El Contacto con el Corazón de la Realidad

«Renuncia a todos los otros mundos, excepto al que perteneces.» (David Whyte)

La experiencia de vida que cada uno piensa y siente está determinada por un conjunto de creencias que condicionan las interpretaciones que hacemos de los eventos. Atendemos a la situación que nos rodea desde la perspectiva de los deseos,  que son modelados por los recuerdos y expectativas. No somos realmente conscientes de cómo asignamos valor a las cosas y la forma en que ciertos miedos específicos crean el marco a nuestro enfoque personal. Puede suceder que en algún momento nos demos cuenta que identificarnos con nuestro enfoque es una trampa y es entonces el instante propicio para relajar sus límites y probar qué sucede si no tratamos de manipular la realidad de acuerdo a nuestras preferencias. A veces abrirse al mundo no es otra cosa que permanecer serenos y cultivar la soledad. Otras es ofrecer nuestro corazón en paz a fin de no alimentar el círculo de violencia en que tantas veces nos vemos involucrados. Cuando toda esa energía invertida en mantener nuestro enfoque personal se libera la experiencia cobra otra dimensión. La más preciosa experiencia espiritual es la cotidiana, la que nos conecta a la imperturbable fuente de la vida, ese fondo absoluto en que la vida se vive a sí misma.

Un sentimiento pleno de reconciliación nace en la aceptación de las cosas tal como son, sin conformarse ni rechazar lo que se presenta. El amor verdadero brota en la más completa gratuidad de la unidad.

 

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