¿Reencarnación o renacimiento? Lo que Buda no enseñó.

¿Se sorprenderían si les dijera que la reencarnación no es una enseñanza budista? Si es así, sorpréndanse, no lo es.

La reencarnación, normalmente se entiende como la transmigración después de la muerte de un alma a otro cuerpo. En el budismo no hay tal enseñanza. Una de las doctrinas fundamentales del budismo es anatta, no alma o no yo. No hay una esencia permanente de un «yo individual» que sobreviva a la muerte.

No obstante, los budistas hablan frecuentemente del renacimiento. Pero si no hay un alma o un yo permanente, ¿qué es lo que renace?

¿Qué es el Yo? 

El Buda enseñó que lo que pensamos que es nuestro «yo», nuestro ego, la conciencia-yo y personalidad, es una creación de los skandhas o agregados. Nuestros cuerpos, nuestras sensaciones emocionales, conceptualizaciones, ideas, creencias y conciencias, trabajan unidas para crear la ilusión de un yo distintivo y permanente. En cada momento, la ilusión del yo se renueva a sí mismo. No solamente nada se transfiere de una vida a otra, sino que nada se transfiere de un momento al próximo. Todos los fenómenos, incluyendo los seres, están en un estado constante de flujo, siempre cambiando, deviniendo y muriendo. Esta es una de las características de la existencia: anicca, la impermanencia.

¿Qué es renacer?

Según explica el maestro Walpola Rahula en su libro «Lo que el Buda enseñó», si entendemos que en esta vida podemos continuar sin una permanencia de un yo o un alma, ¿por qué no podemos entender que esas fuerzas que nos constituyen pueden continuar sin un yo o  alma luego que el cuerpo deja de funcionar? Las energías no mueren con el cuerpo sino continúan tomando otra figura o forma, que nosotros llamamos otra vida. Las energías físicas y mentales que constituyen el ser, tienen ellas mismas el poder de tomar una nueva forma.

Como no hay permanencia, una sustancia que no cambie, nada pasa de un momento a otro para que exista. Nacer y morir continúan constantemente sin interrupción, pero cambian en cada momento, dice el maestro zen John Daido Loori.

Los maestros nos dicen que «el yo» es una serie de momentos de pensamiento. Cada momento de pensamiento condiciona el próximo momento de pensamiento. Como esto no es fácil de comprender solamente con el intelecto, se enfatiza en la práctica de la meditación para comprender la íntima ilusión del yo.

Karma y renacimiento

La fuerza que propulsa esta continuidad es el karma, lo cual no significa destino (como suele ser interpretado por los occidentales) sino simplemente la acción y la reacción, la causa y el efecto. El budismo enseña que el karma significa «acción volitiva», cualquier pensamiento, palabra o acción condicionada por el deseo, el odio, la pasión o la ilusión crea karma. Cuando los efectos del karma se proyectan en pensamientos, palabras y acciones, el karma trae el renacimiento.

No hay duda que muchos budistas, orientales y occidentales, continúan creyendo en la reencarnación individual debido a su propia capacidad mental y espiritual para comprender. El Buda enseñó para la diversidad de personas y la interpretación literal de las parábolas o mitos pueden no hacer sentido a una mente moderna y por eso es tan importante discernir y diferenciar.

¿Cuál es el punto?

Las personas buscan una religión por las doctrinas que proveen respuestas simples a preguntas difíciles. El budismo no trabaja en esa forma. Simplemente creer en alguna doctrina acerca de la reencarnación o el renacimiento no tiene propósito. El budismo es una práctica que capacita para experimentar la ilusión o el engaño como ilusión o engaño, y la realidad como realidad.

El Buda enseñó que nuestra creencia ilusoria en el yo separado causa muchas frustraciones y pesar en la vida (dukka). Cuando la ilusión se experimenta como ilusión, nos liberamos.

Fuente: Extractado del artículo publicado por Barbara O´Brien para About Religion (http://buddhism.about.com/)

 

 

 

El Budismo en Occidente y el Mindfulness

La forma en que Occidente ve el budismo es tan diversa como la variedad de occidentales. Algunos buscan el budismo como una técnica de relajación, algún tipo de método que ayude a tener un poco más de equilibrio, un poco más de paz mental. ¡Y eso es bueno! Quizá recitar un mantra, quizá practicar Shamatha, tal vez hacer un poco de Vipassana o simplemente sentarse en Zen. Muchas veces las meditaciones budistas se enseñan fuera de cualquier contexto realmente significativo, tanto de la cosmovisión budista como  el modo de vida budista y sus valores, etc.

Alguien puede simplemente desenchufar una técnica como la meditación de la atención plena e incluso inventar un nuevo nombre para el  Vippasana , Shamatha, Zen, Vajrayana o Dzogchen. Uno puede desenchufarlas del contexto y practicarlas de manera aislada. Al Dalai Lama se le preguntó en una ocasión sobre este tema durante un encuentro en el Mind and Life Institute, específicamente sobre la meditación mindfulness y que de acuerdo a la evidencia científica resulta de gran utilidad. El respondió: “Es muy bueno, pero no confundan esto con el budismo”.

La meditación, fuera de contexto, no es budismo. Simplemente observar la respiración entrando y saliendo, no es budismo. Recitar algunos mantras, tampoco es budismo. El budismo es algo muy rico, es algo integral, y no es una cuestión de adoptar todo un conjunto de creencias sino es entender que la meditación budista está incorporada en una forma de ver la realidad a la que uno está invitado y es bienvenido a comprobar con mucho cuidado, para examinar e investigar. Pero la noción que las opiniones y las creencias son irrelevantes en la meditación es una tontería. La noción que la meditación puede florecer, que puede producir una transformación radical sin estar integrada a la ética, es una tontería.

Así que debe haber un modo correspondiente de vida, una visión del mundo en armonía con la práctica meditativa y, en ese contexto, entonces uno tiene una auténtica atención plena o mindfulness arraigada en la ética, de la mano con el cultivo del samadhi, como el cultivo de otras cualidades del corazón como las cuatro cualidades inconmensurables o las cuatro divinas permanencias, amor bondadoso, compasión, alegría y ecuanimidad  y luego aplicar la atención plena a la investigación contemplativa de la naturaleza de la realidad.

Fuente: Entrevista a Alan Wallace, Noruega, 22 de julio de 2012.

El precio oculto del Mindfulness

La otra mañana, me desperté y prepraré una taza de té Mindful Lotus ($6 por 20 bolsas). En el metro, cargué la aplicación Headspace en mi iPhone seguida de un ejercicio de atención plena ($13 al mes por contenido premium). Más tarde, fui a Mndfl, un estudio de meditación en Greenwich Village ($20 por una clase de 45 minutos).

En estos días parece como si todo el mundo estuviera vendiendo el mindfulness o atención plena, una forma popular de meditación. Los Golden State Warriors, los Seattle Seahawks y los Red Socks de Boston están practicando la atención plena en el vestuario. Después de que Google comenzó a enseñar esta práctica a sus empleados, empresas como McKinsey y BlackRock empezaron a hacer lo mismo.

Las ofertas para el consumidor son prolíficas. Hay más de dos docenas de aplicaciones de atención plena para smartphones, algunas ofreciendo suscripciones vitalicias por $400. Great Courses tiene dos paquetes de atención plena, cada uno con un par de docenas de DVDs por $250. Para un “emprendedor contemplativo”, nunca ha sido más fácil hacer dinero.

Por otro lado, esto debería ser una buena noticia. Después de todo, ¿dónde está el daño en tener gente que se detiene, se pone en contacto con sus sentimientos y se vuelve más amable? Como meditador esporádico, sé de primera mano que la atención plena puede aliviar el estrés, mejorar la concentración y promover el bienestar. Y durante esta cargante época electoral, ¿no nos vendría bien un poco más de paz, amor y comprensión?

Pero con tantas personas tratando de sacar provecho de la locura de la meditación, es difícil no preguntarse si se está perdiendo algo esencial. Si la atención plena se puede comprar tan fácilmente como un par de pantalones de yoga, ¿puede realmente ser una práctica transformadora que calma la mente perturbada? Es una pregunta tan resbaladiza como un koan Zen.

No hay duda de que a medida que la atención plena se ha generalizado, mucha gente ha utilizado la técnica para lograr paz mental, una mayor conciencia de sí mismo, tal vez incluso más compasión. Sin embargo, al mismo tiempo, una carrera de fondo parece estar en marcha.

Existen multitud de empresas con el apodo “mindful” (hay Carne Mindful, caremlos de menta Mindful, camisetas Mindful). Un amigo recientemente ha pintado la habitación de su hija con el color Gris Mindful. Más preocupante es la prisa por hacer que la atención plena encaje perfectamente en una vida que se mueve a la velocidad del ancho de banda.

Cada vez más, la atención plena se está empaquetando como un respiro de un minuto, un interludio entre la comprobación de Instagram y el próximo capítulo de House of Cards. Una empresa anuncia que ha encontrado la “dosis mínima efectiva” de meditación que cambiará tu vida. En Amazon, se puede encontrar “Atención plena en un minuto: 50 Formas sencillas para encontrar la paz, claridad y nuevas posibilidades en un mundo estresado.” Cursos dudosos prometen ayudar a la gente a dominar la atención plena en unas pocas semanas.

IBISWorld, una empresa de investigación, estima que los negocios relacionados con la meditación en los Estados Unidos el año pasado generaron $984 millones en ingresos. Con tantos bienes y servicios mindful a la venta, puede ser fácil olvidar que la atención plena es una cualidad de ser, no una mercancía.

Es decir, no se puede simplemente comprar la atención plena. En su contexto histórico, la atención plena es sólo un aspecto más de un viaje de por vida para ser más tolerante, menos crítico y más amable con uno mismo y los demás. Incluso en su encarnación moderna, la atención plena debe entenderse como una habilidad adquirida a través de horas de contemplación a veces incómoda.

Al considerar el destino de la atención plena en el mercado americano, es interesante examinar la evolución del yoga. Al igual que la atención plena, el yoga tiene sus raíces en las tradiciones espirituales de la India, y fue practicado durante décadas por los entusiastas antes de ser una corriente principal. Pero a medida que el yoga se hizo más popular, mutó hacia formas extrañas. Hoy en día existe el yoga desnudo, paddleboard yoga y el doga (es decir, el yoga realizado en compañía de tu perro). El yoga también se convirtió en un negocio de billones de dólares, generando empresas de ropa como Lululemon.

Kaitlin Quistgaard reportó el extraño ascenso del yoga como ex editora del Yoga Journal. Dijo que si bien los puristas a veces se lamentaron por su comercialización, sus lamentos fueron en vano. Suelto en el mercado estadounidense, el yoga adquirió vida propia. Ahora, dice Kaitlin, lo mismo está sucediendo con la atención plena.

“Nadie puede decidir quién puede vender la atención plena, o utilizar la atención plena para vender un producto”, afirma Quistgaard.

Esto no significa que la atención plena no sea beneficiosa. El yoga puede haber cambiado con los años, pero un montón de maestros y ashrams auténticos todavía pueden ser encontrados. La misma dinámica puede estar sucediendo con el mindfulness. Variaciones extrañas surgirán y proliferarán, mientras que las enseñanzas tradicionales aguantarán y perdurarán.

Incluso acercamientos aparentemente superficiales pueden ser útiles, o al menos benignos. Joe Burton, director ejecutivo de Whil, que ofrece una aplicación de meditación popular, está convencido de que sólo porque la atención plena se está transmitiendo online a precios cada vez más altos, esto no lo convierte en algo ineficaz o no auténtico. “Nadie puede venir a hacer nuestro entrenamiento siendo un idiota, codicioso y egoísta, y esperar convertirse tras ello en un mejor idiota, codicioso y egoísta,” afirma.

Probablemente tiene razón. En los últimos años, he entrevistado a cientos de meditadores, y muchos empresarios detrás de la “corporación” Atención Plena. Algunos parecían más interesados formar parte del circuito social de la meditación que en hacer el trabajo duro de la auto-reflexión.

Más a menudo, sin embargo, las personas que se toman el tiempo para meditar (observando cuidadosamente los pensamientos, las emociones y las sensaciones) son sinceros en sus aspiraciones a estar menos estresados, ser más tolerantes y por lo menos un poco más felices.

Y aún así, el materialismo espiritual abunda. En un reciente viaje a Whole Foods me encontré con un nuevo producto del fabricante de alimentos saludables Earth Balance: un sustituto de mayonesa sin leche llamado Mindful Mayo ($4.50 por frasco). Luego, esperando en la cola, compré un ejemplar de la revista Mindful Magazine ($6).

Pagué y me dirigí hacia la salida. No hay nada malo en comprar productos con la etiqueta mindful. Vivimos en una cultura consumista, y yo prefiero gastar mi dinero en guías de alimentos saludables y de autoayuda que trapos, comida basura y chismes.

Pero cuando llegué a casa, me decidí a hacer algo más que simplemente que apoyar el mindfulness a golpe de billetera. Encontré un momento tranquilo, guardé mi iPhone, y cerré los ojos para meditar. No es suficiente con comprar la atención plena. Tienes que practicar también.

Publicado en New York Times por David Gelles
Imagen Robert Frank Hunter
Traducción de Mindfulness Exercises

Sobre la doctrina Anatta

Este es un extenso texto donde se analiza el concepto de annata, una idea bastante difícil de asimilar para un occidental. Para leerlo con calma y sin prejuicios.

Anatta es una palabra pali compuesta por un prefijo negativo, an, que significa «no», más atta, «alma», y se traduce muy literalmente como «no-alma». Sin embargo, la palabra atta tiene muy diversos significados, algunos de los cuales pertenecen a los campos de la psicología, la filosofía y la terminología diaria, como ocurre por ejemplo cuando atta puede significar yo, ser, ego y personalidad. Por lo tanto, examinaremos y elucidaremos el gran conjunto de significados que atta puede tener, a fin de determinar exactamente lo que negó Buddha cuando proclamó que enseña anatta, es decir, cuando negó la existencia de atta. Examinaremos las definiciones buddhistas y no buddhistas del término «alma», y también examinaremos las definiciones modernas de términos tales como «ego» y el «yo».

La mayoría de quienes escriben en el campo de la religión, cuando se refieren específicamente al alma o atta, utilizan los términos yo, ego, ser y alma como si fuesen sinónimos, mientras que los psicólogos definen esos términos como entidades totalmente diferentes. Si definimos atta como algo que incluye los términos yo, ego, personalidad y ser, podemos cometer el error de afirmar que Buddha negó los fenómenos de las diferencias individuales, las personalidades individuales, el kamma (conocido usualmente por la palabra sánscrita karma) individual, y otras características de la individualidad de las personas. Pero si decimos que Buddha negó sólo la entidad teológica de un alma, dejando intacta una entidad psicológica, tal como un ego o un yo, también estaremos cometiendo un error.
La resolución de este dilema nos conduce de hecho a que tengamos que tratar con dos niveles de la realidad al mismo tiempo: el nivel último y el nivel convencional.

En el sentido último, la doctrina anatta niega toda entidad psicológica, algún agente interno de la persona. En el sentido último, todos los fenómenos, incluido el que se llama una persona, están compuestos de elementos, fuerzas y una corriente de estados sucesivos. El Buddha organizó estos fenómenos en grupos conceptuales, conocidos como khandhas, que son: (1) procesos materiales, también conocidos como la forma corporal, la corporalidad o la materia; (2) sensación; (3) percepción; (4) formaciones mentales; y (5) conciencia. Es especialmente importante el hecho de que, cuando se analizan todos los fenómenos mentales y físicos en forma de estos elementos, no se puede encontrar ninguna entidad residual, tal como un alma, un yo o el ego. En suma, hay acciones ejecutadas por estos grupos, pero no hay actor. Las obras de estos grupos de fuerzas y elementos nos parecen un ego o una personalidad, pero en realidad el ego o yo o agente de las acciones tiene sólo una existencia ilusoria.

A nivel convencional, sin embargo, las obras de estas fuerzas, elementos y estados están organizadas por leyes causales y, aunque no constituyen en modo alguno un yo o un alma extra-fenoménica, sí producen un individuo humano, una persona (si llamamos «persona» a una cierta combinación de procesos materiales y mentales). Esta combinación compleja de procesos materiales y mentales depende por entero de procesos previos, especialmente la continuidad del kamma, que es el proceso de actos éticos y los resultados de tales actos voluntarios. Así se toman en cuenta las diferencias individuales, aunque en el sentido último se niegue al yo o ego o personalidad. Por ejemplo, un individuo puede ser una persona enojada, de temperamento violento, porque en el pasado ha realizado acciones que crearon condiciones favorables para el surgimiento, en el presente, de ciertos rasgos que son resultados del kamma. Pero esto ocurre porque el kamma deja un potencial para el surgimiento de esos rasgos de ira y mala voluntad, no porque continúe ninguna clase de yo de la persona. En realidad, el individuo humano no es el mismo en dos momentos consecutivos; todo es una sucesión de fuerzas y elementos, y no hay nada sustancial. Por lo tanto, a nivel convencional podríamos decir que las diferencias individuales tienen una existencia ilusoria. Las concepciones comunes de todos los días, como yo, ego y personalidad, parecen muy reales, obvias y bien definidas por psicólogos y profanos, pero en el nivel absoluto y a los ojos de quienes han alcanzado la iluminación son ilusorias.

También podemos aproximarnos a la psicología buddhista examinando el sistema psicológico muy complejo y técnico conocido como Abhidhamma. Como dice Nàrada Maha Thera, el Abhidhamma es «una psicología sin una psique» (1979, p.1). El Abhidhamma enseña que la realidad última se compone de cuatro elementos: Nibbàna (en sánscrito Nirvana) es incondicionado; citta (conciencia), cetasika (factores mentales) y rùpa (materia) que son condicionados. Solo estos elementos constitutivos, llamados dhammas, poseen una realidad última. El mundo familiar de objetos y personas, y el mundo interior del yo y el ego, son solo construcciones conceptuales creadas por la mente a partir de dhammas elementales. Así pues, el Abhidhamma se refiere a términos que son válidos desde el punto de vista de las realidades últimas: describe la realidad en términos de la verdad última. Por lo tanto, describe los dhammas, sus características, sus funciones y sus relaciones. Todas las entidades conceptuales, tales como el yo o el ser o la persona, se resuelven, en términos de la realidad última, en meros fenómenos mentales y materiales que son impermanentes, condicionados, surgidos dependientemente, carentes de un yo o sustancia propios. La conciencia, por ejemplo, que parece un flujo continuo, se describe como una sucesión de eventos mentales discretos, evanescentes, las cittas, y como un conjunto complejo de factores mentales, las cetasikas, que realizan tareas más especializadas en el acto de la conciencia. No hay ningún yo, alma o agente dentro de la persona que se involucre en este proceso. (Véase a Bhikkhu Bodhi, 1993, pp. 3-9)

Veamos algunos de los términos relacionados con atta que encontramos en diversas fuentes. El Abingdon Dictionary of Living Religions define como sigue al «Alma» o el «Espíritu»: «Aquello que da vida a cualquier cosa animada; o la parte interna esencial o incorpórea o dimensión de cualquier cosa animada; o una sustancia o entidad no corpórea pero animada; o un ser personal no corpóreo pero individualizado» (Crim, 1981, p. 699). Richard Kennedy ofrece otra definición de alma en The International Dictionary of Religion (1984, p. 177) «Muchas religiones enseñan que el hombre está compuesto de un cuerpo físico, que no sobrevive a la muerte, y un núcleo eterno, invisible, que es el verdadero yo o alma». Donald Watson, en A Dictionary of Mind and Spirit (1991, p. 314), dice de alma: «Recibe muchos nombres: jìva (jaina), Àtman (hindú), Mónada, Ego, Yo, Yo Superior, yo elusivo, psique, o incluso Mente. En estas definiciones no-buddhistas de alma vemos muchos términos, tales como núcleo, ego y esencia, usados como sinónimos.

Aquí daremos dos definiciones buddhistas de atta. La primera aparece en el Buddhist Dictionary (1980, p. 14) de Nyanatiloka: «… cualquier cosa que en el sentido último pueda considerarse como auto-existente, ego, entidad real, alma o cualquiera otra sustancia perdurable.» En The Truth of Anatta (1966, p. 2), el Dr. G.P. Malalasekera afirma que atta es «yo, como una entidad metafísica sutil, el alma». Estas definiciones cubren también un gran conjunto de significados del término atta y de las traducciones habituales de atta como alma y yo.

Las definiciones anteriores de atta, alma, pasan a veces al campo de la psicología, cuando los autores definen el alma como yo, ego, psique o mente. ¿Negó el Buddha que concepciones tales como las de ego y yo sean reales cuando proclamó la doctrina anatta? De nuevo, la respuesta depende de que estemos hablando de la realidad última o de la realidad convencional.

UNA INTRODUCCIÓN A LA DOCTRINA DE ANATTA (NO-ALMA)

La doctrina de anatta es una de las enseñanzas más importantes del buddhismo. Es la característica más distintiva del buddhismo porque, como lo han reconocido muchos estudiosos, hace al buddhismo diferente de todas las demás religiones. Los estudiosos afirman que todas las demás religiones aceptan la existencia de cierta clase de entidad, agente o ser espiritual, metafísico o psicológico dentro de los seres que sienten, y en algunos casos simultáneamente afuera de tales seres. Es decir, la mayoría de las religiones aceptan la existencia de un alma o un yo. Escribe Donald Watson: «Entre las grandes religiones del mundo, sólo el buddhismo niega la existencia de un alma o es agnóstica a ese respecto» (1991,p. 314). Otro estudioso, Richard Kennedy, afirma: «Según el cristianismo, el islamismo y el judaísmo, cada alma será juzgada al término del mundo … Es el alma la que determinará si el individuo es castigado con el infierno o recompensado con la vida eterna en el cielo…El buddhismo enseña que no existe el alma o el yo verdadero, permanente» (1984, p. 177). La Enciclopedia Americana dice: «En el buddhismo no existe ningún yo perdurable o superviviente tal como el àtman. La meditación conduce a la conciencia de que la idea del yo, o àtman, es mera ilusión» (1990, p.236). En A Dictionary of Comparative Religion se explora la enseñanza de la existencia del alma, en todas las grandes religiones, a través de la historia: primitiva animista, egipcia, mesopotámica, hebrea, griega en sus versiones homéricas, órfica, pitagórica y platónica; hindú, zoroástrica, china, musulmana, japonesa y cristiana. Pero como dicen los autores, «El buddhismo, en su forma clásica, rechazó el concepto hindú de àtman como el yo esencial, inmortal…» (1970, pp. 587-88). Como podemos ver, el buddhismo es la única de las grandes religiones que niega la existencia de la entidad metafísica que suele llamarse yo o alma.

El buddhismo se divide en dos grandes escuelas, Theravàda y Mahàyàna, que en algunos casos tienen grandes diferencias. Pero ambas escuelas aceptan la doctrina anatta. Escribe H. von Glasenapp: «La negación de un àtman imperecedero es la característica común de todos los sistemas dogmáticos del Pequeño y del Gran Vehículo (que aquí significan Theravàda y Mahàyàna, respectivamente), y por lo tanto no hay ninguna razón para suponer que la tradición buddhista que está en completo acuerdo sobre este punto se haya desviado de la enseñanza original de Buddha» (1957, p. 154).

Aunque la doctrina de anatta es tan importante, tan distintiva, y supuestamente tan universalmente aceptada por los buddhistas, sigue siendo la más malentendida, la más malinterpretada, y la más distorsionada de todas las enseñanzas del Buddha. Algunos estudiosos que han escrito sobre el buddhismo tenían gran respeto por el Buddha, gustaban de sus enseñanzas, lo reverenciaban y lo honraban, pero no podían imaginar que un pensador tan profundo hubiese negado efectivamente la existencia de un alma. En consecuencia, han tratado de encontrar aparentes lagunas en las enseñanzas a fin de insertar en ellas la afirmación de atta por el Buddha. Por ejemplo, dos estudiosos modernos, Ananda K. Coomaraswamy e I. B. Horner, en su libro The Living Thoughts of Gotama the Buddha (1948), han dedicado gran parte del libro a la idea de que Buddha enseñó una doctrina de dos yos, el gran Yo, con mayúscula para significar el yo espiritual o alma, y un yo pequeño, el ego personal, con minúscula. Sostienen estos autores que Buddha negó sólo este yo o ego personal cuando habló de anatta. Estos estudiosos basan sus ideas en malas traducciones de palabras pali, y más adelante dedicaré un tiempo considerable al análisis de los pasajes pali que ellos tradujeron erradamente.

Otro estudioso, John Blofeld, sostiene también que Buddha estaba enseñando en realidad una doctrina de dos yos, un Yo verdadero o Alma y un yo personal falso o ego. Adviértase en la cita siguiente cómo debe aclarar Blofeld que la doctrina zen del Yo o Una Mente no es en realidad el Àtman de los brahmanes hindúes:

La doctrina de Anatman ha sido siempre el centro de la controversia buddhista. No hay duda de que Gautama Buddha la convirtió en uno de los puntos centrales de su enseñanza, pero son diversas sus interpretaciones. Los Theravadas la interpretan no sólo como ‘no yo,’ sino también como ‘no Yo,’ negando así al hombre un ego y toda participación en algo de la naturaleza del Espíritu Universal o la Mente Única. Los Mahayanistas aceptan la interpretación de la ‘ausencia de ego,’ sosteniendo que el ‘Yo’ real no es otra cosa que esa ‘no-entidad’ indescriptible, la Mente Única, algo mucho menos que una ‘entidad’ que el Atman de los brahmanes (1958,p. 109).

El «Espíritu Universal», «Mente Única» y «yo» que encuentra Blofeld dentro de la doctrina anatta son en realidad un Àtman, un atta, de una sustancia más fina, ‘menos que una entidad,’ como dice, pero sin embargo un Àtman. Por lo tanto, estas ideas de atta están en conflicto con la doctrina anatta del Buddha. Como mencionamos antes, la mayoría de los Mahàyànistas aceptan la doctrina de anatta, pero es posible que algunas escuelas posteriores del Mahàyàna, como el Zen chino del que escribe Blofeld, se hayan desviado hacia una teoría del alma.

La controversia sobre la doctrina anatta parece basarse en un temor profundo a la negación de la existencia de un alma. La gente está a menudo muy apegada a su vida, de modo que le gusta creer que existe algo perdurable, eterno y permanente en su interior. Cuando alguien les dice que no hay nada permanente en ellos, nada que los haga continuar eternamente, tal como un alma, los individuos pueden llenarse de miedo. Se preguntan qué será de ellos en el futuro: temen a su extinción. Buddha entendió esto, como podemos verlo en la historia de Vacchagotta, quien, como muchas otras personas, se sintió asustado y confundido por la doctrina anatta (Sanyutta Nikàya, IV, 400f).

Vacchagotta era un asceta que fue a ver a Buddha en cierta ocasión para discutir algunas cuestiones importantes. Preguntó al Buddha: «¿Existe el atta?» Buddha permaneció en silencio. Entonces preguntó Vacchagotta: «¿No hay un atta?» Pero Buddha siguió en silencio. Cuando se marchó Vacchagotta, Buddha explicó a Ananda porqué había permanecido en silencio. Explicó Buddha que Él sabía que Vacchagotta estaba muy confundido en su pensamiento acerca del atta, y que si Él hubiese respondido que sí existe el atta, estaría exponiendo la concepción eternalista, la teoría del alma eterna, con la que no estaba de acuerdo. Pero si dijera que el atta no existe, Vacchagotta podría pensar que estaría exponiendo la concepción nihilista, la idea de que una persona no es más que un organismo psicofísico que quedará completamente aniquilado con la muerte. Dado que esta última concepción niega al kamma, el renacimiento, y el origen condicionado, Buddha no estaba de acuerdo con ella. En efecto, Buddha enseña que los individuos renacen con patisandhi, ‘la conciencia de reconexión,’ una conciencia que no transmigra de la existencia anterior sino que surge por medio de condiciones incluidas en las existencias anteriores, condiciones tales como el kamma. Por lo tanto, una persona renacida no es la misma que murió, ni es enteramente diferente de ella. Es muy importante el hecho de que ninguna entidad metafísica, ninguna alma y ninguna clase de yo espiritual continúa de una existencia a otra en la enseñanza de Buddha. Pero esta enseñanza era demasiado difícil para Vacchagotta, y Buddha quería esperar a que madurara su intelecto. Buddha no era una computadora que diera respuestas automáticas a cada pregunta. Enseñaba de acuerdo con las circunstancias y temperamentos de las personas, para su beneficio. En efecto, Vacchagotta avanzó espiritualmente mediante la meditación vipassanà, lo que le permitió percibir la naturaleza sufriente, impermanente y sin alma de todas las cosas, y más tarde se convirtió un Arahant. Desafortunadamente, algunos estudiosos usan esta historia para tratar de probar que Buddha no negó realmente la existencia del atta (Coomaraswamy y Horner, p. 21, Mrs. Rhys Davids citada en Malalasekera, p. 24).

Examinemos ahora las ideas contenidas en el término atta. Antes de que Buddha apareciera en este mundo, prevalecía en la India el brahmanismo que más tarde se llamaría hinduismo. El brahmanismo enseña la doctrina de la existencia de atta (en sánscrito àtman), que se traduce habitualmente como ‘alma’ o ‘yo.’ Cuando apareció Buddha, sostuvo que no hay àtman. Esta doctrina era tan importante que Buddha la proclamó apenas cinco días después de su primer sermón, el sermón sobre las Cuatro Nobles Verdades. Los cinco discípulos que escucharon ese primer sermón alcanzaron «la entrada en la corriente» (sotàpanna), personas que han alcanzado la primera etapa de la iluminación. Cinco días después, Buddha reunió a los cinco discípulos y les enseño la doctrina del anatta. Al término de ese Sutta, los cinco se convirtieron en Arahants, personas que han alcanzado la etapa más alta de la iluminación.

¿Qué es este atta negado por el Buddha? La palabra anatta es una combinación de dos palabras: an (<na) y atta. An significa ‘no,’ y atta se traduce usualmente como ‘alma’ o ‘yo’ (a veces con Y mayúscula para significar una entidad espiritual). Pero atta tiene muchos significados, los que ahora examinaremos. Estos términos se discuten en dos libros famosos de la escritura hindú, los Upanishads (Manchester & Prabhavananda, Eds., 1957) y el Bhagavad Gita (en Alphonso-Karkala, Ed., 1971). Se encuentran muchas concepciones de atta en el Brahmajàla Sutta (Dìgha Nikàya, I ) del buddhismo, que examinaré más adelante.

Atta es el núcleo interno de cualquier cosa. El núcleo interno de un árbol es la parte más dura, y por lo tanto el núcleo de algo puede implicar la permanencia. El núcleo puede implicar también la mejor parte de algo, la parte que constituye la esencia, la parte que es pura, real, hermosa y permanente. La idea del atta como el núcleo de las cosas se encuentra en el Chandogya y en el Brihadaranyaka Upanishads (Manchester & Prabhavananda, Eds., 1957, Caps. IX-X).

Otra implicación del atta es la de la autoridad. La autoridad es la capacidad para hacer que otros obedezcan órdenes. Para que algo se llame atta, deberá tener el poder de ejercer autoridad sobre la naturaleza de las cosas, como se dice en el Kena Upanishad (Manchester & Prabhavananda, 1957, Eds., Cap. III). Además, atta no está sujeto a ninguna otra autoridad: es la autoridad más alta, sayanvasì, alguien que es su propio amo. Es como un señor o propietario, sàmì. Atta es el señor de nosotros mismos (Brihadaranyaka Upanishad, Manchester & Prabhavananda, Eds., 1957, Cap. X ). Es algo distinto de nosotros mismos y que mora en nosotros. Es el morador, nivàsì, que no forma parte de los cinco agregados. Atta es también el agente de la acción, un hacedor, kàraka, y es atta quien lo hace todo en efecto, lo bueno y lo malo. Atta es aquello por medio de lo cual actuamos, aquello por medio de lo cual disfrutamos o sufrimos. En nuestra ignorancia nos identificamos con el cuerpo y el ego, olvidando que somos en realidad atta. Cuando hacemos algo, es realmente por orden de atta, pero ignorantemente creemos que como individuos controlamos efectivamente nuestras vidas. Atta es así un director y experimentador. (Véase Mundaka, Taittiriya y Svetasvatara Upanishads, Manchester & Pravhavananda, Eds., 1957, Caps.V,VII;XII).

Otro significado de atta es el de alma, una entidad espiritual dentro de todos los individuos. El alma, llamada àtman en las escrituras hindúes, es el ser individual, y es idéntica con el Ser Universal, el Ser Supremo, llamado Brahman. El Àtman reside en cada uno y en todos los seres vivos. Al igual que Brahman, àtman es eterno. Cuando el cuerpo muere, àtman se mueve a otro cuerpo y hace de él su nuevo hogar. En esta forma, pasa de un cuerpo a otro, descartando el cuerpo gastado y tomando uno nuevo. Según el hinduismo, la liberación es el entendimiento de que àtman es idéntico con el Àtman Universal o Brahmán, o de que el àtman individual forma parte del Brahman (Brihadaranyaka y Chandogya Upanishads, Manchester & Prabhavananda, Eds., Caps. IX-X; Bhagavad Gita, en Alphonso-Karkala, Ed.,1971,Cap. 2).

El Àtman es eterno: nadie puede matar o herir al àtman. En el Bhagavad Gita, Krishna, una encarnación del dios Vishnu, tiene esto en mente cuando instruye al gran guerrero Arjuna para que entre a la batalla. Arjuna se resistía al principio a entrar a la batalla a fin de pelear contra sus primos, pero Krishna le dice que ninguna arma puede cortar a àtman, ningún fuego puede quemar a àtman. Aunque mates a alguien, sólo matarás el cuerpo:

Si un hombre piensa que acuchilla, y si otro piensa que es acuchillado, ninguno de ellos conoce el camino de la verdad. Lo Eterno en el hombre no puede matar, lo Eterno en el hombre no puede morir. Nunca ha nacido y nunca muere. Está en la Eternidad: es siempre más (Alphonso-Karkala, 1971, p.115).

Krishna insta entonces a Arjuna para que cumpla con su honorable deber como miembro de la casta guerrera y vaya a la batalla, lo que Arjuna hace efectivamente.

Buddha negó la teoría del àtman. Según Buddha, no hay nada que podamos llamar un núcleo interno que sea eterno y sagrado. Tampoco hay nada a lo que podamos recurrir para ejercer autoridad sobre la naturaleza de las cosas. En el buddhismo no hay ningún hacedor aparte del hacer, y ningún experimentador aparte del experimentar. No hay nada ni nadie que sea omnipotente porque todo está a merced de la constante creación y disolución de las cosas condicionadas. Buddha enseñó que sólo hay cinco agregados: (1) La corporeidad (proceso material, o forma); (2) las sensaciones; (3) las percepciones; (4) las formaciones mentales; y (5) la conciencia. Menos específicamente, podemos decir que sólo hay dos grupos de fenómenos en esta existencia: la mente y la materia, nàma y rùpa. Aparte de la mente y la materia, no existe nada que podamos llamar atta. Lo único que existe fuera del reino de nàma y rùpa es el incondicionado (asaækhata) Nibbàna, la Verdad Absoluta. Pero como discutiré más adelante, incluso Nibbàna es anatta.

Buddha enseño que, para nosotros, sólo existen los cinco agregados (khandhas). Somos un compuesto de cinco agregados, y luego que los analicemos y observemos uno por uno con la penetración profunda de la meditación, advertiremos que no queda nada: no hay alma, no hay yo, fuera de los agregados. La combinación de los cinco agregados es lo que llamamos una persona, un ser, un hombre o una mujer. No hay nada aparte de los cinco agregados-corporeidad, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y conciencia-que están interactuando y dependen unos de otros. No se puede encontrar ningún director, ningún hacedor, ningún experimentador, ninguna esencia. El atta es sólo una idea sin ninguna realidad correspondiente.

En los suttas (Majjhima Nikàya, Sutta 25), encontramos la historia de un estudioso ascético muy famoso, llamado Saccaka. Un día supo que Buddha enseñaba la doctrina anatta. Dado que era un polemista muy agudo, decidió que iría ante Buddha y lo convencería de que la doctrina anatta estaba equivocada. Estaba muy confiado, afirmaba que si tuviera que debatir con un pilar de piedra, ese pilar sudaría de temor. Sostenía que, así como un hombre fuerte toma un chivo y se lo hecha al hombro, él tomaría a Gotama y lo sacudiría en el debate. Saccaka y sus seguidores fueron a ver a Buddha e intercambiaron saludos. Saccaka pidió a Buddha que le explicara las doctrinas que enseñaba. Buddha contestó que enseñaba anatta. Saccaka replicó: «No. Lo que hay es atta. Los cinco agregados son atta.» Buddha replicó a su vez: «¿Crees realmente que rùpa (la corporeidad) es atta?» Resulta que Saccaka era muy feo, y si decía que la corporeidad es atta, entonces Buddha podría replicar: «¿Entonces por qué no te haces más hermoso?» Fue así que Saccaka se vio obligado a decir que rùpa no es atta. Vemos aquí cómo Buddha destruyó varias características atribuidas a atta. Si Saccaka tuviese un atta, podría recurrir al mismo para ejercer autoridad y poder a fin de cambiar su apariencia. Después de todo, atta es idéntico a Brahman, el supremo gobernante, el infinito, omnipotente creador y fuente de todas las cosas, como se explica en el Bhagavad Gita (Alphonso- Karkala, Ed., 1971, pp.124-140). Pero según Buddha sólo existen los cinco agregados, los cinco khandhas, que no son atta porque están sujetos a las leyes de la impermanencia, el sufrimiento y no-alma. Rùpa, la forma material, no es atta; no es amo y gobernante de sí mismo, y está sujeta a la aflicción. Los otros khandhas-sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia-también están sujetos a las mismas leyes. Saccaka fue así derrotado.

Aunque puede entenderse fácilmente que rùpa, la forma material, no sea atta, a algunas personas les resulta difícil entender que los otros khandhas-la sensación, la percepción, las formaciones mentales y la conciencia, que podemos resumir simplemente como nàma, la mente-no constituyan una entidad que pueda llamarse atta. Después de todo, muchas personas creen que la mente y/o el alma son idénticas y están interrelacionadas, y definen la mente y/o el alma como la parte de una persona que da vida y conciencia al cuerpo físico; y creen, además, que tal es el centro espiritual y psicológico de la persona. Pero, según Buddha, nàma no es atta por las mismas razones que rùpa no es atta: nàma está también sujeta a las leyes de la impermanencia, sufrimiento y no-alma, como veremos más adelante, cuando analicemos en profundidad el Anattalakkhana Sutta. Buddha trata a nàma y rùpa como iguales, y como recíprocamente dependientes: «Así como un muñeco de madera, que es insustancial, inerte e inactivo, puede moverse, pararse y parecer lleno de vida y actividad jalando ciertos cordones, la mente y el cuerpo son, como tales, algo vacío, inerte e inactivo; pero mediante su operación mutua, esta combinación mental y corpórea puede moverse, ponerse de pie y parecer llena de vida y actividad» (Dìgha Nikàya, 23, citado en Nyanatiloka, 1980, p. 122). Además, debemos recordar que nàma-rùpa o los khandhas son meras clasificaciones abstractas hechas por el Buddha y, como tales, no tienen ninguna existencia real como grupos. Es decir, no existe nunca el funcionamiento de una entidad entera o un grupo conocido como corporeidad o sensación o percepción o formaciones mentales o conciencia, sino sólo el funcionamiento de representantes individuales de estos grupos. Por ejemplo, con una unidad de conciencia sólo podrá asociarse una sola clase de sensación. No pueden surgir al mismo tiempo dos unidades de percepción diferentes, y sólo una unidad de conciencia, por ejemplo la conciencia de ver, puede surgir en un momento dado. Un número menor o mayor de formaciones mentales puede surgir con cada estado de conciencia. Los grupos no surgen nunca como una totalidad; sólo pueden surgir elementos o pedazos de cierto grupo, dependiendo de las condiciones. No hay grupos funcionando integralmente que puedan llamarse un ser o una mente. Además, los elementos singulares de estos grupos aparentes están todos igualmente sujetos a las leyes de la impermanencia, sufrimiento y no-alma.

Otro camino para estudiar la cuestión del porqué el nàma no es atta consiste simplemente en regresar a la definición de los khandhas dada por el Buddha en Sanyutta Nikàya, XX,56. Aquí veremos que los cuatro khandhas, que podemos clasificar simplemente como nàma, la mente, no pueden entenderse en modo alguno como una sustancia mental permanente o como algo que puede llamarse atta. Mas bien, los khandhas son completamente interdependientes, y los elementos de cada grupo condicionan el surgimiento de los otros. No hay ninguna entidad auto-existente, permanente, en ninguna parte de la definición siguiente, sino sólo elementos que condicionan mutuamente a los demás y sólo surgen cuando interactúan:

¿Qué cosa, oh monjes, es el grupo de la corporeidad? Los cuatro elementos primarios y la corporeidad que depende de ellos … ¿Qué cosa, oh monjes, es el grupo de las sensaciones? Hay seis clases de sensaciones: debidas a la impresión visual, a la impresión sonora, a la impresión del olor, a la impresión del gusto, a la impresión corporal y a la impresión mental … ¿Cuál es, oh monjes, el grupo de la percepción? Hay seis clases de percepción: la percepción de objetos visuales, de sonidos, de olores, de gustos, de impresiones corporales y de impresiones mentales … ¿Cuál es, oh monjes, el grupo de las formaciones mentales? Hay seis clases de estados volitivos: en lo tocante a los objetos visuales, a los sonidos, a los olores, a los gustos, a las impresiones corporales y a los objetos mentales… ¿Cuál es, oh monjes, el grupo de la conciencia? Hay seis clases de conciencia: conciencia del ojo, conciencia del oído, conciencia de la nariz, conciencia de la lengua, conciencia del cuerpo y conciencia de la mente.

Sobre la base de las definiciones anteriores, se puede ver fácilmente que nada que pueda llamarse atta puede encontrarse en el funcionamiento de rùpa o nàma.

Otra forma en la que se analiza la naturaleza de nàma y rùpa se encuentra en el Abhidhamma, que se recomienda encarecidamente para quienquiera que desee entender el buddhismo a fondo. Este es el estudio más comprensivo y analítico de todos los fenómenos realizado por el Buddha. Aquí analiza Buddha a nàma y rùpa en tres grupos de realidades absolutas, que son 89 tipos de conciencia (cittas), 52 factores mentales (cetasikas) y 28 propiedades materiales (rùpa). Tampoco aquí hay ninguna sustancia mental perdurable, o atta, sino sólo la operación interdependiente de los elementos de estos grupos.

II

Ahora examinaremos algunos de los intentos realizados para introducir en el buddhismo una doctrina del atta. Algunos estudiosos han tratado, como dice el Dr. Walpola Rahula, de ‘contrabandear’ la idea del atta en las enseñanzas de Buddha (1959, p. 55). Veamos ahora cómo dos estudiosos, Ananda K. Coomaraswamy e I. B. Horner, ya citados antes, han traducido incorrectamente ciertos términos pali para demostrar que Buddha afirmó la existencia del atta. Sostienen estos autores que Buddha afirmó en efecto que los cinco agregados no son atta, pero que nunca negó directamente la existencia del atta. Los cinco agregados no son atta, pero hay algo aparte de los cinco agregados que podemos llamar atta, yo o alma, sostienen estos autores (1948, p. 21). Siempre que Coomaraswamy y Horner ven la palabra atta, tratan de imaginar que significa ‘yo eterno’ o ‘alma.’

Uno de los pasajes que citan se encuentra en Dhammapada (verso 160): «Attà hi attano nàtho.» Ellos lo traducen como «Yo es el señor del yo» (1948, p. 147). Dicen que ello significa que el gran Yo es el señor del pequeño yo. En realidad, significa «Uno es su propio señor o refugio,» o bien «Uno es su propio apoyo.» La segunda línea del verso dice; «Ko hi nàtho paro siyà?» o sea «¿Quién otro podría ser el señor o refugio?» En pali, la palabra atta puede significar ‘yo,’ ‘alma’ o ‘yo eterno,’ en el sentido hindú, o puede ser simplemente parte de un pronombre reflexivo como ‘él mismo,’ ‘tú mismo’ o ‘yo mismo.’ Por lo tanto, cuando Buddha dice «Attà hi attano nàtho, ko hi nàtho paro siyà?» («Uno es su propio señor o refugio; quién otro podría ser el señor o refugio»), está claro que atta significa ‘uno mismo,’ no ‘alma.’ Buddha incita a las personas a que dependan en ellas mismas, en su propio esfuerzo; que no dependan de otros en su práctica espiritual.

Otro pasaje mal interpretado en el libro de Coomaraswamy y Horner se ha tomado de Mahàparinibbàna Sutta (Dìgha Nikàya, No. 16): «Attadìpà viharatha attasaranà anaññasaranà.» El significado es: «Vive como en una isla, teniéndote a tí mismo como refugio y a nadie más.» Aquí también interpretan estos autores atta como ‘alma’ o ‘yo eterno’ (1948, pp. 151-52). Sostienen que Buddha nos estaba aconsejando que hiciéramos del alma nuestra isla o refugio. Pero en la línea siguiente dice Buddha: «Dhammadìpà viharatha dhammasaranà anaññasaranà,» lo que significa: «Vive teniendo al Dhamma (las enseñanzas de Buddha) como una isla, teniendo al Dhamma como refugio, nada más como refugio.» Buddha está instruyendo a sus seguidores para que dependan de su propio esfuerzo y de las enseñanzas, sobre todo porque Él se irá pronto de este mundo. La idea del atta como alma es completamente ajena a este pasaje. Además, Buddha agregó: «¿Cómo vivirá el monje convirtiéndose en una isla?» Luego describió la práctica de los cuatro fundamentos de la atención. El Buddha realmente quiso decir que debemos hacer de la meditación satipatthàna (contemplación del cuerpo, las sensaciones, la mente y los objetos dhamma) nuestro refugio. No hay ninguna mención del alma.

Coomaraswamy y Horner señalan también la historia en la que Buddha habló a algunos príncipes. Había treinta príncipes que eran primos del Rey Pasenadi de Kosala. Veintinueve de ellos tenían esposas, pero uno no. Un día fueron a un parque para divertirse, y contrataron a una mujer para el príncipe soltero. Cuando estaban borrachos y se divertían, la mujer contratada tomó todos los objetos valiosos y huyó con ellos. La buscaron y se encontraron con el Buddha. Le preguntaron a Buddha si la había visto y Él contestó: «¿Qué creen ustedes, jóvenes? ¿Qué es mejor para ustedes? ¿Buscar a la mujer o buscarse a ustedes mismos (attànan gaveseyyàtha)?» Replicaron que sería mejor buscarse a sí mismos, así que Buddha les dijo que se sentaran y escucharan una plática acerca del Dhamma (Vinaya Mahavagga, I). Coomaraswamy y Horner interpretaron la palabra atta de ese pasaje con el sentido de ‘Yo superior’ o ‘alma’ (1948, pp.5-6), y afirman que el Buddha dijo a los príncipes que buscaran el atta. Pero Buddha está diciendo a los príncipes que dejen de perseguir los placeres mundanos y practiquen la auto-disciplina del Noble Sendero. En esa plática acerca del Dhamma, Buddha habló del generosidad (dàna), la conducta moral (sìla), el mundo celestial (sagga), el peligro, la vanidad y la depravación de los placeres sensuales (kàmànan àdìnavan, etc.), y las ventajas de la renunciación (nekkhamme ànisansan). No hay ninguna mención de la búsqueda de un alma, de un atta.

Otro pasaje mal traducido por Coomaraswamy y Horner se encuentra en Visuddhimagga, Cap. VII: «Buddhattà… Buddho.» Lo traducen como «Buddha es el Yo despierto» (1948, pp. 26-27). Pero la traducción correcta del pali es: «Es el Buddha porque sabe o ha sabido.» La palabra buddhattà no es un compuesto de Buddha y atta, sino una palabra, Buddha, con el sufijo -tta combinado con la terminación del caso ablativo, à, que significa ‘a causa de.’ Por lo tanto, la palabra buddhattà significa ‘a causa del estado de ser uno que sabe.’

Sería preferible decir que no creemos en la doctrina anatta y que Buddha estaba errado al respecto, que tratar de decir que Buddha enseñó una religión que incluye al atta. No es correcto decir que Buddha no negó el atta. En efecto, hay muchos puntos del Canon Pali donde Buddha niega el atta. Por ejemplo, Buddha dijo en cierta ocasión: «No veo una teoría del alma que, si se aceptara, no condujera al surgimiento del dolor, la lamentación, el sufrimiento, la aflicción y las tribulaciones.» También dijo Buddha: «Dado que no puede encontrarse verdaderamente el yo ni nada perteneciente al yo, ¿no es entera y completamente tonta la concepción especulativa de que el universo es atta?» (Majjhima Nikàya, 22). Enseña Buddha que la creencia en atta es una concepción errada (ditthi o micchà-ditthi) que conducirá a la miseria. Las concepciones erradas deben ser rechazadas porque son una fuente de aspiraciones y conductas erradas y malvadas. En el Majjhima Nikàya, 72, describe Buddha la creencia en atta como una idea que conduce al egoísmo y el orgullo: «El Perfecto está libre de toda concepción errónea (ditthigata), porque el Perfecto ha visto lo que es la corporeidad y como surge y desaparece. Ha visto lo que es la sensación … la percepción … las formaciones mentales … la conciencia, y como surgen y desaparecen. Por lo tanto, digo que el Perfecto ha logrado la liberación completa mediante la extinción, desvanecimiento, desaparición, rechazo y eliminación de todas las imaginaciones y conjeturas, de todas las inclinaciones hacia la vanagloria de ‘Yo’ y ‘mío.'»

En el famoso Brahmajàla Sutta (Dìgha Nikàya, I), que se recomienda para quienes quieran estudiar una explicación de las concepciones erróneas, Buddha describe y clasifica todas las concepciones y especulaciones erróneas concebibles acerca de la realidad. Una de esas concepciones erróneas es la creencia de que existe un yo eterno. Dice Buddha a este respecto: «Así pues, bhikkhus, cuando esos reclusos y brahmanes que son eternalistas proclaman por cuatro razones que el yo y el mundo son eternos, eso es sólo la agitación y vacilación de quienes no conocen y no ven; eso es sólo la agitación y vacilación de quienes están inmersos en el deseo» (Bhikkhu Bodhi, comp., y trad., 1978, p. 84).

Coomaraswamy y Horner sostienen que la negación del atta por parte del Buddha se refiere sólo al yo fenoménico, y que Su negación es en realidad una afirmación de lo que ellos llaman el Gran Yo (mah’ atta) (1948, p.5; pp..21-27). Afirman estos autores que Buddha dijo que los cinco agregados no son atta, pero que nunca sostuvo categóricamente que no haya atta, que no haya un Yo (p. 27). Proclaman que Buddha sólo nos estaba aconsejando que no veamos al Yo real en el ego personal: una concepción idéntica a la hindú. Razonan que la negación de Buddha de que ciertas cosas sean atta indica su afirmación de un atta verdadero, de naturaleza diferente. Cuando Buddha dijo: «No hay atta,» estos estudiosos insertan el argumento siguiente: «Pero una consideración momentánea de la lógica de las palabras demostrará que estas palabras suponen la realidad de un Yo que no es ninguna de las ‘cosas,’ ni la totalidad de las ‘cosas’ a las que se les niega tal realidad» (p.21). Pero digamos, en aras del argumento, que tengo aquí cinco cuernos de animal. Si digo: «Ninguno de estos cuernos es el cuerno de un conejo,» ¿significa ello que en otra parte, o en otra forma, existe un cuerno de conejo? No. Un cuerno de conejo es sólo una designación, una abstracción, sin ninguna realidad correspondiente. De igual modo, Buddha decía a menudo: «Esto no es atta. Eso no es atta. Nada aquí es atta» ¿Indica ello que Buddha quiere decir que existe en alguna parte algo que pueda llamarse atta? No.

Concluiré esta sección explicando un enunciado muy importante que se encuentra en el Patisambhidàmagga (p.4) y en Majjhima Nikàya, Nº 35 (vol.i.p. 228): «Sabbe saækhàrà aniccà; sabbe saækhàrà dukkhà (no en M.N.); sabbe dhammà anattà.» La primera oración significa: «Todas las cosas condicionadas son impermanentes.» La segunda significa: «Todas las cosas condicionadas son sufrimiento.» Pero la tercera oración es diferente. Aquí, Buddha no usa la palabra saækhàra, sino la palabra dhamma. Aquí dhamma significa todas las cosas sin excepción. Por lo tanto, la tercera oración significa: «Todas las cosas, condicionadas o incondicionadas, son anatta, desprovistas de yo y de alma.» Esto quiere decir que incluso Nibbàna, que es asaækhata, incondicionado, no es atta o carece de atta. Esta afirmación niega inequívocamente el atta de cualquier clase, incluso en la Verdad Última y la Iluminación, incluso en el Nibbàna.

III

La doctrina de anatta es muy importante para los buddhistas. No puede ocurrir ninguna realización de la Verdad sin el conocimiento de la naturaleza anatta (sin alma) de las cosas. Para percibir la Verdad, debemos practicar la meditación, y el conocimiento de anatta debe surgir durante la meditación. Necesitamos el conocimiento de anicca, dukkha y anatta, es decir, el conocimiento de la impermanencia, del sufrimiento, y de la naturaleza sin alma de las cosas. Mientras no experimentemos estas características en la meditación, no sólo intelectualmente sino directamente, no podremos hacer progresos. La meditación vipassanà permite comprender directamente estas características. Estas características corren por todas las etapas de vipassanà. Más adelante discutiré vipassanà; antes debemos explicar lo que impide la percepción de las tres características durante la meditación.

La impermanencia está oculta por la continuidad. Si miramos la llama de una vela, podríamos pensar que es la misma llama en todo momento. En realidad, la llama está desapareciendo y surgiendo cada segundo. Tenemos la ilusión de continuidad a causa de la idea y apariencia de continuidad.

La naturaleza del sufrimiento está oculta por el cambio de diferentes posturas. Cuando estamos sentados y sentimos algún dolor, cambiamos de postura y el dolor desaparece. En realidad, estamos cambiando de postura constantemente, en cada momento de nuestras vidas, pero esto no es evidente para nosotros. En cuanto experimentamos una sensación ligeramente desagradable, cambiamos de postura.

La característica de la ausencia de alma está oculta por la percepción de que las cosas son compactas y sólidas. Vemos a las cosas y a nosotros mismos como cosas sólidas, compactas. Mientras no eliminemos la falsa percepción de que somos compactos, no veremos la naturaleza sin alma de las cosas. Es por ello que existen prácticas de meditación en las que se contemplan los cuatro elementos; tierra, agua, fuego y aire. En realidad se contemplan las cualidades primarias de tales elementos: la tierra se caracteriza por la dureza o la suavidad, el agua por la fluidez o la cohesión, el fuego por el calor, y el aire por su extensión o apoyo. Si podemos ver que los fenómenos se componen de elementos y sus características, se debilitará la idea de lo compacto. Creemos que somos substanciales, pero si comprendemos nuestra naturaleza real, la naturaleza de estar compuestos de nàma y rùpa o, más precisamente, de elementos y fuerzas mutuamente dependientes que interactúan entre sí, se debilitará la idea de un yo coherente, permanente, sustancial, y no se encontrará nada que podamos llamar un yo. (Véase Visuddhimagga, traducción de Bhikkhu Ñànamoli, 1975, cap. XXI, «Descripción de la Purificación por el Conocimiento y la Visión del Camino,» donde se hace una discusión comprensiva de las prácticas de meditación antes mencionadas, las que conducen al desarrollo del entendimiento).

La doctrina anatta es primordialmente importante para un buddhista. En efecto, anatta sólo puede entenderse cuando hay un Buddha o la enseñanza de un Buddha en el mundo. Sólo un Buddha puede penetrar en la naturaleza anatta de las cosas porque sólo mediante la meditación vipassanà, descubierta por Buddha, puede penetrarse en anatta. Aunque existan grandes y profundos pensadores, no podrán penetrar en el anatta, y otras clases de meditación, como samatha (tranquilidad), podrían darles poderes psíquicos o estados de conciencia más elevados, pero no les darán ninguna penetración en anatta.

Como mencioné antes, el Buddha describió la creencia en un alma como una de las causas principales del sufrimiento. La creencia en un atta de cualquier clase, ya se crea en un ego personal o en un yo espiritual, es la causa de todos los dukkhas (sufrimientos) en esta ronda de renacimientos; la creencia en el atta es la raíz de la avidez, el odio y el engaño. Es posible que los ateos no crean en un alma espiritual, pero sirven a los deseos de su ego personal y así pueden realizar actos de avidez, odio y engaño. La idea del atta es muy difícil de conquistar.

(Fuente: Centro de Estudios Buddhistas Hispano en base a conferencias brindadas por el Ven. U Silananda)

¿Qué es el Buddha Dhamma?

El término dhamma en pali tiene muchas connotaciones dependiendo del contexto en el que se encuentre. En una de ellas la palabra dhamma, hace referencia al “fenómeno mente-materia”, por lo tanto el Buddha Dhamma viene a ser la formulación, la explicación que el Buddha hizo sobre el fenómeno mente-materia; una formulación que él hace luego de investigarlo introspectivamente, investigación a la que él le dedica exclusivamente todo su tiempo y toda su energía por cerca de seis años, desde los 29 a los 35 años. Si tuviera que usarse un equivalente a la ocupación y a la vocación que él tuvo en esos momentos con una ocupación de estos tiempos, se puede decir que el Buddha fue un investigador por excelencia, siendo su objeto de estudio elegido, el fenómeno mente-materia; y el resultado de esa investigación, su formulación, su explicación del fenómeno mente-materia.
Ahora el fenómeno mente-materia, en sí mismo, no es una construcción hipotética de una cultura, de una tradición, o de un pensador de alguna época remota; el fenómeno mente-materia es un fenómeno real, es un fenómeno que está ocurriendo en este preciso momento, es un fenómeno que existió, que existirá, exista o no exista el ser humano, es más la formulación del Buddha o lo que se conoce como el Buddha Dhamma, sostiene que lo que consideramos como ser humano, no es otra cosa que una expresión más del fenómeno mente-materia.

Aquí por ejemplo viene la primera muestra de la diferencia de abordaje del fenómeno de la mente de parte de las Neurociencias y del Buddha Dhamma; en las Neurociencias actuales se plantea que existe el ser humano, el que tiene un órgano físico llamado cerebro, o un sistema complejo denominado sistema nervioso central y donde la mente es solo un producto de este órgano o de este sistema, aquí se le asigna a la materia (el órgano cerebral o al SNC) la producción de ciertas funciones cognitivas racionales a las que en conjunto se le denomina mente. El planteamiento del Buddha Dhamma es distinto, aquí se plantea que la mente es un fenómeno real que no está originado por la materia, pero que tiene un correlato, una correspondencia ,una interdependencia con la materia, pero no es el fruto de esta, existe como realidad fenoménica ,por lo tanto el ser humano viene a ser un conjunto de expresión de un fenómeno llamado mente-materia.

El fenómeno mente –materia, es tan real y objetivamente vivenciable como lo es el fenómeno de la Gravedad o el fenómeno Electromagnético. Basta que soltemos cualquier cosa que estemos sosteniendo en las manos para comprobar que el fenómeno gravitatorio está allí presente (sea que reflexionemos sobre el fenómeno gravitatorio o no). Basta que observemos todo los dispositivos electrónicos que actualmente usamos, ese smartphone, el horno microondas, la cafetera eléctrica, el control remoto para seleccionar los canales en la TV, el encendido del auto y hasta la computadora donde usted está leyendo esto en estos precisos momentos, son todos dispositivos que funcionan única y exclusivamente porque existe el fenómeno electromagnético (sea que Ud. reflexione sobre él , crea en su existencia o no crea en su existencia, igual está ahí ese fenómeno operando).

Y entonces ahora se puede preguntar: ¿Cómo se puede vivenciar objetiva y tangiblemente el fenómeno de la mente? Pues sencillo, basta con que usted decida sentarse y seguir unas instrucciones de meditación por lo menos durante cinco minutos, basta con esos pocos minutos y esas básicas instrucciones de meditación para que a usted se le haga evidente, posiblemente a través de un caudal de pensamientos, de emociones que brotan en esos minutos y que le dificultan la tarea de seguir las instrucciones de meditación que le han asignado, es decir si en esas instrucciones a usted se le dio la tarea de sostener la atención o la concentración en determinado objeto por unos breves minutos, usted posiblemente termine comprobando que le resulta casi imposible hacerlo porque lo asaltan numerosos pensamientos de todo tipo, de toda índole, y que incluso muchos de ellos le generan emociones como rabia, como deseo, como ansiedad, como insatisfacción, etc; basta tener esa corta experiencia para descubrir que “algo” está ocurriendo, “algo” está pasando, “algo concreto usted está experimentando, eso que está experimentando (ese caudal de pensamientos, ese emerger de emociones) no es material, es un fenómeno inmaterial, que está ocurriendo, pero a pesar de ser inmaterial, usted los está vivenciando de manera tangible y objetiva, por lo tanto ese fenómeno inmaterial que usted experimenta cuando se sienta por breves minutos a meditar se hace objetivamente tangible para usted y para cualquier ser humano que realice esta actividad. Esa es la prueba más contundente a nivel personal de que ese fenómeno está ocurriendo aquí y ahora y en todo momento, en los siguientes momentos, donde usted vaya, y sea lo que sea que usted esté haciendo; es por eso que decimos que la mente es un fenómeno real, que está ocurriendo aquí y ahora y en todo momento y en toda circunstancia a todo ser humano, independientemente de cual sea su cultura, cual sea su tradición, cual sea la época en la que le toca vivir, este fenómeno está ahí ocurriendo, por eso decimos que es un fenómeno real, objetivo, tangible y experimentable.

Ahora esa experiencia que tuvimos en esos cinco minutos de meditación, que nos mostró una caudal incontrolado, desordenado de pensamientos y emociones, que nos demostró de que hay una ocurrencia inmaterial, pero tangible, es decir un fenómeno concreto, es por lo general con lo que nos quedamos sobre el conocer de la mente, hasta ahí llega nuestro conocimiento de la mente, hasta ese nivel de conocimiento llegamos y decimos: “bueno esa es la mente, o esa es mi mente” y no vamos más allá.
Pero, realmente, ¿solo eso es la mente?, ¿eso es lo único que podemos conocer de la mente?; en realidad, ¿qué es la mente? Siendo que es un fenómeno inmaterial pero tangible, ¿se puede estudiar, en el sentido de abordarla bajo una investigación objetiva?, ¿cuál es su naturaleza? ¿de qué está constituida?, ¿tiene componentes?, y si tiene componentes ¿cómo se relacionan éstos? Todas estas y otras tantas más fueron las interrogantes que el Buddha se planteó y él asumió la determinación de llevar esta investigación de manera objetiva a un nivel profundo, preciso y detallado.

Así como Newton e Einstein se embarcan en la investigación del fenómeno Gravitatorio, así como Maxwell se comprometió con el estudio del fenómeno Electromagnético, de forma similar el Buddha se interesó y se dedicó completamente a la investigación del fenómeno de la Mente, una investigación que presenta un gran reto dado que el objeto del estudio ( la mente misma) es un fenómeno inmaterial, que no se puede “asir” con alguna parte de nuestro cuerpo o con algún tipo de instrumento por más fino o voluminoso que este sea, sino que se puede “asir” o se puede tomar solo por la mente misma, es decir es una investigación donde la mente misma se auto investiga, se auto estudia y se autodescubre.
Entonces, definido su objeto de estudio (el fenómeno de la mente) el Buddha se enfrasca en un proceso de investigación objetivo, racional, analítico, introspectivo , no sesgado ni influenciado ni condicionado por las tendencias de pensamiento filosóficas o religiosas de su época. Y entrega un resultado de su investigación que es la formulación que denominamos Buddha Dhamma, la formulación del Fenómeno mente-materia.

El Buddha Dhamma se encuentra contenido, coleccionado en lo que se conoce como el Canon Pali, esta es una colección extensa, porque reúne los distintos modos y formas posteriores que el Buddha adopta para enseñar su formulación durante 45 años consecutivos, (desde sus 35 años hasta el momento de su muerte, ocurrido a los 80 años). Cuando él adopta distintas formas de enseñarlo lo hace así, porque lo hacía en dependencia de la capacidad de entendimiento de las personas a quienes enseñaba, no hay que perder de vista que se trata de explicar la mente misma, ese fenómeno nada simple de abordar y nada fácil de entender mientras no se desarrolle una afinada, calmada y aquietada introspección. Para hacer una comparación, hoy en día, en el año 2014, si hiciéramos una encuesta, ¿cuántas personas en el planeta nos podrían decir que entienden cabalmente, de manera completa, de manera exacta y precisa la formulación de la teoría de la relatividad, que tiene más de 110 años de vigencia?, igual, ¿cuántas personas en el planeta nos pueden decir que entienden completamente y que podrían explicarla detalladamente y absolver toda interrogante que se les plantee sobre la mecánica cuántica, en sus casi 100 años de desarrollo? de seguro que muchas de ellas nos pueden contestar sobre los resultados más evidentes y que son presentados didáctica o entendiblemente en los libros de divulgación científica, pero los libros de divulgación científica en sí, no presentan exactamente la formulación misma de las teorías ni todas sus posibles implicancias; exactamente lo mismo ocurre con el Buddha Dhamma, la formulación sobre el fenómeno de la mente, no es un tópico nada sencillo ni elemental de explicar, dado que trata sobre un fenómeno inmaterial, muy sutil, pero tangible y por lo mismo si se sigue determinada metodología de abordaje llega a ser captado y entendido por quien se aventure en esta investigación.

El Buddha Dhamma, tal como está contenido en le Canon Pali, ha sido preservado en su forma original en determinados países de oriente por cerca de 2600 años. Es recién en los primeros años de 1800 que en Occidente se acuña el término “Buddhismo” para hacer referencia a lo contenido o lo difundido en el Buddha Dhamma, al parecer los primeros investigadores occidentales lo que acuñaron bajo este término y cómo se difundió bajo este término fue más un perfil filosófico, ético y hasta religioso del Buddha Dhamma, lo cual no corresponde exactamente con el Buddha Dhamma mismo, tal es así, que si en estos momentos hacemos una encuesta en el mundo sobre ¿qué entienden ellos por Buddhismo?, la mayoría responderá que es una religión o que es una filosofía de vida o un sistema ético, demostrando que la mayoría desconoce que en realidad el Buddha Dhamma es una formulación científica que tiene como objeto de estudio un fenómeno real conocido como el fenómeno de la mente. Ahora ciertamente el Buddha Dhamma comparte muchas áreas en común con la Filosofía, la Ética, la Religión así como comparte otras áreas en común con la Psicología y hasta con la Física, pero no se reduce a estas disciplinas, en realidad va mucho más allá; tiene áreas en común con ellas porque ciertamente el Buddha Dhamma tiene un componente ético fuertísimo, el mismo que es de suma importancia y es una condición necesaria y previa para el posterior desarrollo de la mente hacia niveles más sutiles y finos de introspección y para el entendimiento de la mente a niveles más integrados y completos, por ello no es una formulación filosófica, ética o religiosa, como se ha instaurado en el entender colectivo occidental.

Esta formulación sistemática, analítica, sintética, metódica del fenómeno de la mente se encuentra en la sección conocida como Abhidhamma, dentro del Buddha Dhamma; es en el Abhidhamma donde se expone o se postula La Teoría de los dhammas, una formulación que presenta los componentes últimos de lo que llamamos mente-materia, una formulación que explica las causas y condiciones presentes en la forma de relacionarse de estos componentes últimos; estos componentes últimos se denominan: conciencia, factores mentales, materia y el elemento incondicionado de la mente; los tres primeros engloban una colección de posibles expresiones que estas pueden asumir, así la conciencia puede asumir 89 tonalidades o tipos distintos, los factores mentales hacen referencia a un conjunto de 52 elementos, la materia tiene 28 componentes y así el Abhidhamma no solo define cada uno de estos elementos sino que además explica las distintas y posibles formas de relacionarse que existen entre ellos, y obviamente los resultados que de estas relaciones se obtiene.
El Buddha Dhamma, busca que cada persona se rete a si misma a investigar, si este fenómeno de mente y materia es en realidad tal y cual se describe en él, es decir el Buddha Dhamma fomenta y motiva la investigación y no la simple aceptación de lo formulado, y para esto el Buddha Dhamma presenta una vía, un método que siguiéndolo, conducirá al conocimiento directo, a la experiencia personal de conocimiento del fenómeno mente-materia.
Esta vía o este método está compuesto de tres elementos, estos no son linealmente ni secuencialmente ejecutables, sino que son como las tres patas de un trípode, imprescindiblemente presentes en todo momento para sostener la estructura experimental del fenómeno mente-materia:
El primer componente se denomina en pali Sīla, y viene a ser el componente ético de esta vía, el que mencionábamos líneas arriba, este componente al igual que los otros dos restantes, es de capital importancia para evolucionar en este método; ciertamente el practicante reconoce, entiende, descubre e implementa una conducta sana como condición para establecer una plataforma de tranquilidad y calma en la mente sobre la que se despegara hacia un mayor desarrollo de la mente y su entendimiento. Esta conducta sana implica mantener los parámetros éticos de no perjudicar a los demás, y además fomentar por uno u otro medio su bienestar; aquí es donde se asemeja a la ética o a la religión, pero no se reduce solo a sostener una conducta ética como objetivo final, sino como un elemento activo y participativo en el posterior desarrollo y entendimiento de la mente.
El segundo componente se denomina en pali samādhi, y viene a ser concretamente el elemento en donde se desarrolla la mente para que esta pueda alcanzar niveles más profundos y sutiles de sí misma, es a través de la práctica meditativa donde la introspección se cultiva y se desarrolla hasta por ejemplo altos niveles de imperturbabilidad de la mente, hasta logros como su unidireccionalidad, y otros términos técnicos adicionales que se conocen dentro de este campo, aquí uno recibe instrucciones precisas de meditación, sostenidas bajo un guiado cuidadoso y enmarcadas por el elemento teórico presentado en el Buddha Dhamma.
Y el tercer elemento de esta vía, de este método se denomina paññā, o entendimiento; el entendimiento es un elemento también crucial , como los dos anteriores, es un elemento que tiene que brotar si se están siguiendo los dos anteriores elementos, es un elemento que no puede estar ausente de este desarrollo, en la progresión de esta vía, el entendimiento tiene que ir acompañando el surgir de determinadas experiencias y nuevos conocimientos que se viven durante el transitar por esta vía; este entendimiento alcanza un nivel tan elevado y sofisticado que puede alcanzar a captar de forma directa la naturaleza de la mente misma, lo que es, en lo que consiste el fenómeno de la mente y materia.

Esta es una forma sucinta y resumida de la vía como una persona puede llegar a entender y a vivenciar de forma directa el Buddha Dhamma, que no es otra cosa que el entendimiento y la realización de un fenómeno que está ocurriendo en este preciso instante.

(Fuente: Instituto de Estudios Buddhistas Hispano)

¿Qué es el Kamma o Karma?

(La voz pali se escribe kamma, usando la voz sánscrita se escribe karma, el significado es el mismo. El buddhismo theravada emplea todas las voces según la lengua pali, el buddhismo mahayana usa la lengua sánscrita para difundir lo enseñado por el Buddha)

A menudo solemos oír en nuestro entorno expresiones como: Eso es tu kamma!!!, estas pagando tu kamma!!!, y dicho similares. Y por lo general esos dichos los oímos cuando a alguien le ocurre algún infortunio, algún evento adverso, algo por lo general grave y que se supone debe generar preocupación.
En esos casos estamos dejando entrever que solo los eventos desafortunados de la existencia son el kamma; y que el evento mismo es el kamma.
Estas dos comentarios pueden ser precisadas con mayor exactitud, con la intención de clarificar el concepto de kamma, como se expone en el Buddha Dhamma.
Lo primero que hay que recordar es que el Buddha formula que todos los fenómenos son condicionados, es decir que son generados, que aparecen, que surgen a partir de la confluencia de ciertas causas y condiciones; si estas no se presentan los fenómenos no surgen ni se presentan. Por lo tanto la formulación del Buddha es una formulación causal, y esto aplica a todo fenómeno dentro de la realidad condicionada.
Esta formulación causal es solo una de muchas Relaciones de la Condicionalidad [es decir el cómo se relacionan los componentes últimos de la realidad, conocidos como conciencia, factores mentales y materia] presentadas por el Buddha (en el Abhidhamma). Esta formulación causal es digamos la más conocida, la más común de las Relaciones de Condicionalidad, y es conocida como la Ley del Kamma o también denominada La Ley de Causa y Efecto, es sobre los términos causa y efecto que se tiene que tener un entendimiento preciso.

Por eso el Buddha aclara esa relación entre las causas y los efectos con cinco precisiones:
1. No existe una causa original, primordial absoluta en el origen de los fenómenos. (Aquí se descarta el principio creacionista de la realidad, y se postula más bien su proceso continuado e ininterrumpido de expresión)
2. Existen un conjunto de causas que dan origen a los fenómenos (aclarando el origen causal de los fenómenos)
3. No existe una sola causa única que da origen a un fenómeno (aquí se acepta la pluralidad de causas)
4. Nada surge separadamente como un fenómeno solo (la pluralidad de los efectos)
5. De una pluralidad de causas, una pluralidad de fenómenos tiene lugar ( la interdependencia, la inseparabilidad de los fenómenos).

Entonces regresando a nuestra cotidianidad, en el momento adverso o de la situación desafortunada, eso que está ocurriendo no es el kamma, como coloquialmente se expresa, “es tu kamma”, es más bien , para ser precisos el efecto del kamma, es el resultado, es la consecuencia del kamma; digamos que para hablar con propiedad en ese momento se oiría decir “ese es un resultado de tu kamma”, “estas reportando un resultado de tu kamma”; y esto es válido no solo para los eventos adversos, para nuestras situaciones desafortunadas sino que también para nuestras situaciones favorables, nuestras circunstancias de vida afortunadas; en resumen cualquier circunstancia de vida, cualquier situación que nos ocurre es el resultado del kamma, sea afortunada o desafortunada, no solo las situaciones adversas, todas las situaciones de nuestra vida en realidad son el resultado del kamma.
Pero en el preciso instante que está ocurriendo esa situación, la elección que va tomar usted, su reacción inmediata ante la situación, esa reacción no viene necesariamente determinada por el kamma; si en ese preciso instante se tiene plena atención a lo que está ocurriendo uno puede elegir una reacción distinta a la habitual, o a lo convencional, esto se entiende mejor con el siguiente punto.

El kamma, es un acto, literalmente una acción; tal como lo precisa el Buddha es en realidad un factor mental (un factor mental es una de las cuatro realidades últimas de la teoría de los dhammas), este factor mental se denomina Volición (cetanā en pali), el que viene a ser la voluntad que impulsa a las personas a actuar, es este factor mental el que da inicio, que precede a cualquier acción mental, verbal o física, ósea precede a nuestras reacciones, o elecciones. Este factor mental, volición, al igual que cualquier otro factor mental es impermanente, pero a diferencia de los otros (51) factores mentales existentes, este es el único que tiene un potencial para manifestarse como resultado cuando existan las condiciones. Por lo tanto en todo momento tenemos una nueva oportunidad de hacer una nueva elección dependiendo de la volición que en ese preciso momento elijamos; y con esto se trasciende el sostener que nuestra existencia está absolutamente determinada por el kamma, es decir nuestras circunstancias de vida son en realidad una colección, una sumatoria continua de los resultados del kamma, pero en el preciso instante en que están ocurriendo tenemos una Volición a nuestra disposición para darle un determinado matiz a ese evento en concreto, sin caer en el fatalismo convencional si el efecto es adverso, o en el triunfalismo si el evento es afortunado, sino simplemente manteniendo una plena atención ,acompañada del entendimiento pleno del fenómeno que está ocurriendo en ese preciso momento.
Y aquí es donde entra en el escenario, la otra realidad última, la conciencia; como sabemos, la conciencia siempre está asociada con los factores mentales, no puede haber una conciencia sin el surgir en simultaneo de un numero de factores mentales acompañándola. Precisamente un factor mental que siempre acompaña a todo tipo de conciencia es la Volición (cetanā), es decir la volición acompaña a los 89 tipos de conciencia existente, pero es solo cuando está asociada con conciencias sanas o conciencias insanas que se va a iniciar el proceso de manifestación del kamma, de estas 89 solo 29 conciencias son conciencias sanas e insanas, por lo tanto solo actuando desde 29 tipos de conciencia se van a producir los resultados del kamma. Así tenemos la posibilidad de elegir estados mentales sanos o insanos en cada ocurrencia dentro de nuestras vidas, independientemente del matiz de la circunstancia; podemos elegir estados mentales sanos como la tranquilidad, la atención plena, el entendimiento, la ecuanimidad y otros similares, y dejar de elegir los estados mentales insanos como la preocupación, la agitación, la rabia, la insatisfacción, la ansiedad, la depresión, etc.

En resumen, estos estados mentales tanto sanos o insanos que hemos usado en el pasado se viene presentando, se vienen manifestando como resultados del kamma en nuestro diario vivir, como nuestras circunstancias de vida tanto favorables como desfavorables; y para alguien que ya entendió el fenómeno, entiende entonces que afuera de uno no hay absolutamente nadie responsable, ni nadie causante de nuestros intervalos de felicidad o de infelicidad, ya no hay nadie a quien responsabilizar, absolutamente a nadie a quien conferirle la responsabilidad de lo que nos está ocurriendo, sea positivo o negativo; entender eso es llegar a entender que cada uno de nosotros es el único responsable de los resultados del kamma que nos toca cosechar, que somos los únicos propietarios y herederos de nuestro kamma. Que debido a eso entenderemos que nuestra experiencia de vida puede expresarse por una larga vida o una corta vida ( en dependencia si se mata a seres o no), que nuestra vida puede ser una vida sana o enfermiza ( en dependencia a si se daña o no a otros seres); que se puede poseer belleza o fealdad ( en dependencia de cuanta ira uno comparta),de si uno le toca ser pobre o rico ( en dependencia de cuan generoso se fue o no), de si uno es inteligente o no ( en dependencia del cultivo de la investigación) y así muchos criterios más entre los que se mueve nuestra existencia están en total dependencia de los estados mentales sanos o insanos que tengamos habitualmente. Estados mentales que no solo determinan lo que nos va a ocurrir como circunstancia de vida actuales o futuras, sino que además el efecto del kamma se vuelve también bastante determinante en el momento de la muerte, cuando se genere la conciencia de reconexión y nos toque renacer en uno u otro plano de existencia (lo que explicamos cuando posteamos sobre Los Planos de Existencia), como un posible resultado adicional de nuestro kamma.

Así que entender la Ley del Kamma, es poseer un nivel correcto de entendimiento, entendimiento que también es posible de madurar con el desarrollo de la mente a través de la práctica de la meditación, acompañándolo siempre con el entendimiento sobre la conciencia y los factores mentales. Hasta llegar a los niveles mayores de entendimiento, donde se puede llegar por ejemplo a entender, si existe o no un actor detrás del kamma, o si finalmente existe o no un experimentador de los resultados del kamma.

(Fuente: Instituto de Estudios Buddhistas Hispano)

¿Qué es la mente?

Lo que denominamos mente, es en realidad un fenómeno concreto que existe en todo momento, un fenómeno continuo, de constante expresión, que se vivencia como un proceso continuado de expresión, por ello se le suele llamar continuum mental o abreviadamente: mente.

La mente es un fenómeno inmaterial, NO producido por la materia; en el ámbito del ser humano, la mente NO es producida por ningún órgano físico, NO está alojada en ningún lugar dentro del cuerpo físico, pero ciertamente tiene determinada correspondencia y se relaciona con el cuerpo físico; para el ser humano hay una correlación y un condicionamiento mutuo entre la mente y la materia, pero esta relación es temporal, es decir si el cuerpo físico llega a su término , el continuum mental seguirá su expresión en una nueva reconexión o renacimiento, es decir este continuum mental se muestra como una continuidad pero no como una identidad (no hay una individualidad que pase de una existencia a otra, pero si hay una continuidad que se expresa en determinados matices diferenciables temporalmente). En otras palabras NO es que el ser humano “posea” mente, si no que más bien todo lo que englobamos bajo el concepto de ser humano, es solo una expresión de la mente.
Esto se entiende mejor bajo la formulación dada en el Buddha Dhamma, específicamente en la sección del Abhidhamma.

En el Abhidhamma se analiza la mente en detalle, obviamente respaldada por la experimentación producto de la meditación, y se descubre, se encuentra que la mente se puede dividir en dos componentes: la conciencia (citta en pali) y los factores mentales (cetasika). Estos dos componentes son vivenciables cuando usted se sienta a meditar, en esa experiencia lo más probable es que emerjan una serie de pensamientos discursivos, si usted afina su atención va a descubrir que hay dos “cosas”, dos elementos, dos componentes en ese momento: el primer componente vendrían a ser los pensamientos discursivos en sí mismos y el otro componente vendría a ser “lo que nota” que están ocurriendo tal o cual tipo de pensamientos discursivos. Así que en ese caso concreto de experiencia, en ese preciso momento hay algo que se da cuenta, que descubre, que nota, que se percata de que hay pensamientos discursivos, exactamente eso que se percata, eso que nota, eso que conoce lo que está ocurriendo es la conciencia (citta) y aquello que la conciencia observa y se percata es una determinada expresión de los factores mentales, en este ejemplo la cualidad de sus pensamientos discursivos, pongamos el ejemplo de que sus pensamientos discursivos fueron de preocupación respecto a una situación laboral, o familiar, o sentimental, o financiera o de cualquier otro tipo, mas allá de cual sea el contenido específico, la historia misma del pensamiento discursivo, ese es un tipo de pensamiento donde hay preocupación, entonces ese es una de los factores mentales implicados en ese momento: el factor mental de la preocupación (kukkucca), que es un factor mental insano, si usted agudiza un poco más su observación va a descubrir que está presente una determinada molestia físico o mental, que según la intensidad de sus pensamientos este malestar está tomando la forma de enojo, ira, rabia, mala voluntad, insatisfacción, o derrotismo ( depresión), entonces todos estos últimos mencionados forman lo que en el Buddha Dhamma se denomina aversión, así en ese precio instante en su mente este presente la aversión (dosa) que es otro factor mental, así usted ya va conociendo dos factores mentales (insanos por cierto) uno llamado preocupación y otro denominado aversión; pero si usted sigue atento y no se distrae va a ver que esos pensamientos discursivos que tenía toman el giro de buscar un responsable, un culpable, de su mal momento, de su malestar, de su rabia, de su enojo, de su insatisfacción, si en ese momento fallamos en entender la ley del Kamma (tal como publicamos el día de ayer) vamos a dirigir un pensamiento de mala voluntad, o unas palabras cargadas de ira y enojo contra esa persona posiblemente cuando la veamos, o una acción física concreta contra esa persona o cosa que según nosotros es el responsable de nuestra malestar, entonces aquí aparece un nuevo factor mental denominado concepción errónea (diṭṭhi); así usted ya conoce vivencialmente tres factores mentales insanos : concepción errónea, aversión y preocupación. Cada uno de ellos se hace predominante en determinado instante en su mente a través de algún tipo de pensamiento discursivo.
Si cambiamos el ejemplo y asumimos que ese pensamiento discursivo tenia contenidos sobre algo muy agradable que usualmente nos produce tremendo placer o gozo, por ejemplo comenzar a pensar sobre ese postre que nos encanta, o comenzar a pensar en la cena que ya se acerca y el platillo que vamos a elegir y con el que nos vamos a engreír (puede que se nos empiece a ser agua la boca), o tal vez comenzamos a pensar sobre el spa que nos espera con el delicioso sauna y los reconfortantes masajes que ya conocemos; en este caso está presente el placer y el apego a lo que nos lo proporciona, así que se genera en nosotros el deseo de enrumbarnos en determinada acción, cancelando o dejando de dar preferencia a cualquier otra actividad programada; por lo que en este ejemplo se hace predominante el factor mental conocido como apego (lobha).
Entonces vemos que cualquier tipo de pensamiento que tengamos se puede reducir a uno u otro tipo de factores mentales, ahora cada uno de estos factores mentales esta siempre (como vimos) acompañando a la conciencia, surge en el mismo momento que la conciencia, por lo tanto cada uno de estos factores cuando se hace predomínate le da a la conciencia cierto matiz, cierta tonalidad, genera cierto tipo de conciencia; así es fácilmente comprobable por nosotros que no es lo mismo cuando nuestra conciencia esta matizada de enojo o ira (cuando vamos a decirle a alguien “sus verdades”) que cuando vamos a solicitar ese postre que nos encanta, en el primer caso tenemos una conciencia donde predomina la aversión y en el segundo caso tenemos una conciencia donde predomina el apego, y desde cada una de ellas (como es fácilmente comprobable en nosotros mismos) pensamos ,hablamos y actuamos distinto.
Así que los factores mentales que surjan y que se hagan predominantes en cada momento mental determinan el tipo o el matiz que toma la conciencia en ese momento, definiendo esto una gama o una variedad de conciencias disponibles en el continuum mental; lo que también es comprobable es que a medida que se van identificando todos los factores mentales, se descubre que en cada momento hay varios factores mentales presentes con cada conciencia; también encontramos que tanto la conciencia como los factores mentales están tomando el mismo objeto (el objeto de la aversión o el objeto del deseo) ese objeto a quien le imputamos la responsabilidad de nuestra emoción, el “responsable” de nuestro tipo de pensamiento o emoción; Otra característica dentro del continuum mental es que estos factores mentales y la conciencia surgen juntos y cesan juntos en un despliegue continuado de variedades y opciones. Es decir si meditamos por 20 o 30 minutos presenciamos como nuestra mente pasa de un tipo de pensamiento a otro, en su momento son pensamientos agradables, en su momento son pensamientos desagradables, en su momento tal vez neutros, pero notamos ese oscilar, ese cambiar, ese pendulear de un estado de mente a otro, a veces la pasamos bien, es una agradable experiencia, a veces la pasamos mal, y es una experiencia insatisfactoria. En resumen, si tenemos factores mentales sanos, se originan conciencias sanas, y si tenemos factores mentales insanos se originan conciencias insanas; y descubrimos como nuestro continuum mental pasa de expresar estados mentales sanos a expresar estados mentales insanos y así sucesiva y oscilatoriamente. Esta última característica es lo que se llama Impermanencia (anicca), la que nos dice que todos los fenómenos condicionados son siempre impermannetes; cuando se agudiza más la atención a largo plazo se descubre la alta frecuencia con que esta impermanencia está ocurriendo en el continuum mental y eso genera insatisfacción (dukkha) en la mente del practicante, esta es la segunda característica de todos los fenómenos condicionados , descubrir que no se tiene ningún control, que se mueve a su antojo exhibiendo tonalidades distintas a todo momento; la experiencia directa de estas dos características , lleva al practicante a conocer la tercera característica de los fenómenos condicionados: la Impersonalidad (anatta), la característica que muestra que no hay una entidad fija en ninguno de los fenómenos, que estos son solo la temporal confluencia de determinadas causa y condiciones, que después de estas no hay nada concreto. Estas son las tres principales características generales que tienen todos los fenómenos condicionados.

Entonces resumiendo:
Mente = Conciencia + Factores Mentales

Especificando
Factores Mentales
Son los factores que siempre acompañan a la conciencia, siempre están surgiendo y cesando al mismo tiempo con ella, siempre toman el mismo objeto que la conciencia está tomando; son los que le dan el matiz o el tono al estado mental; al combinarse con la conciencia hace que esta tome su matiz respectivo, generando un tipo determinado de conciencia.
Los factores mentales son 52 en total: 25 de ellos se llaman factores mentales hermosos (o sanos), 14 de ellos son factores mentales insanos y 13 son factores mentales comunes a los dos anteriores.
Los 13 factores mentales comunes a ambos grupos se subdivide en dos grupos : el de los factores mentales universales, que son 7 y que son el mínimo numero en realidad de factores con los que se puede acompañar una conciencia; dado que la función de la conciencia es conocer, estos 7 factores mentales universales apoyan a la conciencia en su actividad de notar, de conocer los objetos mentales, por lo tanto están siempre presentes con la conciencia sea cual sea el tipo de conciencia que surja, estos 7 son : Contacto (phasa)[el factor que hace contacto entre la conciencia y el objeto a conocer], Sensación (vedanā)[que surge producto del contacto anterior], Percepción (saññā)[la que es capaz de reconocer los objetos o hacerlos reconocibles],Volición (cetanā)[el impulso o la voluntad que generara una acción mental, verbal o corporal],Unificación (ekaggattā)[el sostener el objeto por la mente], Facultad Vital (Jīvitindriya)[ayuda a mantener los factores mentales asociados] y Atención (manasikāra)[estar atento al objeto].El segundo grupo se compone de 6 factores mentales llamados ocasionales, que a diferencia de los anteriores ya no son comunes a todas las conciencias, es decir solo ocurren en determinados contextos y circunstancias, son ocasionales.
De ahí siguen los 25 Factores Mentales Hermosos, así llamados porque son factores mentales sanos , que hacen que la conciencia tome un matiz sano, desde la cual se generan acciones mentales, verbales y corporales realmente sanos, beneficiosas para el practicante y para todos los seres, podemos mencionar como resumen solo algunas: Confianza (saddhā), Atención Plena (sati), No Codicia(alobha), No Aversión (adosa),Estabilidad mental (Upekkhā), Tranquilidad mental (kāya passaddhi), Compasión (karuna), Entendimiento (ñāṇa) y 17 más que no por no mencionarlos aquí dejan de ser importantes.
Luego están los 14 Factores Mentales Insanos, cada vez que se usa uno de estos factores mentales, la conciencia toma un matiz insano, por lo tanto toda acción mental, verbal y corporal que se realicen con estos tipos de conciencias generaran resultados adversos y circunstancias desfavorables en la existencia, podemos mencionar a: Ignorancia (moha), Apego (lobha), Aversión (dosa), Agitación mental (uddhaccha),Concepción Errónea (diṭṭhi),Envidia (Issā),Vanidad (māna),Avaricia (macchariya) y la Preocupación (kukkucca) y 5 adicionales.
Estos 52 factores mentales en distintas agrupaciones y bajo la fuerte predominancia de algunos de ellos dan origen a la clasificación de la conciencia también en grupos.

Conciencia
Como ya se mencionó la conciencia es la cualidad de conocer, la capacidad de conocer, para realizar esta tarea se acompaña de determinado grupo de factores, la función mínima cognitiva se acompaña de los 7 factores mentales universales, en compañía de tales factores mentales la conciencia llega a conocer cualquier objeto sea mental o material, y de ahí puede adicionar los otros factores mentales con lo que se genera un tipo de relación y de interacción de la conciencia con el objeto ( se puede relacionar por ejemplo desde el apego hasta el entendimiento). En base a esa combinación de determinados factores la conciencia toma distintos tipos o matices.
En total la conciencia puede tomar 121 tipos de expresión, esta se divide primeramente en dos grandes grupos,: el primero de ellos se llama el grupo de las Conciencias Supramundanas (lokuttara Cittas), este es el tipo de conciencia que llega a conocer un ser que ha experimentado directamente el del elemento Incondicionado de la mente (también llamado Nibbāna), aquí son 40 los tipos de conciencia, que puede conocer y experimentar ese ser, en donde participan de manera predominante ocho factores mentales sanos: la Atención Plena(sati), El Entendimiento (ñāa),Energía (viriya),Gozo (pīti),Tranquilidad (passadhi),Concentración (samādhi) y Ecuanimidad (upekkhā). Luego está el segundo grupo que se denomina Conciencias Mundanas (Lokiya Cittas) compuesta por 81 tipos de conciencia; se denominan conciencias mundanas porque aquí todavía no se llega a conocer el elemento incondicionado de la mente.
Estas 81 conciencias mundanas se subdividen a su vez en tres grandes grupos: el primer grupo es el de las Conciencias de la Esfera Inmaterial, que son un grupo de 12 tipos de conciencias nuevas que puede conocer alguien que practica la meditación de tipo samatha y alcanza maestría en el quinto nivel de absorción meditativa conocida como el quinto jhāna. El segundo grupo es el de las conciencias de la Esfera de la Material Sutil, grupo compuesto de 15 tipos de conciencias, cognoscibles por quienes llegan a experimentar los cinco primeros niveles de absorción meditativa o los cinco primeros jhānas. Y el tercer grupo está formado por 54 conciencias y se denomina el grupo de la Esfera Sensorial, y es el grupo en el que nos encontramos la mayoría de los seres humanos comunes, aquí es donde predominan las conciencias sanas e insanas y desde las cuales estamos por lo general actuando, moviéndonos u oscilando entre el apego, o el no apego, la aversión o no aversión, la preocupación o la calma, la agitación o la tranquilidad mental y así sucesivamente. A diferencia de las otras conciencias (las de la esfera de la Materia Sutil, la Esfera Inmaterial, y las Conciencias Supramundanas) donde solo se producen factores mentales sanos y por lo tanto lo que se generan son conciencias sanas.

(Fuente: Instituto de Estudios Buddhistas Hispano)