Del ser compasivo y el camino.

Ayer conversaba con alguien que me decía que la espiritualidad es un espacio que reúne a gente que le gustan los aforismos, que sienten nostalgia por los valores religiosos pero son incapaces de comprometerse, que espiritualidad sin caridad es entretenimiento egocéntrico disfrazado.
Por momentos me sentí abrumada, no era fácil tratar de construir un diálogo y estaba poniendo a prueba qué tan comprensiva y bondadosa podría ser mi actitud. Me preguntó qué significaba ser compasivo para mí, al mismo tiempo que prejuzgaba con su tono la eventual respuesta. Lo que sigue fue más o menos mi comentario:

Compasión es la capacidad de sentir con alguien lo que le está pasando y actuar para ofrecerle alivio. Involucra un salto de empatía y la voluntad de ir más allá de la propia experiencia, resistencia, juicio y miedo.  Es ofrecer refugio al dolor. Es encontrar el valor para ver, entender y escuchar con el corazón abierto ese mundo del otro, aún cuando quisiéramos huir. Es tomar conciencia de la naturaleza de nuestra existencia y cultivar en cada gesto la atención. Es revisar el estado de mi mente al ofrecer ayuda y brindarme como un igual. Es ver la tristeza sin negación alguna. Es hacerse íntimo con el sufrimiento sin sentirse abrumado, es apoyarse en la bondad, el coraje y la paciencia para poder actuar con amor frente a la fragilidad de la vida. Porque ser compasivo no implica sentirse santo, perfecto, elegido ni instrumento divino sino actuar con humildad desde mi propia vulnerabilidad humana.

Cada persona es un mundo y cada mundo tiene su propia decoración. Pero la foto es la misma aunque pase por diferentes filtros. El rechazo es una «contradicción de manual» para quien habita la verdad. Con una dosis de humildad y sensatez, cada uno debe descubrir y discernir el enfoque más apropiado para su propia comprensión.

¿Es que no hay una verdad?¿No hay una doctrina legítima y válida?
¡La verdad existe, querido! Lo que no existe es esa “doctrina” que anhelas, la doctrina absoluta, perfecta, única que da la sabiduría. Tampoco debes ansiar una doctrina perfecta, amigo mío, sino la perfección de ti mismo. La divinidad está en “ti”, no en los conceptos o en los libros. La verdad se vive, no se enseña. (Hermann Hesse, El juego de los abalorios)

De la generosidad y sus caras.

Todas y cada una de nuestras necesidades diarias son atendidas gracias a la actitud bondadosa y actos generosos de otros. Desde que nacimos fuimos cuidados para poder crecer. En primer lugar por nuestra madre.
Lo que hoy nos resulta posible disfrutar es, en una parte significativa, el resultado de la amable generosidad de otras personas tanto en el pasado como en el presente. La interdependencia es clara al observarlo en perspectiva. Cada día que pasa siento más plenamente que la espiritualidad es un asunto personal que incluye una mente abierta en todo sentido y sin ninguna clase de confinamiento.

«Vive tu efímero momento según la ley de la naturaleza y recibe con serenidad el final del viaje, como una oliva que cae cuando está madura: Bendiciendo a la rama que la sostuvo y agradeciendo al árbol que le dio la vida.» (Marco Aurelio)

Del filo de las palabras y toda su crudeza.

«Vamos, no seas marica», le dijo el profesor de natación a Juan al pedir una toalla  para salir de la pileta porque tenía frío. Él tenía ocho años de edad e iba a natación como parte de las actividades de la escuela. Todos sus amigos empezaron a reírse. «Marica, marica…», le gritaron, y el profesor, lejos de hacerlos callar, los alentó. Nunca más volvió a nadar hasta que empezó a hacer gimnasia acuática a los sesenta junto a Lucas, su pareja de los últimos dieciocho años.

“¿Quién quiere más torta?”, preguntó Charlie en el cumple de su hija. Ella festejaba sus catorce años y había invitado a sus amigos de la escuela a su casa. Ella estaba contenta y con entusiasmo le dijo: ¡yo, papá…! “Vos no mi amor, tenés que cuidarte porque vas a seguir engordando”, le disparó Charlie delante de todos sin ninguna medida. Ella aguantó la vergüenza como pudo hasta que se fueron y se refugió en su cuarto pensando en lo triste que era ser gorda.

«Tu dibujo no tiene nada que lo destaque, es común”, le dijo su profesora de dibujo apenas iniciado el primer año del secundario. Para ella, dibujo era la materia preferida en la primaria y realmente dibujaba muy bien. Se había destacado en concursos y exposiciones del distrito. Pero ese año casi se lleva la materia. No volvió a dibujar hasta pasados los cincuenta y cinco, cuando tomó coraje pintando mandalas por recomendación de su terapeuta.

“Nena, no seas así, cuando seas grande no te van a querer ni los perros…”, era la frase que ella usaba para retar a su hija cuando hacía o decía algo que le parecía mal. Una frase corta con la contundencia del látigo, directa, sin ninguna conciencia del daño que podía causar. Más tarde, cuando le preguntaban, ella siempre decía que había educado a su hija con mucho amor. Que hizo lo mejor que pudo. En nombre de ese amor dijo frases como esa…

Muchas veces no prestamos la suficiente atención y decimos cosas que marcan y hacen daño a los que queremos. Son frases jodidamente desafortunadas, de esas que sería preferible haberse mordido la lengua o haberse quedado afónico de golpe en lugar de ser pronunciadas. Porque no importa cuántas horas de terapia les dediquemos para desarticularlas ni cuánto esfuerzo espiritual hagamos para quitarles poder, seguirán allí, rondando y haciéndonos la vida una hiel en el momento más inoportuno. Son frases que en nuestros relatos aparecen como exageradas, como que las recordamos mal. Porque no puede haber tanta maldad ni tamaña mala intención en quien las pronunció. Pero es entonces, cuando haciendo una íntima revisión en la privacidad de nuestro mundo interno, nos damos cuenta con toda crudeza de esas palabras que nos marcaron y se afincaron en el inconsciente. No nos mataron, pero la grieta en el corazón causó estragos y nos condicionó atrozmente.

Lo bueno es que llega un día, un momento de la vida en que finalmente sacamos uno por uno todos los puñales que nos clavaron en el alma. Nos miramos con cierta timidez en el espejo y descubrimos que no importa, que no fueron dichas con intención de dañar, que los autores de pronunciar tamañas salvajadas en forma de sentencias, lo hicieron desde su propia inconsciencia. Ellos cargaban con sus propias frases desgraciadas. Es entonces cuando llega el perdón y sentimos que vamos sanando poco y poco. Y más tarde, cuando el tiempo y nuestra madurez lo permiten, llega la compasión. Es ahí cuando recuperamos nuestra dignidad y las ganas de nadar, comer torta y dibujar. Nos deja de importar la opinión de los demás y ya no tenemos miedo a quedarnos solos. Porque es una realidad que no solamente nos quieren los perros…

Sería bueno que todos pensemos y pongamos atención en lo que decimos y cómo lo decimos. Cultivemos la sensatez de hablar con criterio, priorizando lo humano de nuestras necesidades y vulnerabilidades compartidas. Porque las palabras pueden herir y tardar muchos años en recomponer el daño. Y a veces el daño es tan profundo que no tiene arreglo. Porque a las palabras, no se las lleva el viento.

De la ética de vivir y la espiritualidad cotidiana.

Muchas veces justificamos un comportamiento poco ético y moralmente repudiable en el dolor inconsciente, el de la infancia o el no trabajado. El volvernos egoístas pasa así a tener un argumento lógico que lo sostenga aún en gente que podríamos considerar “buena”. Toda la doctrina de la reencarnación y el karma que sostienen las tradiciones espirituales orientales es fuente de un comportamiento ético para sus creyentes y establece una frontera para el obrar incorrecto. Puesto que las acciones de hoy darán sus frutos en el futuro (léase en esta vida o las siguientes) la noción sirve como límite para las acciones repudiables. En el mismo orden, se justifica a los afortunados que viven bien hoy en su buen karma pasado.

Pero conviene no perder de vista que hay gente exitosa y que disfruta de la vida ignorando por completo estas ideas y sus similares de premio y castigo  del cristianismo. La crueldad y la psicopatía tienen su espacio en esta vida y a veces asociado a un vistoso bienestar.

Creo que el punto fundamental para vivir una vida anclada en valores o principios espirituales y elegir el camino de la empatía, el respeto y la compasión no pasa por negar que se puede vivir sin que los demás importen y sentirse bien sino optar por transitar el propio camino independientemente de las elecciones ajenas. Poco debería importarme cómo construye su felicidad ese otro que en mis términos es inmoral o ejecuta actos reñidos con la ética. Ese es su camino y el mío es otro.

Realmente no veo necesario creer en la reencarnación ni motivarnos en una vida futura de fortuna para llevar una vida moral y éticamente aceptable en el presente y lo cotidiano. La clave para ser responsable y respetuoso pasa por aprender a gestionar el dolor eficientemente y así no buscar alguna forma de compensación en el afuera por lo que sentimos. No es un dar para recibir ni un hacer buenos actos para que la vida me retribuya con el mismo criterio simplista del cielo y el infierno con el que la mayoría fuimos educados en occidente. En lo personal, el sistema de premios y castigos  no lo deseo para mi vida.

A medida que aumenta la comprensión del misterio de la vida y se acepta la realidad y el sufrimiento como parte de ella sin resistencias en el corazón, es posible transitar nuestro paso por este mundo con sensibilidad, amabilidad, generosidad y cuidado de otros y con otros. El poder espiritual para enfrentar la adversidad se incrementa naturalmente y con él nuestra capacidad para gestionar en el modo en que atravesamos las escenas. El beneficio es para todos y el primer paso para lograrlo es que lo hagamos cada uno en nuestra propia vida.

Maestro, veo que a veces te ríes solo. ¿Es que tienes lindos recuerdos de algo o alguien? No hijo, no hay recuerdos; río por mi naturaleza. Los seres humanos somos todos esquizofrénicos, duales, pensamos en blanco y negro, hacemos y no hacemos, amamos y odiamos al mismo tiempo, estamos y nos preocupamos por estar. ¿Qué te extraña que ría si a veces lloro?

De la bondad, la pasión y la ignorancia.

Según la filosofía tradicional del yoga, todo el  universo responde a tres cualidades básicas. Todas las cosas y seres del universo son una mezcla de las tres, variando su predominancia según su magnitud de manifestación, según sus hábitos, etc. Toda acción, emoción o pensamiento responde en el ser humano a estas tres cualidades, predominando una de ellas. En Sánscrito estas tres cualidades son llamadas Gunas la palabra Guna significa cualidad, atributo o modo. 

Guna significa también «Lo que Ata«, de aquí su importancia…

Así, en el capítulo XIV del Bhagavad Gita, podemos leer:

  1. La Naturaleza tiene tres cualidades, principios o Gunas, que se llaman: Sattva o, Estabilidad, Rajas o Movimiento, y Tamas o Inacción. Estos tres atributos vinculan el alma al cuerpo o el espíritu a la materia.

En el nivel físico, Sattva es equilibrio, Rajas es actividad; Tamas es estancamiento.

En el nivel mental, Sativa es sabiduría; Rajas es pasión; Tamas es inercia.

El Bhagavad Gita sigue en el capitulo XVII

  1. El fruto de una buena acción es puro y armónico; el fruto de la emoción es, en verdad, el sufrimiento, y el de la inercia es la ignorancia.
  2. De la Armonía procede la Sabiduría; de la Emoción, el Deseo, y de la Inercia, el Error, la Ignorancia y, la Pereza.
  3. Al ver la Sabiduría en alguien, se sabe que Sattva es la guna que le domina.
  4. Donde se ve avidez, obstinación, mucha actividad, agitación y deseo, allí ejerce su poder Rajas.
  5. Cuando aparece la estupidez, la pereza, la vanidad y la falta de ideas, Tamas está en el trono.

Las tres Gunas son:

Sattva guna: BONDAD. Es la cualidad de la pureza, de la estabilidad. En el ser humano se manifiesta como armonía, equilibro y plenitud, la salud, y las cualidades positivas de la mente. Es el principio de la claridad, amplitud y paz, la fuerza de amor que une a todas las cosas.

Rajas guna; PASIÓN. Es la cualidad del movimiento. En el ser humano es la que produce la pasión en sus distintas formas. La personalidad rajásica tiende siempre a una constante actividad incesante o hiperactividad y estados emocionales perturbados. La mente se encuentra inquieta e incontrolable, hay una tendencia a actuar.

Tamas guna: IGNORANCIA. Es la cualidad de la inercia, es el principio de materialidad, la oscuridad y destrucción. En el ser humano se manifiesta como un estado de pesadez y embotamiento, corporal, emocional y mental. La tendencia a la inacción, obstruye la acción, trae ignorancia y desilusión en la mente. Provee insensibilidad, sueño y pérdida de viveza…

 Tipos mentales de acuerdo con las Gunas

Las personas sattvicas poseen una naturaleza armoniosa y adaptable. Ellos se inclinan hacia el equilibrio y la búsqueda de paz mental y buscan todo lo bueno en todas las cosas, incluso en las enfermedades y se inclinan a comprenderlo, y no a reprimirlo. ESTADO DE SATISFACIÓN Y PLENITUD. La mente, o la conciencia, es naturalmente el dominio de Sattva. La conciencia misma es llamada Sattva en Sánscrito. A menos que la mente esté calmada y clara no podemos percibir nada apropiadamente. Sattva crea claridad, mediante la cual podemos acceder a la concentración. ACCIÓN JUSTA, AQUELLO QUE ES NECESARIO HACER. Se caracteriza por una vida en armonía con la naturaleza y con nosotros mismos, cultivando pureza, claridad y paz.

Las personas rajásicas tienen buena energía pero se queman así mismos a través de la excesiva actividad. Sus mentes usualmente están agitadas y raramente tienen paz. NOS MOVEMOS POR DESEOS O AVERSIONES. De Rajas proviene la falsa idea de que el mundo externo es real en sí mismo, lo cual nos impulsa a buscar felicidad afuera de nosotros. Rajas crea deseos, distorsión y turbulencia. Predomina en el aspecto sensorial de la mente debido a que los sentidos están en constante movimiento buscando sus diversos objetos. ACCIÓN COMPULSIVA. Rajas causa dolor, agitación y la disipación de la energía.

Las personas tamásicas tienen perturbaciones psicológicas muy arraigadas. Sus energías y emociones tienden a estancarse y a reprimirse y no saben cuáles son sus verdaderos problemas. Permiten que otras personas e influencias negativas los dominen y no les gusta ser responsables de sus vidas. ESTADO DE FALTA DE CLARIDAD. De Tamas proviene la ignorancia que cubre nuestra verdadera naturaleza y debilita nuestro poder de percepción. De Tamas surge la idea de un ego o ser separado y predomina en la conciencia identificada con el cuerpo físico. INACCIÓN. Tamas trae el estancamiento, decaimiento.

Tipos de comportamiento según los Gunas

 Es relativamente fácil reconocer a la persona tamásica. Se caracteriza por su profunda letárgica, por su insensibilidad, por la lentitud e inanidad de sus reacciones psicológicas, por la reacción casi exclusiva a estímulos brutales o groseros, que son aquellos que le agradan y despiertan su interés. Es el necio conforme.

 La persona rajásica que hoy predomina, sobre todo en los medios más urbanos y cosmopolitas, es ávida, pasional y egoísta, insaciable en la búsqueda de cosas para su yo personal, siempre agitada y excitada, por los impactos externos. En cierta forma está muy viva (a veces en medio de un torbellino) pero solo a flor de piel. Es activa en el sentido reactivo. Su pensamiento es predominantemente desordenado, incapaz de una síntesis esencial. Se considera inteligente pero está perdida en la ilusión, y a mente esclavizada por el deseo egoísta. La civilización contemporánea es eminentemente rajásica.

 La persona sátvica es capaz de encontrar una síntesis lúcida en medio de los impactos externos, de los cuales va dejando de ser dependiente. En ella se encuentran los valores de Armonía, de Justicia, de Verdad, de Sabiduría, y se desapega de las cosas que satisfacen el deseo egoísta. Por lo expuesto, es una rareza…

 En algunos de los escritos más valiosos de la literatura hindú encontramos la caracterización de las tres Gunas y de los tres tipos correspondientes de persona, así como de las respectivas posturas, de los alimentos preferidos, de las inclinaciones y motivaciones, de los estados evolutivos y de las conexiones kármicas. Vale la pena reproducir algunos extractos del discurso XVII del Bhagavad Guita, dado su carácter instructivo e iluminador. 

113- El poder de Rajas es la extensión, que es la esencia de la acción, y donde son producidas las tendencias preexistentes de la acción y las modificaciones de la mente conocidas como apego y otras cualidades productoras del sufrimiento, siempre creadas por ella.

114- La lujuria, la ira, la ganancia, la arrogancia, la malicia, la aversión, el personalismo, los celos y la envidia son las terribles propiedades de rajas; por tanto esa cualidad crea la inclinación a la acción; por esa razón, Rajas es la causa del apego.

115- El poder de Tamas es llamado envolvente y a él se debe que una cosa  aparece como otra. Es esa fuerza la que es la causa última de la existencia condicionada del ego y es también la causa que excita a la operación de la fuerza de extensión.

116- Incluso aunque seamos inteligentes, instruidos, especialistas extremadamente cuidadosos en el auto examen y adecuadamente entrenados en varias maneras, no podemos ejercer el discernimiento si estamos envueltos en Tamas. Pero, debido a la ignorancia, consideramos como real lo que nace del error y depende de las propiedades de los objetos producidos por el error. ¡Ay de ellos! ¡Grande es el poder envolvente e irresistible de Tamas!

117- La ausencia de recta percepción, el pensamiento contradictorio, tomar las cosas insustanciales como si tuvieran sustancia, pertenecen a Tamas. Aquél que está asociado con Tamas, está llamado a ser llevado perpetuamente por el poder expansivo de Rajas.

118- Ignorancia, pereza, embotamiento, sueño, ilusión e insensatez, son las cualidades de Tamas. Aquél que es poseído por ellas nada puede concebir correctamente, y permanece profundamente adormecido como un poste.

 

Rajas y Tamas son los factores que causan las enfermedades. Rajas y Tamas usualmente funcionan juntos. Por ejemplo, alimentos muy picantes, alcohol y excesos sexuales, son al comienzo rajásicos o estimulantes. Estos actos eventualmente pasarán a una condición tamásica como fatiga y colapso de energía. En un nivel psicológico demasiado Rajas, las cuales son emociones turbulentas pasan a ser Tamas o aturdimiento mental y depresión.

Sin embargo, estos tres estados simplemente no son niveles diferentes. Todos tenemos factores tamásicos, rajásicos y sattvicos en nuestras mentes. Todos nosotros necesitamos cada uno de estos tres procesos en algún grado.

 Hay momentos cuando nuestras mentes están tamásicas, especialmente después de despertarse en la mañana o cuando se tiene sueño en las tardes. Cada vez que estamos mentalmente torpes o emocionalmente deprimidos predomina Tamas. Rajas prevalece cuando estamos agitados, perturbados, activos o especialmente cuando estamos ocupados en trabajar con cierto número de personas o proyectos, Sattva prevalece cuando estamos calmados, quietos, contentos y pacíficos o naturalmente en meditación.

 Estado 1: Erradicando Tamas / Desplazándose de Tamas a Rajas – Curación Personal

 Debemos despertar, actuar y comenzar a cambiar. Aspectos arraigados como el apego, el estancamiento y la depresión deben ser erradicados. Debemos reconocer nuestros sufrimientos y aprender de ellos. Se requiere un nuevo sentido de saber quiénes somos y qué es lo que necesitamos hacer. La acción (Rajas) es lo indicado, no solo en la mente si no también en el aspecto externo de nuestras vidas. Debemos romper con el pasado, traer nuevas energías a nuestras vidas, tal vez un cambio de trabajo o actividad o modificar nuestras asociaciones o relaciones o mudarse a una nueva ciudad o barrio.

Estado 2: Calmando Rajas / Desplazándose de Rajas a Sattva – Curación de la Humanidad

 Es necesario despersonalizar nuestros problemas y ver la condición de la humanidad para entenderla. Relativizando nuestros problemas personales, debemos adoptar como nuestros los problemas de la humanidad, abriendo y dando apoyo a los que sufren y tratando sus problemas como si fueran nuestros. Debemos aprender que nosotros mismos creamos esos sufrimientos, cuando nos apartamos de nuestro camino real, que es el de la empatía y crecer espiritualmente. Este es el estado de servicio.

 Estado 3: Desarrollando Sattva Puro / Paz universal y Compasión

 Para llegar a esta transición se debe desarrollar amor incondicional. Debemos trascender las limitaciones de la condición humana a un estado elevado de naturaleza espiritual. La paz interna debe convertirse en nuestra fuerza dominante y debemos desarrollar nuestra plena naturaleza espiritual (lo que realmente somos). En este estado nos movemos del aspecto humano a nuestra condición real. Este es el estado de la práctica espiritual.

 Fuente: llatzer torrente

De lo ético y lo bueno

Todos tenemos habitando en nuestras cabezas en una diferente combinación a un crítico, un perezoso y un perfeccionista. Y sus voces de hacen oír interfiriendo en nuestras elecciones más frecuentemente que lo que deseamos.
Estabilizarnos en la serenidad que no juzga y mantenernos en el camino que elegimos como éticamente correcto implica cultivar una actitud basada en la curiosidad, la apertura, la aceptación y el afecto hacia la condición humana y su entorno, donde aceptar no es resignarse sino fluir con los acontecimientos sin resistencias.
No basta con tratar de «no hacer cosas malas» sino llevar una vida proactiva en el compromiso de ser buenas personas. Porque si uno vive de forma egoísta, ajeno al sufrimiento que causan las propias acciones resultará imposible ser la personificación de lo contrario. No vaya a ser que «el camino de correcto» sea en realidad «el camino del fraude»
Fraude: Acción contraria a la verdad o a lo recto que causa perjuicio a alguien.

«Sé espontaneo y genuino, sin trazar una línea entre lo que es espiritual y lo que no. Ignora el tiempo, abandona ideas y conceptos y acepta de corazón la Unidad; éste es el camino integral» (Hua Hu Ching)

 

– Maestro ¿por qué vivimos inquietos, desconcertados y padeciendo, en lugar de vivir en estado de serenidad y paz interna?

– Hijo, porque la conciencia se construye en un proceso de preguntas y respuestas. Las preguntas nacen de las experiencias que tu cerebro va asimilando y las respuestas no siempre están a la mano. La inquietud corresponde a las respuestas que aún no han sido encontradas. Abraza la pregunta y conforma un todo con ella sin resistirte a tu estado de conciencia actual. En ese estado recobrarás tu paz.

Imagen