De citas, personajes y la conciencia.

Estamos habitados por múltiples personajes. Somos una maraña de yoes irrumpiendo en la consciencia tratando de imponer sus puntos de vista. Todos y cada uno de los engaños de este mundo no son nada comparados con los que cometemos con nosotros mismos. Ser honesto con uno mismo es uno de los más duros desafíos de la vida e infinitamente más difícil que culpar y condenar a otros o al entorno. Lo más sencillo es reprimir, disimular y ocultar a través de máscaras constituidas por todas esas cualidades maravillosas y nobles virtudes que creemos tener. Rechazamos mirar y afrontar el dolor a causa del miedo pero al hacerlo nos causamos una clase de sufrimiento que se vuelve inexplicable para una mente acostumbrada a negar lo que siente y a no aceptar la realidad tal como es.

Hay una pasión que nos ata y otra que nos libera. El arte de discernir y discriminar hace la diferencia frente a la necesidad de decidir: Reconocer, distinguir y seleccionar lo verdadero, apropiado, coherente y equilibrado frente a lo que no lo es.
Somos la expresión de un gran misterio y diversas las formas de entendernos a nosotros mismos y a la vida. 

La madre de todas las batallas se libra dentro de uno mismo. Y el humor puede ser un alivio y un gran compañero de viaje: «Felices los que se ríen de sí mismos porque nunca terminarán de divertirse».

Y dijo Victoria Victimitis, asistente a tiempo parcial de Pedro el Gurú: «A veces los mejores amigos son aquellos que no están ahí cuando los necesitamos. Porque entonces tenemos que ir más allá de la necesidad y encontrar algo mucho más profundo que la comodidad de lo conocido donde sabemos desenvolvernos. Desear que algo sea diferente a como es se vuelve el pasaje al sufrimiento. Finalmente el corazón se llena de gratitud y crecemos en sabiduría al comprender.»

Y dijo Pedro el Gurú, mientras elongaba los gemelos contra el cordón de la vereda: «Ser consciente es también estar atento como presencia sensible, a las necesidades de los demás. El bienestar interior que solo satisface los deseos que giran alrededor del propio ombligo, aún cuando sean buenos deseos, son solo una forma espiritualizada de egoísmo.»

Y dijo Pedro, el gurú del gym, secándose la frente y tomando el acostumbrado trago de su misterioso batido: En el «emporio del siga siga» los que la pasan bien son los mudos condescendientes que silenciosamente disimulan lo que ven al no atreverse a expresar lo que piensan. Luego sobrevienen las contorsiones interpretativas que justifican los deseos con el disfraz de lo necesario. Mi error está en desear que sea diferente a lo que es y eso demuestra que todavía no estoy muy zen que digamos.

Y dijo El Tábano Alberto, el tanguero caminador de veredas porteñas, despuntando el vicio de la pregunta retórica mientras pateaba latas y botellas de plástico vacías:
– ¿La verdad nos hace libres o la libertad nos hace verdaderos?
– Respeto, pluralismo, tolerancia ¿son atolones en el océano Índico o estancias en la Patagonia?

Y dijo Pedro mientras se sacaba las zapatillas y escurría las medias: «Sabio es quien busca asomar aunque sea por un momento su cabeza al cielo y necio quien desespera por meter el cielo en su cabeza».

Y dijo Lady Pureza, la inmaculada sabia incógnita: «Reemplazar el miedo a Dios por el miedo al karma es una forma alternativa de no confrontar la naturaleza de nuestros propios miedos. No hay forma de liberarse de ellos sin comprender su origen con lo que implica hacerlo. Aunque mantenerse adormecido en algún falso refugio sigue siendo una opción.»

Y dijo Pedro, el silencioso maratonista de la vida, desde su perfil pragmático: «Porque no es suficiente hacer esfuerzos, pasarla mal y sufrir con resignación. No es cuestión de pasarse la vida chupando limones porque uno ama la sabiduría, la verdad y desea ser honesto. Estamos en esta vida para estudiarnos a nosotros mismos pero solo es posible mirando nuestro corazón con bondad dentro de nuestra horrible y deprimente confusión. Sin bondad, humor y compasión hacia lo que vemos la honestidad se vuelve un lugar sórdido y nos sentimos desgraciados.
Por eso, coraje pero con cordura, firmeza pero con suavidad. Siempre con delicadeza y cordialidad hacia lo que vemos en nuestro corazón para hacernos amigos de eso que vemos con altas dosis de compasión y cuidado.»

Y dijo el Dr. Ravan, el psicoanalista freelance de lo cotidiano: «Toneladas de apego moldean nuestros puntos de vista y calificativos. Los hechos son solo hechos pero cuando adjetivamos alrededor de ellos tratamos que sean conforme a nuestros deseos e influimos en la opinión de los demás.
La honestidad se parece a la raíz de un rosal. Tiene menos prensa, no busca la fama, se la deja a la flor. ¿Por qué será que las palabras sinceras suelen carecer de elegancia?»

Y dijo Gladys, la cosmiatra zen: «Quizá se trate de comprender que las verdaderas tinieblas no son las de nuestra oscuridad desbordante sino las de rendirse a ellas bajo el imperio de la impotencia y la aflicción. Porque también las carencias afirman, tienen su propio decir y maneras de confirmar su existencia para señalar algo. Cuesta más de lo deseable aprender a constatar que todo tiene un sentido a la espera de ser descifrado y que habitar nuestras ambig­üedades puede resultar incómodo e inquietante. Tanto así, que optamos por volvernos ciegos a nuestra propia oscuridad. Después de todo, las nubes hacen al cielo más humano para que el sol no nos encandile.»

Y dijo  Lady Pureza: «Lo que consideramos válido hoy, no necesariamente será válido mañana para nosotros mismos o para los demás. La validez está condicionada por muchas cosas, como todo en este mundo de permanente cambio. Es legítimo, lógico y coherente analizar, corregir, mejorar e inclusive descartar lo que ya no tiene sentido. Tomar lo que hoy es válido en forma descontextualizada es considerar mi apreciación como una verdad absoluta. Y no lo es.»

Y dijo Pedro: «Algunas personas piensan que están reflexionando cuando simplemente están reorganizando sus prejuicios. Es infinitamente más fácil verlo en los demás que darse cuenta cuando uno mismo lo está haciendo. Pero para poder darle un vistazo a la vida hay que dejar de juzgar lo que está bien y lo que está mal disolviendo las propias creencias y dualidades.»

Y dijo Pedro (sentado en el cordón mientras cambiaba la cámara de la rueda trasera de la bici): «La paz es el bonus track del cd del entendimiento. Si no hay verdadera comprensión creerás que sientes paz pero no durará. Pronto estarás cuestionando algo que se llevará esa paz superficial. Volverte pacífico es la consecuencia natural de comprender integrando los dos hemisferios cerebrales: el analizar le da forma a la idea y tu corazón la reconocerá como verdadera.»

Y dijo Pedro, con la medialuna enarbolada preguntando por su café y con algo de malhumor: «Frente a las situaciones siempre hay un gap, un espacio hueco que nos separa de ellas cuando aprendemos a observar. Ese espacio suele llenarse con pensamientos que siempre son una elección personal. Dependen de cada uno y no de la escena. Aprender a verlo nos hace libres de elegir qué pensar como un acto subjetivo frente a un hecho objetivo. Pero para eso hay que aprender a hacer un stop, parar y observar y luego recién seguir. Sin ese stop hay pocas posibilidades de entender y no habrá verdadera comprensión por más sabias que sean las enseñanzas espirituales. El conocimiento que no se practica es como una flor artificial: Las hay bonitas pero no tienen vida.»

Y dijo Ofelia Guillotina, el instrumento filoso, mientras degustaba su segundo té verde: «Ella estaba tan ocupada y entretenida en mantener su día a full que tuvo un accidente de tránsito, murió y le llevó un par de horas darse cuenta que ya no necesitaría su agenda».

Y la vida nos da la opción de dibujar el propio boceto en un proceso de revisión permanente o creer en el diseño de otro.

  «Un día sin chocolate es un día perdido».