Existe una larga polémica sobre el grado de samatha necesario para desarrollar vipassana. En los años 60 tuvieron lugar una serie de debates entre budistas de la tradición Theravada en las que se discutió sobre si era necesario acceder a la primera estabilización meditativa para conseguir la liberación o era suficiente con lo que denominan “concentración momentánea”. El maestro de meditación Birmano Pa-Auk Tawya Sayadaw concluyó que es necesaria la estabilización para el perfecto cultivo del insight y, admitió, que ese logro es muy, muy raro en el mundo contemporáneo. Esta aserción está de acuerdo con el punto de vista mayoritario del budismo Mahayana y, también, con los seguidores del budismo tibetano.

Las dos tradiciones, Theravada y Mahayana están de acuerdo en que sólo es posible la liberación de la mente mediante samatha y vipassana, pero tendrá que ser la investigación empírica la que sea capaz de identificar las prácticas necesarias para tal purificación.

EL SENTIDO DE LA VIDA

Todo el mundo quiere que su vida tenga sentido y hay tres elementos cruciales para conseguirlo: La búsqueda de felicidad, verdad y virtud genuinas.

La felicidad genuina es una característica de una mente sana y equilibrada, de la misma manera que el bienestar físico es un signo de un cuerpo sano. Sin embargo, podemos sufrir por perseguir deseos que son negativos para nosotros o para los demás. Esto nos debilita para enfocar la atención a voluntad cuando la mente cae compulsivamente en alguna distracción o simplemente flojea. Todo tipo de dificultades aparecen cuando erramos en nuestra percepción de la realidad ya sea porque fallamos al percibir cosas que se nos presentan con claridad como porque confundimos realidad con nuestras propias proyecciones y fantasías.

Hay muchas verdades esperando a ser descubiertas y mucho conocimiento esperando a ser adquirido pero, ¿qué puede haber más importante y relevante para la búsqueda de la felicidad genuina que el insight sobre nuestra propia naturaleza y nuestra relación con el mundo que nos rodea? Esta cuestión ha sido planteada por contemplativos de todo el mundo y, para la exploración introspectiva de las profundidades de la mente humana, la atención focalizada es indispensable.

Una vida con sentido es la que se focaliza en el cultivo de las virtudes que valoramos de la vida humana. Este tipo de vida se dedica naturalmente a superar los rasgos mentales y las tendencias del comportamiento que son anti-éticas o se oponen a nuestros valores. Y, para el cultivo de esos valores y la eliminación de esos vicios, la habilidad de enfocar la mente es crucial.

Hay dimensiones de la felicidad genuina que pueden ser alcanzadas sólo mediante el auto-descubrimiento, hay verdades que sólo pueden ser conocidas experimentalmente en el contexto de una vida virtuosa y hay virtudes que sólo pueden florecer como consecuencia de un insight directo sobre la naturaleza de la realidad.

 

Fuente: La Revolución de la Atención, Alan Wallace.

 

El Budismo en Occidente y el Mindfulness

La forma en que Occidente ve el budismo es tan diversa como la variedad de occidentales. Algunos buscan el budismo como una técnica de relajación, algún tipo de método que ayude a tener un poco más de equilibrio, un poco más de paz mental. ¡Y eso es bueno! Quizá recitar un mantra, quizá practicar Shamatha, tal vez hacer un poco de Vipassana o simplemente sentarse en Zen. Muchas veces las meditaciones budistas se enseñan fuera de cualquier contexto realmente significativo, tanto de la cosmovisión budista como  el modo de vida budista y sus valores, etc.

Alguien puede simplemente desenchufar una técnica como la meditación de la atención plena e incluso inventar un nuevo nombre para el  Vippasana , Shamatha, Zen, Vajrayana o Dzogchen. Uno puede desenchufarlas del contexto y practicarlas de manera aislada. Al Dalai Lama se le preguntó en una ocasión sobre este tema durante un encuentro en el Mind and Life Institute, específicamente sobre la meditación mindfulness y que de acuerdo a la evidencia científica resulta de gran utilidad. El respondió: “Es muy bueno, pero no confundan esto con el budismo”.

La meditación, fuera de contexto, no es budismo. Simplemente observar la respiración entrando y saliendo, no es budismo. Recitar algunos mantras, tampoco es budismo. El budismo es algo muy rico, es algo integral, y no es una cuestión de adoptar todo un conjunto de creencias sino es entender que la meditación budista está incorporada en una forma de ver la realidad a la que uno está invitado y es bienvenido a comprobar con mucho cuidado, para examinar e investigar. Pero la noción que las opiniones y las creencias son irrelevantes en la meditación es una tontería. La noción que la meditación puede florecer, que puede producir una transformación radical sin estar integrada a la ética, es una tontería.

Así que debe haber un modo correspondiente de vida, una visión del mundo en armonía con la práctica meditativa y, en ese contexto, entonces uno tiene una auténtica atención plena o mindfulness arraigada en la ética, de la mano con el cultivo del samadhi, como el cultivo de otras cualidades del corazón como las cuatro cualidades inconmensurables o las cuatro divinas permanencias, amor bondadoso, compasión, alegría y ecuanimidad  y luego aplicar la atención plena a la investigación contemplativa de la naturaleza de la realidad.

Fuente: Entrevista a Alan Wallace, Noruega, 22 de julio de 2012.

Shamatha en la tradición budista.

Por  el Maestro Alan Wallace.
Como resultado del genocidio perpetrado contra las culturas budistas de Asia durante el siglo XX a manos de los varios regímenes comunistas, y toda la agitación de la publicidad del materialismo científico, se ha puesto en peligro la propia supervivencia del Budismo Mahayana en particular. Así, para muchos de sus seguidores, la preservación de la vitalidad de la tradición Mahayana en el mundo moderno es de la más alta prioridad. Hay varias formas de preservar esta tradición. Externamente, la creación de imágenes del Buddha, la traducción y publicación de las enseñanzas budistas, y la construcción de Stupas son formas de preservar las representaciones el cuerpo, habla y mente del Buddha.Todas son expresiones de devociòn. En una ocasión, Dromtönpa (1005-1064), el principal alumno tibetano de Atisha, el gran maestro budista indù, se encontró con un hombre involucrado en varios tipos de practica devocionales. Él le dijo “es muy bueno que te apliques a las practicas devocionales, pero es mejor practicar el Dharma”.
Para preservar su tradición, muchos budistas en la actualidad establecen como la más alta prioridad el enseñar y estudiar los textos budistas. Cuando Dromtönpa se volvió a encontrar con el mismo practicante, lo encontró aplicado al aprendizaje de las escrituras, a lo que él (Dromtönpa) respondio, “Es muy bueno estudiar textos, pero es mucho mejor practicar el Dharma”.
En orden de preservar el verdadero significado del Budismo, hoy en día muchos practicantes sinceros se aplican meses o incluso años a la meditación, practicando atención plena muchas horas al día, o entrando en el retiro de tres años en el cual practican una variedad de meditaciones del Vajrayana. Cuando Dromtönpa por tercera vez se encontró con el mencionado practicante, lo encontró inmerso en meditación, a lo cual él le replico, “Es muy bueno que practiques meditación, pero es mucho mejor practicar el Dharma”.
La manera esencial de hacer que la mente de uno se vuelva el Dharma es realizar la irreversible Bodhichitta y por tanto alcanzar el estado inicial del camino de la acumulación del Mahayana, el primero de los cinco caminos que llevan a la perfecta Iluminación. La Bodhichitta se vuelve irreversible, cuando está basada en el insight (visión clara interna) adquirido por las cuatro aplicaciones cercanas de la atención plena, transformando así “Bodhichitta como tierra” en ·Bodhichitta como el oro”. Basada en shamatha, Bodhichitta e insight, la practica Vajrayana de cierto que puede realizar la perfecta Iluminación en una vida. Pero sin dichas bases en la estabilidad mental, compasión y sabiduría, hablar de la Budeidad en esta o cualquier vida, no es nada más que propaganda.
Para realizar autentica Bodhichitta y convertirse en un Bodhisattva, muchos de los grandes académicos en la tradición Budista han enseñado que la mente debe ser hecha útil para la práctica espiritual realizando shamatha, específicamente el acceso al primer dhyana (estabilización meditativa). Aunque no hay total consenso en este punto, todos concuerdan que una mente muy propensa al desbalance atencional de excitación y laxitud es inadecuada para realizar los sublimes estados de Bodhichitta en vipashyana (visión contemplativa). Así por lo menos el desarrollo parcial de shamatha es esencial para desarrollar ambos.
La estructura fundamental de la práctica Budista, común a todas las escuelas del Budismo, consiste en las tres fases secuenciales de ética, samadhi y sabiduría. En el contexto de estos tres “altos entrenamientos”, samadhi se refiere no solo al desarrollo de la atención unifocada, sino que también a otros aspectos del desarrollo mental, incluyendo los cuatro Inconmensurables (Amor, Compasión, Alegría, y Ecuanimidad), Renuncia, y en el contexto del Budismo Mahayana, la Bodhichitta.
Entre todas las enseñanzas del Buddha registradas en el canon Palì, la práctica de shamatha más comúnmente enfatizada, es la atención plena en la respiración (anapanasathi- palì), particularmente para personas cuyas mentes están muy agitadas por pensamientos involuntarios. Comparados con los indios del tiempo del Buddha, o lo tibetanos nómades que viven hoy en día, la mayoría de nosotros puede verse grandemente beneficiada de tales prácticas, las cuales están específicamente diseñadas para gente como nosotros! El Buddha dijo de esta práctica. “Justo como en el último mes de la temporada calurosa, cuando una masa de polvo y suciedad se arremolina y una gran nube de lluvia fuera de temporada se dispersa y sofoca en el acto, así mismo la concentración de la atención plena en la respiración cuando desarrollada y cultivada, es pacífica y sublime, un reposo de ambrosia, dispersa y sofoca en el acto los estados negativos donde quiera que surja”. La propia naturaleza de tal práctica ayuda no solo a traer calma y alegría a la mente, sino que también ayuda a reforzar nuestro “sistema inmunológico psíquico”, haciendo a la mente menos vulnerable a las aflicciones mentales.
Generalmente, el cultivo de shamatha lleva a la liberación de los cinco oscurecimientos de (1) laxitud y letargo, (2) incertidumbre, (3) malicia, (4) excitación y culpa, y (5) deseo sensual. El Buddha dijo “ Mientras los cinco oscurecimientos no sean abandonados uno se considera así mismo , endeudado, enfermo, esclavizado y perdido en un desierto”. Los contemplativos budistas indios descubrieron que estos cinco oscurecimientos son contrarrestados por los cinco factores de la estabilización meditativa. Específicamente (1) el examen de los fenómenos burdos contrarresta la laxitud y letargo, (2) la investigación aguda contrarresta la incertidumbre, (3) el bienestar contrarresta la malicia, (4) la bienaventuranza contrarresta la excitación y culpa, y (5) la atención unidireccional contrarresta el deseo sensual. Es fascinante notar que la práctica no discursiva puede ser efectiva para superar el deseo sensual y la malicia, de esta manera sirviendo como base para el desarrollo de renuncia y  la compasión.
La práctica de shamatha que no está motivada por la renuncia y la Bodhichitta podrìa resultar en nada más que en un alivio temporario del estrés y la agitación, e incluso tal vez lleve a un sentido de complacencia auto-centrado y a un renacimiento desafortunado. Con una motivación autentica, shamatha puede realmente incrementar la renuncia y la Bodhichitta, generando una gran inspiración para la practica espiritual. Bien motivada la practica enfocada en actividades externas incluyendo postraciones, circunvalaciones, y la recitación de mantras y liturgias, tendrá poco beneficio si la mente esta distraída. Como el Bodhisattva Shantideva de India escribió, “ El Omnisciente (Buddha Shakyamuni) declaro que todas las recitaciones y austeridades, aunque practicadas por largo tiempo, son en realidad inútiles si la mente esta aletargada en otra cosa.
La estructura del camino Mahayana consiste de las seis Perfecciones de generosidad, moralidad, paciencia, entusiasmo, estabilización meditativa y sabiduría. La práctica de shamatha está incluida en el cultivo de la estabilización meditativa (dhyana), y está basada en el desarrollo previo de las primeras cuatro perfecciones. Esto resalta la importancia de cultivar las bases éticas y estados mentales positivos para practicar, antes de buscar el logro de la concentración unidireccional.
Aproximadamente 1500 años después del Buddha (563 – 483 ac), el gran maestro budista indù Atisha (980-1054), compuso el primer” Lam-rim” o Enseñanzas sobre los Estadios del Camino, específicamente para los tibetanos. Esta estructura fue subsecuentemente adoptada por todas la escuelas budistas tibetanas, comenzando con Guru Yoga y culminando con la práctica de vipashyana. Para los tibetanos tradicionales criados en la cultura tibetana, con gran fe y buena comprensión del Budismo, Guru Yoga puede ser bien practicado al comienzo del camino por el bien de las muchas bendiciones que dicha práctica trae. Pero en el mundo moderno secular, un foco inicial en Guru Yoga, especialmente con énfasis en las perfectas cualidades del Guru, puede llevar a muchos problemas, al punto de que ha sido muchas veces discutido por el Dalai Lama. Para gente con poca fe o entendimiento, o para aquellos que son nuevos en el Budismo, tal vez lo mejor sea al principio enfocarse en el Guru como simplemente un representante o emisario del Buddha. Al aventurarse uno en la práctica Mahayana, uno podría ver al Guru como si él o ella fuera el Buddha. Finalmente basado en una profunda fe y entendimiento de las enseñanzas de la Naturaleza búdica y Vacuidad, uno podría enfocarse en la práctica Vajrayana viendo al Guru como siendo realmente el Buddha, mientras que simultáneamente se desarrolla orgullo divino y percepción pura de todos los fenómenos.
Aunque hay muchos métodos para el desarrollo de shamatha, cada uno con sus ventajas, dos métodos son particularmente enfatizados en la tradición Mahamudra (Gran Sello), debido a sus grandes ventajas para profundizar en la naturaleza de la conciencia. El Mahasiddha (Gran Realizado) Maitripa de India del siglo XI, el cual enseño a Marpa lotsawa (tibt. “el traductor”) y fundador del linaje Kagyu, describe a continuación, el primer método de enfocarse en los pensamientos:
“ En relación con la excesiva proliferación de conceptos, incluyendo los cinco o tres venenos, en torno a la dualidad sujeto – objeto, tales como las diez Virtudes, las Perfecciones – ya sea que sean positivos o negativos los que surjan – quieto y sin conceptos observa su naturaleza. Haciendo esto, se calman sin aferramiento-, claras y vacía conciencia surge vívidamente, sin aferramiento; surge en la naturaleza auto-liberada la que se reconoce a sí misma. De nuevo, dirige la atención a cualquier pensamiento que surja, y sin aceptación ni rechazo, permite que esta se reconozca su propia naturaleza. De esta manera aplica las instrucciones de la transformación de las ideas en el camino”.
Aquí están las instrucciones sobre el segundo método el cual se enfoca en la ausencia de pensamientos: “Con el cuerpo poseyendo los siete atributos de Vairochana (posición del loto), siéntate sobre un almohadón suave en una habitación solitaria y oscura. Vagamente dirige los ojos a la vacuidad enfrente de ti. Observa que las tres conceptualizaciones de pasado, presente y futuro, así como también pensamientos positivos, negativos y neutros, juntos con todas sus causas, la unión y disolución de los pensamientos de los tres tiempos, se cortan por completo. No traigas pensamientos a la mente. Deja que la mente sea clara y vacía como un cielo sin nubes, desprovista de aferramiento y establecida en la Vacuidad Última. Por hacer así, surge el regocijo, la claridad y la no conceptualidad de la quintaesencia (quietud) de shamatha. Examina el apego, odio, dependencia, aferramiento, letargo o excitación y reconoce la diferencia entre virtudes y vicios”.
Hay dos aproximaciones tradicionales al Camino. Una implica primero adquirir la doctrina budista mediante el entendimiento, incluyendo la visión de la Vacuidad, y con esa base dedicarse a la meditación. De acuerdo con esta tradición, uno practica shamatha solamente después de haber estudiado el shastra (tratado) de Maitreya (el Buddha del futuro) “El Ornamento de la Clara Realización”, revelado a Asanga (315 – 390 filosofo), y luego uno practica vipashyana solo después de estudiar cuidadosamente el “ Suplemento al Camino del Medio” de Chandrakirti (600-650 filósofo y abad de Nalanda). De acuerdo con la segunda tradición, uno puede buscar la visión de la Vacuidad en base de haber realizado shamatha primero. En su texto “La Vía de los Jìnas: un Texto Raíz en la Preciosa Tradición Geluk-Kagyu del Mahamudra”, Panchen Lobsan Chokyi Gyaltsen (1570–1662, el 4to Panchen Lama), tutor del 5to Dalai Lama (1617 -1682) ejemplifica la segunda tradición cuando él da a continuación la enseñanza esencial de shamatha, en la cual sintetiza los dos métodos citados más arriba por Maitreya:
“De los dos enfoques, buscar meditar sobre la base de la visión y la búsqueda de la visión sobre la base de la meditación, lo que sigue es conforme a este último enfoque. En un cojín cómodo para el cultivo de la estabilidad meditativa, asume la postura de siete puntos y con la respiración en nueve puntos limpia las energías vitales rancias.
Cuidadosamente distingue entre la pureza radiante de la conciencia y sus contaminaciones, y con una mente virtuosa prístina comienza por tomar Refugio y cultivar Bodhichitta. Medita en el camino profundo de Guru de Yoga, y después de hacer cientos de súplicas sinceras, deja que el gurú se disuelva en ti mismo.
No modifiques la naturaleza de las apariencias evanescentes con pensamientos tales como las esperanzas y miedos, pero descansa por un tiempo en la meditación ecuánime e inquebrantable. Este no es un estado en el que tu atención se ha quedado en blanco, como si se hubiera desmayado o dormido. Más bien, coloca al centinela de la atención sin distracciones y enfócate en la introspección de los movimientos de la conciencia. Enfócate de cerca en su naturaleza de cognoscencia y luminosidad, obsérvala desnuda. Cualesquiera sean los pensamientos que surjan, reconócelos a cada uno. Alternativamente, como un participante en un duelo, corta completamente cualquier pensamiento que surja; cuando hay silencio después de que se hayan desvanecidos, relájate libremente, pero sin perder la atención. Como se dice, «Enfoca de cerca y relaja libremente – es allí donde la mente se establece”. Relájate sin vagar, como dice el dicho:»Cuando la mente está enredada en el ajetreo sin duda se libera a sí misma».
Cuando sea que surjan pensamientos, si se observa su naturaleza, naturalmente desaparecen y surge una clara vacuidad. Del mismo modo, si la mente es examinada cuando todavía está quieta, se percibe un vivo, despejado y luminoso vacío que es percibido y conocido como la fusión de la quietud y el movimiento. «Cualquiera que sean los pensamientos que surjan, no los bloquees, pero reconoce sus movimientos, céntrate en su naturaleza, como un pájaro enjaulado en un barco. Sostén tu conciencia como en el dicho: «Como un cuervo que vuela desde un barco, da círculos alrededor, y se posa a bordo una vez más.»
La naturaleza de la meditación estabilizada no es oscurecida por nada, es límpida y clara. No establecida como cualquier cosa física, es un claro vacío como el espacio. Permitiendo que cualquier cosa surja , esta vívidamente despierta. Tal es la naturaleza de la mente. Esto es considerado como percepción directa, sin embargo, no puede ser definido como «esto» o demostrado en palabras. Lo que sea que surja, descansa libremente, sin aferrarse: «hoy en día, en su mayor parte, los contemplativos de Tibet lo proclaman uniformemente, como un consejo practico para lograr la Iluminación. Sin embargo, yo, Chökyi Gyaltsen, declaro que esto se trata de un método excepcionalmente hábil para los principiantes para lograr la estabilidad mental y para identificar la naturaleza relativa de la mente «.
La naturaleza relativa de la mente es pura luminosidad y conocimiento, que son las características que definen a la conciencia. El Buddha también se refirió a esto como la señal (nimitta) de la mente. Él declaró que si uno cultiva las cuatro aplicaciones de la atención cercana sin que la mente se concentre y sin haber abandonado las impurezas, uno no va a reconocer la naturaleza esencial de la mente. Estas enseñanzas sobre shamatha proveen una base no sólo para el cultivo de los Cuatro Inconmensurables y la Bodhichitta, sino también para el cultivo del «insight» a través de las prácticas fundamentales de las cuatro aplicaciones de la atención plena.

Los 14 preceptos de Thich Nhat Hanh para una vida comprometida.

Thich Nhat Han es un Maestro Zen nacido en Vietnam Central el 11 de Octubre de 1926, monje budista desde hace más de cuatro décadas y activista por la paz, nominado para el Premio Nobel por ese motivo. Sus textos y conferencias se centran a menudo en la necesidad de transmitir a la acción cotidiana y social una intención profunda de amor surgido de una atención consciente. Actualmente vive en Francia, en una comunidad de enseñanza budista llamada Plum Village fundada en 1982, cercana a Burdeos.

1. No idolatres ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso a las budistas. Todos los sistemas de pensamiento son medios de guía; no son la verdad absoluta.

2. No creas que el conocimiento que tienes en este momento es la verdad inmutable, absoluta. Evita ser de mentalidad estrecha y atarte a los puntos de vista presentes. Aprende y practica el desapego de los puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. La verdad se encuentra en la vida y no meramente en el conocimiento conceptual. Prepárate para aprender a través de toda la vida y a observar la realidad en ti mismo y en el mundo en todo momento.

3. No fuerces a los demás, ni siquiera a los niños, por ningún medio en absoluto, a adoptar tus puntos de vista, ya sea por autoridad, amenaza, dinero, propaganda o incluso educación. Sin embargo, por medio del diálogo compasivo, ayuda a los demás a renunciar al fanatismo y la estrechez.

4. No evites el contacto con el sufrimiento ni cierres tus ojos ante el sufrimiento. No pierdas la conciencia de la existencia del sufrimiento en la vida del mundo. Encuentra maneras para estar con aquellos que están sufriendo por todos los medios, incluyendo el contacto personal y las visitas, imágenes, sonido. Por tales medios, despierta tú mismo y a los demás a la realidad del sufrimiento en el mundo.

5. No acumules riqueza mientras millones están hambrientos. No tomes como el objetivo de tu vida a la fama, el provecho, la riqueza o el placer sensual. Vive simplemente y comparte el tiempo, la energía y los recursos materiales con quienes están en necesidad.

6. No mantengas ira u odio. Tan pronto como surgen la ira y el odio, practica la meditación sobre la compasión para comprender profundamente a las personas que han causado ira y odio. Aprende a ver a los otros seres con los ojos de la compasión.

7. No te pierdas en la dispersión y en el ambiente que te rodea. Aprende a practicar la respiración para recuperar la compostura del cuerpo y la mente, para practicar la atención, y para desarrollar la concentración y la comprensión.

8. No pronuncies palabras que puedan crear discordia y causar ruptura en la comunidad. Haz todos los esfuerzos para reconciliar y resolver todos los conflictos, aunque sean pequeños.

9. No digas cosas falsas por el bien del interés personal o para impresionar a las personas. No pronuncies palabras que causen desviación y odio. No difundas noticias que no sabes si son ciertas.

No critiques o condenes cosas de las que no estás seguro. Habla siempre verdadera y constructivamente. Ten el valor de hablar sobre situaciones de injusticia, aun cuando hacerlo pueda amenazar tu propia seguridad.

10. No uses a la comunidad Buddhista para ganancia o provecho personal, ni transformes tu comunidad en un partido político. Una comunidad religiosa debe, sin embargo, tomar una actitud clara contra la opresión y la injusticia, y debe esforzarse por cambiar la situación sin engancharse en conflictos partidarios.

11. No vivas con una vocación que sea dañina para los humanos y la naturaleza. No inviertas en compañías que priven a los demás de su oportunidad de vivir. Elige una vocación que ayude a realizar tu ideal de compasión.

12. No mates. No permitas que otros maten. Encuentra todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra.

13. No poseas nada que debería pertenecer a los demás. Respeta la propiedad de los demás pero evita que los demás se enriquezcan con el sufrimiento humano o el sufrimiento de otros seres.

14. No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo sólo como un instrumento. Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del Camino. La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé consciente del sufrimiento futuro que pueda causarse. Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente consciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al cual estás trayendo nuevos seres.

No creas que yo siento que sigo todos y cada uno de estos preceptos perfectamente. Sé que fallo de muchas maneras. Ninguno de nosotros puede cumplir plenamente cualquiera de ellos. Sin embargo, debo trabajar hacia una meta. Esta es mi meta. Ninguna palabra puede reemplazar a la práctica, sólo la práctica puede hacer a las palabras.

Fuente: Interbeing’: Fourteen Guidelines for Engaged Buddhism