A medida que avanzamos en el camino espiritual (no necesariamente en la escalada de conciencia pero sí como consecuencia del paso del tiempo) solemos mejorar en nuestros argumentos teniendo más y mejores respuestas para todas las situaciones posibles.
Todo tiene una razón, nada es casual y si nos frustramos es solo porque aún no entendemos bien. Nuestro intelecto aún no comprendió, no está en nuestra fortuna y por eso por momentos podemos sentirnos abatidos. Y si las situaciones que vienen a nosotros ya se hacen insoportables al mismo tiempo que incomprensibles entonces es el karma y sus cuentas los que entran en escena. Porque no es solo que uno puede tener el fruto de sus acciones sino que para colmo uno vive las situaciones conforme al karma. Es así como una misma situación puede causarnos pesar a nosotros y a otras personas no.
Es por eso que me decidí a escribirle al malo de esta película que parece ser el causante de todo el pesar del mundo.
Querido Karma:
Te escribo estas líneas de tono intimista para decirte que vos y yo tenemos que negociar la deuda adquirida por mí, vaya a saber cuándo y en qué circunstancias. Para colmo ni siquiera tengo certeza a cuánto asciende ni tampoco sé a quién le debo ni cuánto.
No me parece justo que me cobres con intereses, y además no es nada equitativo que vos tengas todos los datos y papeles con mis deudas y yo no tenga ninguna información al respecto. Menos aún, que mis deudores se presenten camuflados de amigos o amorosos viajeros espirituales.
Te propongo un acuerdo:
En lo que me queda de esta vida me comprometo en un 100% a salir de las tibieza y hacer lo correcto involucrándome con toda mi conciencia en no causar daño.
No me puedo comprometer a que no me traicionen mis programas inconscientes pero sí a accionar desde mi discernimiento y libertad para elegir, optando por poner toda la luz que pueda a las situaciones que se crucen en mi vida y toda la compasión hacia las personas involucradas.
A cambio, solo te pido que ya no pongas más en mi camino a mis antiguos errores, al menos no camuflados de compañeros, socios, familiares, jefes, vecinos, hermanos espirituales y amigos.
Ya entendí. No quiero saber nada más de este asunto de las cuentas.
Y desde hoy, con todo amor te despido de mi vida querido Karma, y me entrego por completo al Drama, tu compinche y socio.
Hasta la vista,
Sandra