Ella suele usar las caminatas como espacio de introspección, pero desarrolló el hábito de usar cualquier excusa para impulsar el despliegue de la reflexión atenta. Como consecuencia natural, no pierde oportunidad de vincular y encontrar relación a lo aparentemente disímil. Porque todo tiene relación con todo, suele argumentar.
Una tarde abril fue a un entretenido encuentro en una vinoteca en las cercanías de su casa, donde un experto en líquidos espirituosos, disertaba con suficiencia sobre las bondades del corcho natural para embotellar. Mientras su relato tomaba vuelo, ella se perdió en la nobleza y pasión del corcho, en ese anhelo visceral de aire y cielo que lo impulsa a mantenerse a flote. Inclusive si lo hunden se las arregla para abrirse paso hacia la superficie, como un idealista a ultranza que jamás se rinde. Porque es así, cada uno oye lo qué necesita… Y como si hubiera estado en un taller filosófico, se volvió pensando en cultivar el alma de corcho como actitud vital.