Del respeto, la sabiduría espiritual y el simulacro.

Profundizar en la comprensión al explorar el camino espiritual implica valerse de perspectivas y enfoques diferentes con la genuina intención de complementarse y adentrarse en las interioridades del sentido auténtico. No deberíamos aferrarnos a un solo conocimiento como la verdad última porque es una irrealidad, nadie la tiene por completo.

Cuando somos respetuosos no alimentamos fantasías, no caemos en los excesos ni tropezamos con el olvido y la desconsideración de los demás. La mente se mantiene serena y la conciencia disponible para ser el guía de nuestras acciones, del modo en que nos relacionamos con el mundo. Cultivarse es trabajarse hacia adentro y conocerse para construir orden interno. Ese orden respeta la singularidad de cada uno abrazando la unidad y abandonando los estereotipos que dividen, segregan, etiquetan y califican. El cultivo de la virtud proviene del desarrollo de la conciencia. A medida que el ser humano se abre, su conciencia se amplía para abarcar cada vez más las complejidades de la vida, de sus organizaciones y los principios de la naturaleza.

Con el tiempo uno aprende a valorar la incertidumbre en su sabiduría inherente y a tener fe en que más allá de lo aparente o de lo ingenuo asoma lo esencial y verdadero. Curiosamente el discernimiento lúcido y la claridad emergen frecuentemente a partir de la desilusión, de la distinción de aquello que no es verdad. Es probable que la mayor de las verdades sea que no hay nada completamente conocido y que todo acaba desvaneciéndose.

«La mala noticia es que estamos cayendo y no hay nada de qué agarrarse ni tenemos paracaídas. La buena noticia es que tampoco hay suelo.» (Chögyam Trungpa)

Hay un margen entre el puro ateísmo y el puro teísmo, una franja intermedia que es fascinante y misteriosa, un escepticismo higiénico que es práctico y lleno de vitalidad. El concepto de Dios como algo necesario o la divinidad donde todo se apoya está desprovisto de magia cuando se lo analiza como el fundamento de todas las cosas. El pensamiento convencional puede tropezar con sus propios límites en su búsqueda de sentido (incluyendo eso que nombramos como experiencia) y el ego discriminador que todo lo sabe encontrar la razón en la sinrazón que justifica lo injustificable atribuyéndolo a la magia.

El desafío es comprenderse a sí mismo, que muy sinceramente y fuera de toda duda, es una de las aventuras más formidables que podamos plantearnos. Pero, a pesar de notables avances que podamos ir haciendo, solo con humildad podremos admitir nuestros propios límites para explicarnos con palabras la totalidad de la experiencia humana.

Un encuentro de personajes espiritualizados:

Y dijo El Tábano Alberto (conocido en ciertos ámbitos como Sri Alka Seltzer) mientras intentaba tragar una galleta de mijo: Una cosa es desapego y otra es la desidentificación neurótica de la vida. No hay ninguna claridad espiritual en aprender a calmar la mente y ver que los pensamientos van y vienen para terminar cobijándose en nuevas guaridas que solo son renovados mecanismos de defensa para no confrontar el dolor psíquico. Tratar de poner fin a la confusión y el sufrimiento a través de la túnica blanca de las verdades espirituales puede ser un astuto recurso egoico para no exponernos a la vulnerabilidad que acompañan las relaciones humanas reales. 

¡Claro! saltó enseguida Ofelia Guillotina mientras le acercaba un licuado de espirulina. Escuchar al otro es empatizar con su decir, interesarse y no meramente silenciar el ruido de las palabras propias para que resuene el ruido de las palabras de ese otro en un simulacro de «te escucho». Eso es espiritualidad de primer piso, orientada a los grandes números pero desarraigada de la experiencia humana.

Mientras tanto, Lady Pureza, pestañando azorada sin entender de qué hablaban ni para qué, seguía redactando bendiciones para las almas.

(La imagen es de Arief Siswandhono)

De la desorientación y los personajes.

Y le dijo Pedro al desorientado hijo adolescente de mi amiga Lucrecia mientras acomodaban las pesas:
«NO te adaptes a la sociedad.Nunca te dejes manipular. Vive como un derecho tu legítima rareza. No te engañes pensando que elegir es hacerlo con el tipo de salsa que te van a cocinar. El mundo no se mueve por azar, no aceptes visiones reduccionistas, no dejes que el miedo te arrincone, no creas que la mentira es el método. Toma la iniciativa en todo lo que hagas, imagina y crea. Interésate por los demás con amor, tienen tus mismas angustias básicas. No es lo mismo una poesía que una publicidad aunque ambos escritos tengan letras. No hagas lo que te dicen disciplinadamente sin pensar porque te transformarás sin darte cuenta en un esclavo de otros que sí piensan.»

Y dijo El Tábano Alberto, en un alarde de precisión: «No es lo mismo la unidad social que nos hace sentir parte y crea pertenencia que la uniformidad de pensamiento para que nadie piense por sí mismo. No es lo mismo el rito como cuidado y respeto por los detalles que la rutina de las formas. A todo el mundo le gusta la sinceridad hasta que conocen a alguien que la practica.»

De citas, personajes y la conciencia.

Estamos habitados por múltiples personajes. Somos una maraña de yoes irrumpiendo en la consciencia tratando de imponer sus puntos de vista. Todos y cada uno de los engaños de este mundo no son nada comparados con los que cometemos con nosotros mismos. Ser honesto con uno mismo es uno de los más duros desafíos de la vida e infinitamente más difícil que culpar y condenar a otros o al entorno. Lo más sencillo es reprimir, disimular y ocultar a través de máscaras constituidas por todas esas cualidades maravillosas y nobles virtudes que creemos tener. Rechazamos mirar y afrontar el dolor a causa del miedo pero al hacerlo nos causamos una clase de sufrimiento que se vuelve inexplicable para una mente acostumbrada a negar lo que siente y a no aceptar la realidad tal como es.

Hay una pasión que nos ata y otra que nos libera. El arte de discernir y discriminar hace la diferencia frente a la necesidad de decidir: Reconocer, distinguir y seleccionar lo verdadero, apropiado, coherente y equilibrado frente a lo que no lo es.
Somos la expresión de un gran misterio y diversas las formas de entendernos a nosotros mismos y a la vida. 

La madre de todas las batallas se libra dentro de uno mismo. Y el humor puede ser un alivio y un gran compañero de viaje: «Felices los que se ríen de sí mismos porque nunca terminarán de divertirse».

Y dijo Victoria Victimitis, asistente a tiempo parcial de Pedro el Gurú: «A veces los mejores amigos son aquellos que no están ahí cuando los necesitamos. Porque entonces tenemos que ir más allá de la necesidad y encontrar algo mucho más profundo que la comodidad de lo conocido donde sabemos desenvolvernos. Desear que algo sea diferente a como es se vuelve el pasaje al sufrimiento. Finalmente el corazón se llena de gratitud y crecemos en sabiduría al comprender.»

Y dijo Pedro el Gurú, mientras elongaba los gemelos contra el cordón de la vereda: «Ser consciente es también estar atento como presencia sensible, a las necesidades de los demás. El bienestar interior que solo satisface los deseos que giran alrededor del propio ombligo, aún cuando sean buenos deseos, son solo una forma espiritualizada de egoísmo.»

Y dijo Pedro, el gurú del gym, secándose la frente y tomando el acostumbrado trago de su misterioso batido: En el «emporio del siga siga» los que la pasan bien son los mudos condescendientes que silenciosamente disimulan lo que ven al no atreverse a expresar lo que piensan. Luego sobrevienen las contorsiones interpretativas que justifican los deseos con el disfraz de lo necesario. Mi error está en desear que sea diferente a lo que es y eso demuestra que todavía no estoy muy zen que digamos.

Y dijo El Tábano Alberto, el tanguero caminador de veredas porteñas, despuntando el vicio de la pregunta retórica mientras pateaba latas y botellas de plástico vacías:
– ¿La verdad nos hace libres o la libertad nos hace verdaderos?
– Respeto, pluralismo, tolerancia ¿son atolones en el océano Índico o estancias en la Patagonia?

Y dijo Pedro mientras se sacaba las zapatillas y escurría las medias: «Sabio es quien busca asomar aunque sea por un momento su cabeza al cielo y necio quien desespera por meter el cielo en su cabeza».

Y dijo Lady Pureza, la inmaculada sabia incógnita: «Reemplazar el miedo a Dios por el miedo al karma es una forma alternativa de no confrontar la naturaleza de nuestros propios miedos. No hay forma de liberarse de ellos sin comprender su origen con lo que implica hacerlo. Aunque mantenerse adormecido en algún falso refugio sigue siendo una opción.»

Y dijo Pedro, el silencioso maratonista de la vida, desde su perfil pragmático: «Porque no es suficiente hacer esfuerzos, pasarla mal y sufrir con resignación. No es cuestión de pasarse la vida chupando limones porque uno ama la sabiduría, la verdad y desea ser honesto. Estamos en esta vida para estudiarnos a nosotros mismos pero solo es posible mirando nuestro corazón con bondad dentro de nuestra horrible y deprimente confusión. Sin bondad, humor y compasión hacia lo que vemos la honestidad se vuelve un lugar sórdido y nos sentimos desgraciados.
Por eso, coraje pero con cordura, firmeza pero con suavidad. Siempre con delicadeza y cordialidad hacia lo que vemos en nuestro corazón para hacernos amigos de eso que vemos con altas dosis de compasión y cuidado.»

Y dijo el Dr. Ravan, el psicoanalista freelance de lo cotidiano: «Toneladas de apego moldean nuestros puntos de vista y calificativos. Los hechos son solo hechos pero cuando adjetivamos alrededor de ellos tratamos que sean conforme a nuestros deseos e influimos en la opinión de los demás.
La honestidad se parece a la raíz de un rosal. Tiene menos prensa, no busca la fama, se la deja a la flor. ¿Por qué será que las palabras sinceras suelen carecer de elegancia?»

Y dijo Gladys, la cosmiatra zen: «Quizá se trate de comprender que las verdaderas tinieblas no son las de nuestra oscuridad desbordante sino las de rendirse a ellas bajo el imperio de la impotencia y la aflicción. Porque también las carencias afirman, tienen su propio decir y maneras de confirmar su existencia para señalar algo. Cuesta más de lo deseable aprender a constatar que todo tiene un sentido a la espera de ser descifrado y que habitar nuestras ambig­üedades puede resultar incómodo e inquietante. Tanto así, que optamos por volvernos ciegos a nuestra propia oscuridad. Después de todo, las nubes hacen al cielo más humano para que el sol no nos encandile.»

Y dijo  Lady Pureza: «Lo que consideramos válido hoy, no necesariamente será válido mañana para nosotros mismos o para los demás. La validez está condicionada por muchas cosas, como todo en este mundo de permanente cambio. Es legítimo, lógico y coherente analizar, corregir, mejorar e inclusive descartar lo que ya no tiene sentido. Tomar lo que hoy es válido en forma descontextualizada es considerar mi apreciación como una verdad absoluta. Y no lo es.»

Y dijo Pedro: «Algunas personas piensan que están reflexionando cuando simplemente están reorganizando sus prejuicios. Es infinitamente más fácil verlo en los demás que darse cuenta cuando uno mismo lo está haciendo. Pero para poder darle un vistazo a la vida hay que dejar de juzgar lo que está bien y lo que está mal disolviendo las propias creencias y dualidades.»

Y dijo Pedro (sentado en el cordón mientras cambiaba la cámara de la rueda trasera de la bici): «La paz es el bonus track del cd del entendimiento. Si no hay verdadera comprensión creerás que sientes paz pero no durará. Pronto estarás cuestionando algo que se llevará esa paz superficial. Volverte pacífico es la consecuencia natural de comprender integrando los dos hemisferios cerebrales: el analizar le da forma a la idea y tu corazón la reconocerá como verdadera.»

Y dijo Pedro, con la medialuna enarbolada preguntando por su café y con algo de malhumor: «Frente a las situaciones siempre hay un gap, un espacio hueco que nos separa de ellas cuando aprendemos a observar. Ese espacio suele llenarse con pensamientos que siempre son una elección personal. Dependen de cada uno y no de la escena. Aprender a verlo nos hace libres de elegir qué pensar como un acto subjetivo frente a un hecho objetivo. Pero para eso hay que aprender a hacer un stop, parar y observar y luego recién seguir. Sin ese stop hay pocas posibilidades de entender y no habrá verdadera comprensión por más sabias que sean las enseñanzas espirituales. El conocimiento que no se practica es como una flor artificial: Las hay bonitas pero no tienen vida.»

Y dijo Ofelia Guillotina, el instrumento filoso, mientras degustaba su segundo té verde: «Ella estaba tan ocupada y entretenida en mantener su día a full que tuvo un accidente de tránsito, murió y le llevó un par de horas darse cuenta que ya no necesitaría su agenda».

Y la vida nos da la opción de dibujar el propio boceto en un proceso de revisión permanente o creer en el diseño de otro.

  «Un día sin chocolate es un día perdido».