Salto a lo Invisible

¿Cómo sabes que estás en tu propia senda? Porque el camino desaparece y no puedes ver a dónde vas. Todo aquello que construyó tu identidad ha quedado atrás. Esa es la certeza que da el haber encontrado tu ruta. (Alice White)

A veces se trata de saber esperar, de no precipitarse en el deseo que las cosas sucedan. Lo importante es mantener la puerta abierta sin decretar finales anticipados y posibilitar la creación en ese paréntesis que es transición en sí mismo. En la espera la historia se mantiene incompleta. Es un lapso en que las cosas aún son inciertas y nos mantenemos en la condicionalidad.
La espera es presencia que habilita la imaginación de escenarios y al mismo tiempo domestica la angustia que provoca la ambigüedad y la paradoja que acompaña a todo lo vivo. En el latido de cada cosa la presencia y la ausencia se transparentan como un eco del ritmo entre opuestos. Pero un día habrá que cruzar ese umbral en el que ya no podremos contener el aliento. Porque toda espera nos acuna sobre el abismo. En él, la espera se completa.

Por falta de atención hasta podemos relegar a segundo plano lo asombroso y naturalizar las indescriptibles maravillas de esta vida. Acostumbrarse es morir un poco. Porque es en esos momentos inciertos donde brota la imaginación y en esos confines del misterio donde se alimenta nuestra máxima libertad: Ser conscientes.

Tan fascinante como desgarrador es estar en soledad con uno mismo. El mundo ofrece incontables posibilidades pero ninguna seguridad. Lidiar con esta incertidumbre en la intimidad puede resultar aterrador, pero también puede llevar a una compresión más transparente de nuestro lugar en el mapa de la vida. En cierto modo la libertad es una paradoja que nos empuja a aceptar las cosas tal como son. En lo que vemos y percibimos, decenas de espejos reflejan parte de lo que somos hoy a través del tiempo. Es fácil sentir por un momento que no somos otra cosa que una de las infinitas sensaciones de la vida. Una trama impredecible se teje con su propia dinámica adaptativa. En el silencio y quietud de la naturaleza es palpable el pulso de la vida que, ajeno a toda perturbación, compensa y refleja su ritmo.

Trazos del Vacío

La naturaleza es un umbral donde el ser humano puede observar con admiración renovada el misterio de la creación continua.

Por sobre la confusión del día a día, en contacto con el silencio siempre podemos observar el mundo de una forma menos parcial. Todo sugiere unidad. La quietud es un umbral hacia la vastedad y al mismo tiempo condición para contemplar lo exorbitante. Cada lugar que posibilita el ensueño se vuelve íntimo y desdibuja los límites. La inmensidad que nos habita se refleja en el simbolismo de lo observado y se convierte en hogar, en mundo propio. Cierto sentido de pertenencia mutua parece armonizar nuestras urgencias y socializamos con algo más que nosotros mismos y los que son como nosotros. En soledad hablamos con una audiencia amplia.

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A veces una imagen nos invita a permanecer en su corazón, a dejarnos ensoñar en ella para reconocernos. Nos sentimos receptivos frente a algo en apariencia común y sutilmente creamos una conexión simbólica. Entonces las palabras nos abandonan dejando espacio a las sensaciones. La poética de la vida se expresa inesperadamente en una imagen que se expande y contrae por fuera de toda lógica. Quizá percibimos un eco. ¿Será que nuestros recuerdos tienen ciertos refugios para esperarnos? Ciertos estados internos nos sobrepasan y la profundidad de la vida se revela en un instante.

 

De la meditación y la revolución de la atención.

Poco a poco y casi con naturalidad, la meditación va ocupando un espacio como un técnica útil y sencilla para calmar la mente. Múltiples son los beneficios y por cierto las áreas del quehacer humano que mejoran con la práctica cotidiana, pero la meditación es mucho más que un método para bajar la ansiedad y la compulsión por «hacer y tener» derivada del estilo de vida moderno. Reducir la meditación a la sencillez del ejercicio de respirar, poner atención y observar los pensamientos es de una simplificación extrema que, aunque práctica en el orden funcional y psicológico, no le hace justicia a la riqueza de la tradición budista de la que proviene.

Alan Wallace, uno de los principales maestros budistas en Occidente, nos ha hecho un gran servicio destilando siglos de sabiduría práctica en el sendero de samatha. Tal como lo describe en su libro «La Revolución de la Atención», la práctica de samatha no requiere de la adscripción a ningún credo o ideología. Es, simplemente, una clave del equilibrio mental cuyos beneficios son accesibles a cualquiera que persevere.

LOS DIEZ NIVELES DEL DESARROLLO DE LA ATENCIÓN

El autor ha escogido el marco de los diez niveles descrito en el siglo octavo por el contemplativo hindú Kamalashila en su clásico “Estadios de la meditación”.

En un debate histórico Kamalashila defendió que la purificación de la mente requiere entrenamiento en tres cosas: ética, atención e insight contemplativo. El insight está muy bien pero sólo puede sostenerse en un alto grado de equilibrio mental el cual requiere de entrenamiento sistemático.

Los diez estadios son secuenciales. Empiezan con una mente que no puede enfocarse ni por unos pocos segundos y culmina en un estado de sublime estabilidad y claridad que puede ser sostenido durante horas.

La mayoría de la gente ganará mucha calidad de vida llegando al segundo nivel.  Para acceder al tercer nivel será necesario un compromiso mayor que un par de horas de meditación diaria en medio de una vida ajetreada y llena de responsabilidades. El resto de los niveles sólo son accesibles para personas que deciden dedicarse durante semanas o meses a una práctica rigurosa en un ambiente adecuado. Avanzar más allá del nivel cuatro requiere un compromiso vocacional que implica meses o años de dedicación exclusiva.

DOMINANDO LA RESPIRACIÓN

1.- ATENCIÓN DIRIGIDA

Aprender a dirigir la atención hacia un objeto al menos durante unos segundos en sesiones que pueden durar unos 24 minutos.

Se desarrolla gracias al PODER DE LA ESCUCHA. Escuchando las instrucciones o leyéndolas en un libro. El primer signo de progreso es darse cuenta de lo caótica que está la mente. En este estadio podemos encontrar: Déficit de atención, que se siente pasivamente (mente decaída, sin tono, hundida, poco clara, confusa); Hiperactividad, que se siente como activada desde dentro (excitada, agitada, inquieta, evasiva, preocupada); Obsesiva/Compulsiva, (repetitiva, rígida, inflexible, enganchada).

En este nivel se aprende que el cuerpo sabe respirar mejor que la mente, que la atención a la respiración equilibra el cuerpo y la mente, y que prevé o previene los desequilibrios entrantes. Cuando se sostiene la atención en la respiración durante unos segundos se ha completado el primer nivel.

2.- ATENCIÓN CONTINUA

El problema que encuentra la mayoría de la gente para mantener la atención es la excitación producida por aferrarse a deseos inadecuados lo que provoca insatisfacción, intranquilidad y ansiedad.

Cuando la excitación puede a la atención se pierde el objeto y a fuerza de perderlo se nos olvida. Cuando no se olvida del todo o podemos estar más de un minuto atentos a las sensaciones corporales se ha llegado al segundo nivel.

Este segundo nivel se desarrolla gracias al PODER DEL PENSAMIENTO. Cuando mantenemos el interés en la práctica entre las sesiones y el interés en el objeto durante las mismas estamos usando el poder del pensamiento.

La práctica debe conducirnos hacia la RELAJACIÓN, QUIETUD Y VIGILANCIA. Observando las sensaciones que produce la respiración en el cuerpo desde el vientre hasta el pecho. Respirando con el menos esfuerzo posible. Se focaliza la atención en las sensaciones de expansión y contracción del abdomen, y se observa la duración de las pausas.

Pensamientos no intencionados se suceden como una cascada en la mente. Para moderarlos se pueden contar respiraciones. Contar respiraciones es un recurso para no olvidar el objeto de observación que es la respiración pero no debe convertirse en el objeto de la meditación. Al principio de la inhalación se cuenta y se observa el resto de la inhalación activando la atención (para contrarrestar la laxitud) y el resto de la exhalación relajando la atención (para contrarrestar la excitación). MEDITACION ES EQUILIBRIO ENTRE ATENCION Y RELAJACION.

Una forma de cultivar la estabilidad de la atención es dirigirla a las sensaciones en el abdomen asociadas con la inhalación y la exhalación. En general, la atención plena al cuerpo entero resulta de gran ayuda para relajar la mente pero esta técnica de enfocar en el abdomen, típica del Theravada birmano puede ser especialmente eficaz.

La mayoría de las tradiciones budistas incluidas el Zen y el Theravada utilizan técnicas de contar respiraciones para estabilizar la atención. En “Camino de Purificación” se recomienda contar “uno, uno, uno” mientras dura la inhalación y “dos, dos, dos” hasta el final de la exhalación y, así hasta “diez”. En la medida en que se practica, inhalación y exhalación son claramente diferenciadas en la mente. Asanga recomienda señalar “uno” al final de la inhalación y “dos” al final de la exhalación y seguir hasta “diez”. En cualquier caso, el entrenamiento de la atención no busca que se detengan los pensamientos sino la relajación de cuerpo y mente, y la estabilidad de la atención en el objeto escogido.

Buddhadasa, el maestro tailandés, denomina “atención en la respiración” al ejercicio de atender a las sensaciones táctiles que produce entrando y saliendo en las fosas nasales. Se cultiva el darse cuenta, la atención pura, en la cual la mente está completamente focalizada en las impresiones sensoriales que aparecen momento a momento dejando de lado las reacciones a esos estímulos. Se trata de discriminar entre las sensaciones que provocan los movimientos respiratorios en el cuerpo y las imágenes o pensamientos que se producen sobre el propio cuerpo, los cuales son sobreimposiciones de la mente conceptual.

Si en alguna ocasión ha conducido un rato sin ser consciente de que lo estaba haciendo, es decir, pensando en otra cosa, o ha estado hablando con alguien sin darse cuenta de lo que le estaban diciendo, sabe lo que es un trastorno por déficit cognitivo. Si alguna vez ha “visto” algo que no estaba allí o “escuchado” algo que no ha sido dicho, sabe lo que es el trastorno de hiperactividad cognitiva. El entrenamiento de la atención remedia este tipo de desequilibrios cognitivos que constituyen el síntoma de una sociedad estresada.

El signo de este segundo nivel es la discriminación de las sensaciones que reciben nuestros sentidos de lo que, inconscientemente, superpone la mente conceptual. Esa superposición es lo que convierte el mundo en algo familiar lo que no es malo puesto que proporciona estructura pero se convierte en un problema cuando no se discrimina lo que se añade o sustrae de la  realidad. Esto es lo que se denomina hiperactividad o déficit cognitivo.

Parece ser que lo que se denomina “multitarea mental” es una ilusión y que la mente se mueve muy rápidamente pero sólo hace una cosa en cada momento. La práctica de la atención focalizada es esencialmente “no-multitarea”.

Aunque en este nivel todavía la atención estará distraída la mayor parte del tiempo habrá periodos de un minuto en los que la atención estará centrada en el objeto que irán ampliándose con la práctica.

Este es el nivel al que puede aspirar una persona que tiene una vida activa laboral y familiar. La práctica de la meditación mejorará espectacularmente la calidad de lo que haga y le hará muy resistente a los estresores físicos y emocionales.

3.- ATENCIÓN RESURGENTE

La atención puede estar depositada en el objeto de meditación casi todo el rato durante una sesión de unos 48 minutos. Aunque el criterio tiene que ser la calidad de la atención más que la cantidad de tiempo de la sesión, se puede ir incrementando el tiempo en tramos de unos 3 minutos en la medida en que la atención se estabilice.

Aunque ocasionalmente haya lapsos de tiempo en los que se olvide completamente el objeto, rápidamente se reconocerá el olvido y se volverá a la continuidad de la atención.

El principal problema en esta fase es la excitación burda aunque puede haber personas cuyo problema sea la laxitud de la atención que se vean desconectados del objeto y colgados en un espacio separado. El peligro de esto es que aunque el meditador está al margen de vaivenes emocionales pierde el contacto con la realidad convencional.

Para seguir adelante hacia nuevos niveles hay que desarrollar la habilidad de monitorizar la calidad de la atención. Aunque haya que invertir la mayor parte de la energía consciente en la observación atenta del objeto, la introspección controla la calidad de la atención e informa de si la mente ha caído en la excitación o en la laxitud.

Aunque los pensamientos involuntarios siguen fluyendo a gran velocidad la ideación compulsiva no arrastra la observación con tanta frecuencia.

Mucha gente consigue llegar al segundo nivel meditando dos sesiones al día. En las sesiones más enfocadas puede experimentar periodos de continuidad de la atención pero esa estabilidad se pierde durante las actividades del día. No se puede pedir que la práctica de centrar la atención durante menos de dos horas al día cambie una mente dispersa durante las otras quince horas que estamos despiertos. Legar al tercer nivel requiere un fuerte compromiso con la práctica que puede conllevar varias sesiones al día además de un estilo de vida que permita cultivar la calma y el recogimiento. Precisamente, la clave está en que entre las sentadas no se pierda el enraizamiento obtenido.

El énfasis inicial de Samatha se pone en la RELAJACIÓN que es inducida atendiendo a las sensaciones de la respiración a través del cuerpo. El segundo énfasis es en la ESTABILIDAD de la atención para la que ayuda la observación de las sensaciones de la respiración en el abdomen. Después, hay que cultivar la CLARIDAD. Se busca el equilibrio en la relación entre estas tres cualidades de manera que la estabilidad no se gane a expensas de la relajación y que el incremento de la claridad no coincida con la pérdida de estabilidad.

Si sólo practicamos una o dos sesiones al día en medio de una vida activa puede que, ocasionalmente, sintamos que conseguimos sostener la atención en este tercer nivel, sin embargo, nos resultará muy difícil estabilizarla. La hiperactividad cotidiana se introducirá en la mente haciendo que perdamos la coherencia de la atención conquistada durante las sentadas. Para profundizar en la práctica tendremos que retirarnos.

Retiro quiere decir crear las condiciones necesarias para profundizar en la meditación. En los manuales de meditación se habla de ciertos prerrequisitos necesarios para crear el ambiente característico de un retiro. Primero, un entorno físico que tenga unas cualidades mínimas de confort y un grado adecuado de aislamiento. Segundo, tener pocos deseos de objetos y comodidades y estar contento con lo que se tiene. Tercero, tener pocas actividades para dedicarle tiempo a la práctica. Cuarto, tener una actitud ética para con las personas que nos rodean y para el medio en el que se habita. Y quinto, mantener una observación atenta de las actividades de la mente y no alimentar los patrones que agravan la agitación mental.

Hoy en día tomamos la meditación como una tirita o como un simple ejercicio de autoayuda para soportar nuestro estilo de vida pero para una mente asaltada por multitud de aflicciones como apego, aferramiento, hostilidad, confusión, etc. necesitamos algo más, necesitamos un cuidado intensivo y a largo plazo si queremos curar. Eso es el retiro.

4.- ATENCIÓN CERCANA

En este nivel apenas se olvidan las sensaciones táctiles en los agujeros de la nariz, es decir, la atención se puede mantener en el objeto de meditación y no resulta fácilmente engullida por pensamientos involuntarios y distracciones sensoriales. Los periodos de meditación pueden alargarse durante más de una hora dado que se está libre de la agitación burda.

Según la tradición indo-tibetana este nivel se adquiere gracias al poder de mindfulness o facultad de mantener la atención sin olvido ni distracción, que es la base de la atención unipuntual o samadhi.

En los últimos años se ha denominado mindfulness, especialmente en el ámbito de la psicología, a un tipo de toma de conciencia no elaborativa, sin juicio y centrada en el presente en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo de la atención es aceptada tal y como es. Es decir, este modelo de mindfulness constaría de dos componentes: la auto-regulación de la atención y la actitud de apertura, curiosidad y aceptación de los fenómenos que van sucediéndose.

Este modelo psicológico basado en las descripciones de mindfulness del Vipassana (introvisión contemplativa) característico del budismo Theravada difiere de la versión indo-tibetana según la cual mindfulness es el estado en que el objeto de atención es conservado en la mente sin olvido, distracción ni fluctuación.

Mindfulness o Sati es una facultad que implica la conceptualización puesto que es memoria o recolección de acontecimientos pasados y, también, memoria prospectiva puesto que nos capacita para recordar cosas que debemos hacer en el futuro. Para el Vipassana moderno, sin embargo, mindfulness es presente: “Si estás recordando a tu profesor de segundo, eso es memoria, si te estás dando cuenta de que te estás acordando de tu profesor de segundo, eso es mindfulness” (Bhante Gunaratana). Para la tradición indo-tibetana, Sati supone discriminar entre saludable e insalubre, tendencias beneficiosas y tendencias perjudiciales. Mindfulness se cultiva en la práctica de Samatha y se aplica en la práctica de Vipassana. Mindfulness tiene la cualidad del discernimiento lo que implica reconocimiento o percepción de fenómenos y no “pura atención”.

Aunque mindfulness e introspección van de la mano, introspección es un factor mental que tiene la función de monitorizar el estado de cuerpo y mente en cada momento. Gracias a esta facultad nos damos cuenta de cuando la mente ha sucumbido a la laxitud o a la excitación y pone en marcha lo necesario para superar ese desequilibrio. Aunque el Vipassana moderno subraya que mindfulness supone aceptar esos desequilibrios sin hacer ningún intento para cambiarlos, no hacerlo supone reforzar esos desequilibrios.

En todo caso, al llegar a este nivel, la práctica se convierte en logro. La sensación de logro puede hacernos creer que hemos culminado el camino y llevarnos a una complacencia que puede hacer peligrar la práctica. La atención ha superado la agitación burda aunque fluctúa debido a una agitación mediana y una laxitud burda. Esto quiere decir que aunque nunca se acaba de perder el contacto con el objeto de meditación, pueden aparecer fenómenos que ocupen el centro de la atención relegando al objeto a la periferia.

El trabajo de la atención consiste en ir limpiando de impurezas la sensación física, en este caso la sensación en los orificios nasales, haciendo que la viveza aumente al mismo tiempo que la relajación y, en consecuencia, que aumente la estabilidad de la observación. Este trabajo se profundiza hasta que los límites físicos desaparecen, hasta que la respiración no se siente, dando lugar a un “signo” que representa la disposición mental del meditador, signo que será el que conduzca su atención en el resto del camino.

Mientras que algunos maestros Theravada consideran que puede haber sensaciones físicas en los niveles superiores, la tradición Mahayana señala que sólo enfocando la atención en objetos mentales se puede desarrollar el camino completo de samatha. Según esta tradición enfocando la atención en sensaciones físicas se puede desarrollar la estabilidad pero la viveza no puede desarrollarse completamente, por ello, se entiende que samatha se consigue mediante la toma de conciencia mental y no por la toma de conciencia sensorial.

Sin embargo, muchos budistas tibetanos han intentado alcanzar samatha concentrándose en un una imagen mental generada deliberadamente. El esfuerzo necesario para sostener esa imagen es enorme y, cuando la práctica se prosigue de manera intensiva durante mucho tiempo llega a producir tensión y estrés. Por tanto, dado que la imagen del llamado “signo adquirido” aparece espontáneamente en la práctica de la atención plena en la respiración, es preferible esperar a que eso ocurra y evitar el exceso de tensión que resulta de la deliberada visualización.

De acuerdo con la psicología budista cuando se detecta algo a través de los sentidos hay un breve momento antes de que la mente proyecte sus categorías  y conceptos. Discernir esta fracción de tiempo de percepción pura requiere un alto grado de claridad. Además de la claridad respecto a la naturaleza del fenómeno se incluye el flujo continuo de conciencia del que emergen todas las formas de percepción sensorial y conceptualización.

Según la tradición budista y bastante de acuerdo con la psicología moderna parece que se dan unas seiscientas pulsaciones cognitivas por segundo. Estas pulsaciones vendrían a ser como fotogramas de una película. Sin embargo, habitualmente no nos damos cuenta de muchas de ellas. La estabilidad de la atención sería la medida de cuantas de las pulsaciones acertadas o conscientes están enfocadas en el objeto. Por ejemplo, si disponemos de cincuenta momentos de conciencia acertados o reconocidos y la mayoría están dirigidos hacia el objeto disponemos de un alto grado de estabilidad mientras que si esos momentos están divididos entre varios objetos la atención está dispersa. La estabilidad es coherencia en relación  al objeto escogido. Cuando nos relajamos y la atención se estabiliza, si la claridad aumenta, podemos experimentar una densidad mayor de momentos de atención acertados cada segundo. Así se entrena la atención, aumentando los momentos reconocidos de atención enfocados. Muchos meditadores señalan la claridad como la clave de su práctica. La claridad tiene dos prerrequisitos: relajación y estabilidad.

Por debajo de todos estos aspectos de la atención está el fundamento de la ecuanimidad sin la que las vacilaciones emocionales y los desequilibrios atencionales persistirán indefinidamente. Un signo del progreso espiritual es la imperturbabilidad ante las vicisitudes de la vida, es decir, de ecuanimidad.

ASENTANDO LA MENTE

5.- ATENCIÓN DOMESTICADA

Aunque en este punto la práctica resulta satisfactoria todavía quedan ciertas resistencias. Libre de la excitación burda la mente tiene que lidiar con el obstáculo de la torpeza mental y, en ocasiones, la mente se desestabiliza con cierta agitación. El meditador tiene que aprender a discriminar grados del sopor. El obstáculo del sopor provoca un descenso de la claridad del objeto de meditación. El objeto aparece envuelto en una especie de nebulosa. Hay que aprender a superar el sopor sin perder la estabilidad. El problema puede ser que si se levanta demasiado la mente para superar el sopor se cae en la excitación pero si se relaja demasiado se cae en el sopor. Los practicantes de meditación vienen enfrentándose con este dilema desde hace miles de años y se necesita una gran habilidad para superarlo.

Este nivel se alcanza gracias al poder de la introspección que es la facultad de monitorizar la calidad de la atención. Se desarrolla esta habilidad para poder detectar grados cada vez más sutiles de laxitud y excitación.

Buddhaghosa señala esta distinción entre mindfulness e introspección: “Mindfulness tiene la característica de recordar. Su función es no olvidar. Se manifiesta como vigilancia. Introspección tiene la característica de no-confusión. Su función es investigar. Se manifiesta como escrutinio o indagación.”

Para Asanga: “Mindfulness e Introspección» se aprenden. El primero previene que la atención se extravíe del objeto, el segundo reconoce que la atención se ha extraviado.

La psicología budista considera la introspección como un tipo de sabiduría (prajna) y su desarrollo es uno de los objetivos de la meditación. Los psicólogos occidentales prefieren hablar de metacognición. Los psicólogos cognitivos definen la metacognición como el conocimiento de los procesos cognitivos y afectivos propios, así como la habilidad para, consciente y deliberadamente, monitorizarlos y regularlos.

En este nivel, tanto el Mahamudra como el Dzogchen recomiendan la práctica denominada “asentamiento de la mente en su estado natural”. El Theravada conoce esta práctica como “la mente desatada”. Para el budismo contemplativo el “estado natural” de la mente se caracteriza por la dicha, luminosidad y no-conceptualidad. Wallace considera que este estado es uno de los descubrimientos más importantes realizados sobre la naturaleza de la conciencia y que exige la investigación en colaboración entre científicos y contemplativos.

El objeto de atención en esta práctica es el “espacio mental” y el objeto de introspección la calidad de la atención con que se observa la mente. En la práctica del “estado natural de la mente” esta es como el cielo, los fenómenos van cambiando, pueden aparecer nubes, mariposas, el arco iris o aves pero el cielo no reacciona. El desafío en la transición del cuarto al quinto nivel consiste, precisamente, en localizar los pequeños desequilibrios de excitación y laxitud que se dan en la mente y tomar las medidas necesarias para restablecer el equilibrio.

En esta práctica los ojos permanecen abiertos haciendo que la barrera entre  dentro y fuera se disuelva. Así, se desafía la creencia en el espacio objetivo de los fenómenos físicos separado del espacio subjetivo de la mente, y se comienza a comprender el sentido de la no-dualidad.

Otra experiencia importante que puede surgir con esta práctica es un sentido no-conceptual de que la mente no es dañada por la aparición de pensamientos. Cuando aparecen imágenes o pensamientos, simplemente se observan como acontecimientos mentales presentes en este momento, sin atender a sus referentes en el pasado y sin ser atraídos ni rechazados por ellos. Así se mantiene una toma de conciencia no-conceptual de los conceptos. Mientras que en la atención a la respiración se deja “ir” a los pensamientos en esta práctica se les deja “estar”. No se prefiere un tipo de pensamiento a otro, ni siquiera se prefiere la ausencia de pensamientos a su presencia. El problema no es que haya o no pensamientos sino ser distraído por ellos o apegarse a ellos, esa es la diferencia.

Con la atención en la respiración la estabilidad se medía con respecto a un objeto continuo pero con el “asentamiento de la mente en su estado natural” los pensamientos son continuos, vienen y van esporádicamente. Por tanto, la estabilidad no se relaciona con un objeto sino con la calidad de la toma de conciencia subjetiva, es decir, con la cualidad del sujeto. Esto se denomina “fusión de estabilidad y movimiento”.

6.- ATENCIÓN PACIFICADA

Este nivel, al que se accede gracias al poder de la introspección, se caracteriza por la no resistencia a la práctica, la ocurrencia de una laxitud media en la mente lo que provoca cierta falta de claridad, y una sutil excitación en la que el objeto permanece en el centro de la atención aunque pensamientos involuntarios pueden aparecer en la periferia. Se adquiere la habilidad de testificar pasivamente la secuencia entera de los pensamientos apareciendo, estando por un momento y desvaneciéndose.

En este relativamente avanzado nivel pueden aparecer súbita e inesperadamente un gran número de emociones y otras condiciones físicas y mentales. Esta fase es conocida por albergar los contenidos suprimidos y reprimidos de la mente. Uno de los desafíos mayores es la emergencia del miedo. En la medida en que se suelta el aferramiento a los contenidos mentales también se deshace el sentido de identidad personal que está continuamente reforzado por el pensamiento y por los recuerdos de la historia personal, expectativas y planes. Si el meditador consigue desengancharse de esos soportes que sostienen al ego, la conciencia comienza a meterse en un espacio vacío, una vacuidad desprovista de personalidad. Esta experiencia puede conducir a un estado de miedo dado que la sensación de ser quién soy desaparece. Sin embargo, no hay peligro en ese vacío y luminoso espacio de conciencia. Lo único que se puede perder es la sensación falsa de un ego independiente que controla la situación. Ahora bien, es de la mayor importancia observar ese miedo sin distracción ni apego o aversión.

Durante esta fase se descubre que el límite entre lo consciente y lo inconsciente cambia en relación al grado de relajación, estabilidad y claridad de la atención. Lo que sucede ahora es un tipo de luminosidad y discernimiento de asociaciones libres, pensamientos, imágenes mentales, memorias, deseos, fantasías y emociones. Se desciende hasta la profundidad de la mente sin ser distraído por elementos externos. Es una extraordinariamente profunda terapia y puede ser necesaria la intervención de un guía que conozca la mente y sea compasivo. Sea lo que sea lo que aparezca hay que ser consciente de su naturaleza y dejarlo estar en el espacio de la mente sin juzgarlo ni intervenir.

Esta es una fase en la que aparecen muchos demonios. Aunque la ciencia occidental ha limpiado el mundo físico objetivo de dioses, demonios, espíritus y demonios, el mundo subjetivo puede continuar estando densamente poblado de sus contrapartes internas. Es fundamental entender que los demonios pueden aparecer en la mente como resultado de una práctica correcta y que esos demonios adoptarán las formas más aceptadas por la sociedad en la que habites.

Los demonios son la exteriorización de las proyecciones de las tendencias aflictivas de la mente, como odio, codicia, confusión, orgullo o envidia. Estos demonios que se experimentan como malestar se deben a que no se ha limpiado debidamente la mente neurótica. Hay que dejar que aparezcan y dejar que se vayan. Permitir que se revelen en lugar de rechazarlos. Acogerlos y dejar que ellos mismos decidan volver al espacio luminoso de la conciencia. Esta es la práctica de permitir que la mente se sane a sí misma.

7.- ATENCIÓN TOTALMENTE PACIFICADA

El poder por el que se llega a este nivel es el entusiasmo. Si la práctica te llena de alegría seguirás integrando los sutiles cambios que se continúan dando. Se ha superado la laxitud media pero queda una sutil laxitud en la que el objeto aparece con claridad pero la atención está un poco floja. Este decaimiento es sólo detectado en referencia al alto grado de claridad de la mente. También una sutil excitación puede aparecer en algunos momentos. La práctica produce una sensación de familiaridad que es la cualidad de este nivel. Se ha logrado un alto grado de equilibrio y refinamiento de la atención y el resto del camino resultará cómodo.

En cualquiera de los métodos de samatha seguidos cada vez se hace menos y menos. Si se atiende a la respiración no se quiere hacer nada pero involuntariamente se siguen soltando los pensamientos que pueden aparecer. Se prefiere tener una mente conceptualmente silenciosa en vez de una discursiva. Si se atiende a la mente en su estado natural ni siquiera se hace eso. Simplemente se mantiene la atención plena en el espacio de la mente y en lo que pueda suceder en dicho espacio.

La práctica de “asentar la mente en su estado natural” está muy cerca de lo que se llama mindfulness en la psicología contemporánea, sin embargo, la tradición indo-tibetana utiliza esta práctica para desarrollar samatha y no para obtener un insight contemplativo o vipassana. Mientras que para el Theravada concentración es la facultad de focalizar la mente en un solo punto sin interrupción y mindfulness la facultad que nota la distracción y redirige la atención, para la tradición indo-tibetana mindfulness realiza la labor de la concentración e introspección la función que el vipassana moderno denomina mindfulness.

Según Wallace los textos clásicos indican que la atención pura sólo alivia las aflicciones de la mente como el apego y la hostilidad mientras que es la práctica de vipassana o meditación de la introvisión lo que consigue la liberación. Ahora bien, esta práctica debe fusionarse con la excepcional estabilidad y claridad de la atención o samatha para eliminar de forma irreversible la ignorancia e ilusión que están en la raíz del sufrimiento. En el budismo, el esfuerzo, la concentración y mindfulness correctos son los auxiliares para el cultivo del samadhi. Esto sugiere que sólo mindfulness es insuficiente para la liberación de la mente de sus tendencias aflictivas.

La práctica de asentar la mente en su estado natural conduce a la toma de conciencia de la naturaleza relativa de la conciencia y al alivio temporal de ciertos obstáculos de la mente. Tanto el Theravada como la tradición indo-tibetana están de acuerdo en que el cultivo de samatha conduce a la experiencia del estado fundamental de la psique. La literatura budista se refiere a él como Bhavanga que literalmente quiere decir “el fundamento del devenir” que soporta toda clase de actividades mentales y percepciones sensoriales, como la raíz que sostiene tronco, ramas y hojas. Bhavanga se caracteriza por ser un estado de conciencia vacío, desprovisto de toda la “energía cinética” propia de los pensamientos activos, la imaginería mental y las percepciones sensoriales. Se puede decir que es indiscernible mientras que la mente está activa y sólo se manifiesta en el sueño sin sueños y durante los últimos momentos de la vida de la persona. Los contemplativos budistas aseguran que todos los procesos sensoriales y mentales están condicionados por el cuerpo y el medio ambiente pero surgen de bhavanga y no del cerebro.

Para el Theravada Bhavanga es una intermitente fase de conciencia que se interrumpe cuando una conciencia sensorial u otro tipo de actividad cognitiva surgen. Por tanto, no es un depósito de memorias y otras huellas. A pesar de ser descrito como el estado puro y radiante de la conciencia que existe esté la mente oscurecida o no con impurezas, esta escuela niega que sea un sustrato siempre presente.

Wallace cree a los contemplativos del Dzogchen que han alcanzado Samatha y que lo identifican como “conciencia substrato” (alayavijñana), una corriente de momentos apareciendo y pasando, por tanto no permanente, y condicionada por varias influencias, por tanto no independiente. Lo contemplan como una corriente continua de conciencia de la que surgen los procesos cognitivos mundanos.

La comprensión de la naturaleza del sustrato de conciencia no ilumina la naturaleza de la realidad como un todo. Además, no debe ser confundida con el inconsciente colectivo de C.G.Jung puesto que el sustrato de conciencia se refiere a una corriente de conciencia individual que transita de una vida a la siguiente.

En este nivel, la habilidad para atender a toda clase de procesos mentales sin distracción ni apego se ha agudizado mucho. Cuando se experimenta apego se puede notar el éxtasis que surge anticipando la alegría y satisfacción. Se puede ver a través de las aflicciones de la psique y sentir el éxtasis que es una cualidad del sustrato de conciencia. Cuando el apego surge como posesividad, notoriedad, entretenimiento sensual o, incluso, como realización de samatha, se puede atender al éxtasis en el apego. En el calor de la ira se puede descubrir la luminosidad del sustrato de conciencia. Cuando la ira aparece, en vez de dejarse llevar e identificarse con ella, se tiene la oportunidad de atender a la luminosidad que se manifiesta en la ira y comprender su naturaleza profunda. Incluso la ilusión es el aspecto no-conceptual del sustrato de conciencia. Por tanto, atendiendo a la mente con discernimiento consciente se puede empezar a experimentar las tres cualidades del sustrato de conciencia, éxtasis, luminosidad y no-conceptualidad tal y como se manifiestan en la ira, el apego y la ilusión.

8.-  ATENCIÓN UNIPUNTUAL

El meditador puede sostener una atención focalizada libre de desequilibrios, de la más sutil laxitud o excitación, durante por lo menos tres horas. Es el primer nivel en el que la quietud se impone a cualquier interrupción. Mientras que en niveles anteriores algunos pensamientos involuntarios surgen como un río que serpentea por el valle, ahora la mente está quieta como un océano sin olas.

En este nivel, Wallace recomienda la práctica de samatha sin signo en la que la atención no se dirige a nada sino que descansa en sí misma, simplemente consciente de su propia presencia.

Habitamos un mundo sin certezas. La existencia de un mundo físico independiente y objetivo está en cuestión mientras que la realidad de la experiencia mental subjetiva tampoco es una certeza. Los científicos cognitivos consideran que esa idea de Yo como un ente autónomo no es más que una ilusión. Lo que parece que no puede ponerse en duda es que sabemos de la presencia de la conciencia.

En este nivel Wallace recomienda la práctica de “ser consciente de que se es consciente”. Se trata de examinar la naturaleza de la propia identidad o del agente que elige y actúa en consecuencia. En tanto que hay una indagación sobre la propia experiencia esta práctica incluye vipassana o introvisión.

Si a la conciencia se le retiran todos sus contenidos: pensamientos, imágenes, deseos, emociones, etc. seguirá existiendo la conciencia de ser consciente. La mente se habrá reducido a su pura naturaleza, una especie de vacío, pero de vacío iluminado por un “darse cuenta” quieto pero vívido.

Para los científicos cognitivos el origen de la volición está en el cerebro. Los budistas pueden estar de acuerdo en que el cerebro influencia la volición pero la neurobiología no ha presentado todavía ninguna evidencia de que sea el cerebro el único responsable de la función volitiva. En todo caso, dado que los neurocientíficos estudian las causas físicas de los procesos mentales es lógico que no estén en disposición de identificar otro tipo de causas.

De todas formas, la hipótesis de que la función volitiva es mediada o funciona a través del cerebro sin violar ninguna ley física es perfectamente compatible con el budismo sin que eso implique que se deba aceptar el principio de clausura según el cual no puede haber influencias causales en el mundo físico que no sean, ellas mismas, físicas. Por ejemplo, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, influencias no físicas pueden colarse por un momento sin violar los principios de conservación de la energía pero produciendo efectos medibles en el macro-mundo. Esto no prueba que existan influencias no físicas en el mundo físico pero indica que dichas influencias pueden no violar ninguna de las leyes de la física.

La ciencia no ha demostrado cómo los acontecimientos cerebrales influencian los mentales y viceversa por lo que se puede decir que sus conclusiones están extraídas de preconcepciones materialistas que tienen más de cien años. Es como si un investigador que mide las vibraciones que produce una orquesta considerase que la única causa de la sinfonía que se escucha son las vibraciones porque antes de empezar la música los instrumentos ya producían cierta vibración. Según esto, no importa el papel del compositor, el director, las habilidades o los estados de ánimos de los músicos, la audiencia, etc.

Los contemplativos budistas consideran que el cerebro condiciona la mente y que es necesario para que surjan determinados procesos mentales pero que el cuerpo no es más que la forma en que la psique humana emerge de una actividad consciente subyacente. Esta afirmación se basa en la experiencia de esos contemplativos budistas avanzados aunque para los científicos no sea más que una cuestión de fe o una especulación filosófica. Debemos admitir que son los límites de la indagación empírica los que determinan la separación entre ciencia y metafísica y no Dios o la Naturaleza.

Esta práctica es de una profunda inactividad. Estás siendo consciente de ser consciente pero en realidad no estás haciendo nada.

En contraposición con el “sustrato de conciencia” que puede ser visto como una base relativa de la mente, la “conciencia prístina” se caracteriza por la base absoluta de la conciencia. También conocida como “conciencia primordial” la realización de esta dimensión última de la conciencia es el tema central del Dzogchen. Este estado contiene el estado más pequeño de actividad mental junto con el más grande de libertad de la conciencia. Indivisible de la conciencia primordial es el espacio absoluto de los fenómenos que trasciende la dualidad del espacio interno y externo. Mientras que el vacío relativo del sustrato puede obtenerse mediante el cultivo de samatha, el vacío absoluto sólo puede realizarse mediante el cultivo de vipassana.

La unidad del espacio absoluto y la conciencia primordial es la Gran Perfección a la que también se refiere como “un solo sabor” de todos los fenómenos. El logro del sustrato de conciencia permite conocer la naturaleza relativa de la conciencia individual pero el logro de la conciencia primordial amplia la visión más allá de cualquier límite.

9.- ATENCIÓN EQUILIBRADA

En este nivel se puede mantener un samadhi impecable, sin esfuerzo y continuo durante al menos cuatro horas. Los contemplativos que han alcanzado este nivel lo describen como la “perfección”.

Para llegar a este nivel se necesitan bastantes meses o incluso algunos años de práctica intensiva. Jamás se alcanzará si se practica, incluso muy intensivamente, en intervalos breves o tomando descansos. El más alto nivel de samatha no se alcanza haciendo muchos retiros cortos o algunos de pocos meses, requiere una práctica larga y continuada sin interrupción. No hay atajos.

Sin embargo, hay que decir que samatha es una “tecnología contemplativa”, es decir, un medio para desarrollar la estabilidad y claridad de la atención, pero para alcanzar la conciencia prístina se necesita vipassana que es una “ciencia contemplativa”. La secuencia entre samatha y vipassana tiene sentido: primero refinas el poder de la atención, después, utilizas ese poder para explorar y purificar la mente, que sólo puede ser examinada directamente mediante la observación en primera persona.

El logro de samatha no quiere decir que se haya alcanzado el vacío o la intuición definitiva para la liberación budista. La realización del vacío no quiere decir que se haya reconocido la conciencia prístina. Incluso se puede conseguir cierta intuición del vacío sin haber conseguido samatha, pero esa realización no será estable o capaz de purificar totalmente la mente de sus tendencias aflictivas. Si se reciben las instrucciones adecuadas puede que florezca la conciencia prístina pero si no se ha cultivado suficientemente la estabilidad y claridad de la atención esa experiencia no se sostendrá.

10.- SAMATHA

Los nueve estadios anteriores producen cambios importantes pero el logro de samatha transforma completamente el cuerpo y la mente del meditador. Esa transformación implica unas experiencias específicas que se producen en un periodo relativamente corto de tiempo.

La primera señal es la experiencia de un sentido de pesadez o entumecimiento en la parte alta de la cabeza. Algo remarcable parece suceder en la región cortical del cerebro pero, por el momento, nadie ha podido ser monitorizado para obtener imágenes de resonancia magnética o electroencefalografía. En todo caso, se alcanza un estado mental de docilidad en el que la mente está más adaptable y en forma que nunca anteriormente.

Mientras que, en el budismo, todos los estados ordinarios de la conciencia humana, despierto o dormido, pertenecen al “reino del deseo”, con el logro de esta docilidad física y psíquica se accede al “reino de la forma”. En este reino la conciencia sigue estando estructurada por una serie de conceptos muy sutiles que surgen de una fuente más profunda que la psique individual. Es una dimensión parecida al reino de las ideas de Platón o a los arquetipos de Jung.

La primera estabilización de la mente o (dhyana) lleva consigo la desaparición temporal de los cinco obstáculos. Esta estabilidad desarrolla cinco factores mentales que se contraponen a los cinco obstáculos: la aplicación de la mente contrarresta el sopor, la atención sostenida la duda, el gozo la aversión, el regocijo la preocupación y la concentración el deseo.

Con el acceso a la primera estabilización se puede permanecer en samadhi durante cuatro horas o más sin la más ligera perturbación ni de excitación ni de decaimiento, pero cuando el estado se ha estabilizado, se puede sostener el samadhi durante todo el día y toda la noche.

La tradición oral tibetana establece que, en óptimas condiciones, una persona con muy buenas condiciones puede realizar samatha en tres meses, una persona de capacidades medias, en seis, y una persona de facultades débiles en nueve. Sin embargo, esa previsión está hecha para monjes y monjas que empiezan el entrenamiento después de años de disciplina ética. En las actuales condiciones de vida se deber prever que se necesitan, al menos, 10.000 horas de práctica lo que, calculando  50 horas semanales durante 50 semanas al año, hacen 4 años de práctica intensiva. En un retiro de un año dirigido en 1988 por Gen Lanrimpa, un meditador que realizaba dos sesiones diarias de siete horas y otro que hacía cuatro sesiones de tres horas, no consiguieron estabilizar Samatha aunque hicieron grandes progresos. Informaron de que después de las largas meditaciones no tenían la sensación de que hubiese pasado el tiempo dado que sus cuerpos y mentes estaban muy relajadas y felices.

Existe una larga polémica sobre el grado de samatha necesario para desarrollar vipassana. En los años 60 tuvieron lugar una serie de debates entre budistas de la tradición Theravada en las que se discutió sobre si era necesario acceder a la primera estabilización meditativa para conseguir la liberación o era suficiente con lo que denominan “concentración momentánea”. El maestro de meditación Birmano Pa-Auk Tawya Sayadaw concluyó que es necesaria la estabilización para el perfecto cultivo del insight y, admitió, que ese logro es muy, muy raro en el mundo contemporáneo. Esta aserción está de acuerdo con el punto de vista mayoritario del budismo Mahayana y, también, con los seguidores del budismo tibetano.

Las dos tradiciones, Theravada y Mahayana están de acuerdo en que sólo es posible la liberación de la mente mediante samatha y vipassana, pero tendrá que ser la investigación empírica la que sea capaz de identificar las prácticas necesarias para tal purificación.

EL SENTIDO DE LA VIDA

Todo el mundo quiere que su vida tenga sentido y hay tres elementos cruciales para conseguirlo: La búsqueda de felicidad, verdad y virtud genuinas.

La felicidad genuina es una característica de una mente sana y equilibrada, de la misma manera que el bienestar físico es un signo de un cuerpo sano. Sin embargo, podemos sufrir por perseguir deseos que son negativos para nosotros o para los demás. Esto nos debilita para enfocar la atención a voluntad cuando la mente cae compulsivamente en alguna distracción o simplemente flojea. Todo tipo de dificultades aparecen cuando erramos en nuestra percepción de la realidad ya sea porque fallamos al percibir cosas que se nos presentan con claridad como porque confundimos realidad con nuestras propias proyecciones y fantasías.

Hay muchas verdades esperando a ser descubiertas y mucho conocimiento esperando a ser adquirido pero, ¿qué puede haber más importante y relevante para la búsqueda de la felicidad genuina que el insight sobre nuestra propia naturaleza y nuestra relación con el mundo que nos rodea? Esta cuestión ha sido planteada por contemplativos de todo el mundo y, para la exploración introspectiva de las profundidades de la mente humana, la atención focalizada es indispensable.

Una vida con sentido es la que se focaliza en el cultivo de las virtudes que valoramos de la vida humana. Este tipo de vida se dedica naturalmente a superar los rasgos mentales y las tendencias del comportamiento que son anti-éticas o se oponen a nuestros valores. Y, para el cultivo de esos valores y la eliminación de esos vicios, la habilidad de enfocar la mente es crucial.

Hay dimensiones de la felicidad genuina que pueden ser alcanzadas sólo mediante el auto-descubrimiento, hay verdades que sólo pueden ser conocidas experimentalmente en el contexto de una vida virtuosa y hay virtudes que sólo pueden florecer como consecuencia de un insight directo sobre la naturaleza de la realidad.

 

Fuente: La Revolución de la Atención, Alan Wallace.

 

El Budismo en Occidente y el Mindfulness

La forma en que Occidente ve el budismo es tan diversa como la variedad de occidentales. Algunos buscan el budismo como una técnica de relajación, algún tipo de método que ayude a tener un poco más de equilibrio, un poco más de paz mental. ¡Y eso es bueno! Quizá recitar un mantra, quizá practicar Shamatha, tal vez hacer un poco de Vipassana o simplemente sentarse en Zen. Muchas veces las meditaciones budistas se enseñan fuera de cualquier contexto realmente significativo, tanto de la cosmovisión budista como  el modo de vida budista y sus valores, etc.

Alguien puede simplemente desenchufar una técnica como la meditación de la atención plena e incluso inventar un nuevo nombre para el  Vippasana , Shamatha, Zen, Vajrayana o Dzogchen. Uno puede desenchufarlas del contexto y practicarlas de manera aislada. Al Dalai Lama se le preguntó en una ocasión sobre este tema durante un encuentro en el Mind and Life Institute, específicamente sobre la meditación mindfulness y que de acuerdo a la evidencia científica resulta de gran utilidad. El respondió: “Es muy bueno, pero no confundan esto con el budismo”.

La meditación, fuera de contexto, no es budismo. Simplemente observar la respiración entrando y saliendo, no es budismo. Recitar algunos mantras, tampoco es budismo. El budismo es algo muy rico, es algo integral, y no es una cuestión de adoptar todo un conjunto de creencias sino es entender que la meditación budista está incorporada en una forma de ver la realidad a la que uno está invitado y es bienvenido a comprobar con mucho cuidado, para examinar e investigar. Pero la noción que las opiniones y las creencias son irrelevantes en la meditación es una tontería. La noción que la meditación puede florecer, que puede producir una transformación radical sin estar integrada a la ética, es una tontería.

Así que debe haber un modo correspondiente de vida, una visión del mundo en armonía con la práctica meditativa y, en ese contexto, entonces uno tiene una auténtica atención plena o mindfulness arraigada en la ética, de la mano con el cultivo del samadhi, como el cultivo de otras cualidades del corazón como las cuatro cualidades inconmensurables o las cuatro divinas permanencias, amor bondadoso, compasión, alegría y ecuanimidad  y luego aplicar la atención plena a la investigación contemplativa de la naturaleza de la realidad.

Fuente: Entrevista a Alan Wallace, Noruega, 22 de julio de 2012.

Shamatha en la tradición budista.

Por  el Maestro Alan Wallace.
Como resultado del genocidio perpetrado contra las culturas budistas de Asia durante el siglo XX a manos de los varios regímenes comunistas, y toda la agitación de la publicidad del materialismo científico, se ha puesto en peligro la propia supervivencia del Budismo Mahayana en particular. Así, para muchos de sus seguidores, la preservación de la vitalidad de la tradición Mahayana en el mundo moderno es de la más alta prioridad. Hay varias formas de preservar esta tradición. Externamente, la creación de imágenes del Buddha, la traducción y publicación de las enseñanzas budistas, y la construcción de Stupas son formas de preservar las representaciones el cuerpo, habla y mente del Buddha.Todas son expresiones de devociòn. En una ocasión, Dromtönpa (1005-1064), el principal alumno tibetano de Atisha, el gran maestro budista indù, se encontró con un hombre involucrado en varios tipos de practica devocionales. Él le dijo “es muy bueno que te apliques a las practicas devocionales, pero es mejor practicar el Dharma”.
Para preservar su tradición, muchos budistas en la actualidad establecen como la más alta prioridad el enseñar y estudiar los textos budistas. Cuando Dromtönpa se volvió a encontrar con el mismo practicante, lo encontró aplicado al aprendizaje de las escrituras, a lo que él (Dromtönpa) respondio, “Es muy bueno estudiar textos, pero es mucho mejor practicar el Dharma”.
En orden de preservar el verdadero significado del Budismo, hoy en día muchos practicantes sinceros se aplican meses o incluso años a la meditación, practicando atención plena muchas horas al día, o entrando en el retiro de tres años en el cual practican una variedad de meditaciones del Vajrayana. Cuando Dromtönpa por tercera vez se encontró con el mencionado practicante, lo encontró inmerso en meditación, a lo cual él le replico, “Es muy bueno que practiques meditación, pero es mucho mejor practicar el Dharma”.
La manera esencial de hacer que la mente de uno se vuelva el Dharma es realizar la irreversible Bodhichitta y por tanto alcanzar el estado inicial del camino de la acumulación del Mahayana, el primero de los cinco caminos que llevan a la perfecta Iluminación. La Bodhichitta se vuelve irreversible, cuando está basada en el insight (visión clara interna) adquirido por las cuatro aplicaciones cercanas de la atención plena, transformando así “Bodhichitta como tierra” en ·Bodhichitta como el oro”. Basada en shamatha, Bodhichitta e insight, la practica Vajrayana de cierto que puede realizar la perfecta Iluminación en una vida. Pero sin dichas bases en la estabilidad mental, compasión y sabiduría, hablar de la Budeidad en esta o cualquier vida, no es nada más que propaganda.
Para realizar autentica Bodhichitta y convertirse en un Bodhisattva, muchos de los grandes académicos en la tradición Budista han enseñado que la mente debe ser hecha útil para la práctica espiritual realizando shamatha, específicamente el acceso al primer dhyana (estabilización meditativa). Aunque no hay total consenso en este punto, todos concuerdan que una mente muy propensa al desbalance atencional de excitación y laxitud es inadecuada para realizar los sublimes estados de Bodhichitta en vipashyana (visión contemplativa). Así por lo menos el desarrollo parcial de shamatha es esencial para desarrollar ambos.
La estructura fundamental de la práctica Budista, común a todas las escuelas del Budismo, consiste en las tres fases secuenciales de ética, samadhi y sabiduría. En el contexto de estos tres “altos entrenamientos”, samadhi se refiere no solo al desarrollo de la atención unifocada, sino que también a otros aspectos del desarrollo mental, incluyendo los cuatro Inconmensurables (Amor, Compasión, Alegría, y Ecuanimidad), Renuncia, y en el contexto del Budismo Mahayana, la Bodhichitta.
Entre todas las enseñanzas del Buddha registradas en el canon Palì, la práctica de shamatha más comúnmente enfatizada, es la atención plena en la respiración (anapanasathi- palì), particularmente para personas cuyas mentes están muy agitadas por pensamientos involuntarios. Comparados con los indios del tiempo del Buddha, o lo tibetanos nómades que viven hoy en día, la mayoría de nosotros puede verse grandemente beneficiada de tales prácticas, las cuales están específicamente diseñadas para gente como nosotros! El Buddha dijo de esta práctica. “Justo como en el último mes de la temporada calurosa, cuando una masa de polvo y suciedad se arremolina y una gran nube de lluvia fuera de temporada se dispersa y sofoca en el acto, así mismo la concentración de la atención plena en la respiración cuando desarrollada y cultivada, es pacífica y sublime, un reposo de ambrosia, dispersa y sofoca en el acto los estados negativos donde quiera que surja”. La propia naturaleza de tal práctica ayuda no solo a traer calma y alegría a la mente, sino que también ayuda a reforzar nuestro “sistema inmunológico psíquico”, haciendo a la mente menos vulnerable a las aflicciones mentales.
Generalmente, el cultivo de shamatha lleva a la liberación de los cinco oscurecimientos de (1) laxitud y letargo, (2) incertidumbre, (3) malicia, (4) excitación y culpa, y (5) deseo sensual. El Buddha dijo “ Mientras los cinco oscurecimientos no sean abandonados uno se considera así mismo , endeudado, enfermo, esclavizado y perdido en un desierto”. Los contemplativos budistas indios descubrieron que estos cinco oscurecimientos son contrarrestados por los cinco factores de la estabilización meditativa. Específicamente (1) el examen de los fenómenos burdos contrarresta la laxitud y letargo, (2) la investigación aguda contrarresta la incertidumbre, (3) el bienestar contrarresta la malicia, (4) la bienaventuranza contrarresta la excitación y culpa, y (5) la atención unidireccional contrarresta el deseo sensual. Es fascinante notar que la práctica no discursiva puede ser efectiva para superar el deseo sensual y la malicia, de esta manera sirviendo como base para el desarrollo de renuncia y  la compasión.
La práctica de shamatha que no está motivada por la renuncia y la Bodhichitta podrìa resultar en nada más que en un alivio temporario del estrés y la agitación, e incluso tal vez lleve a un sentido de complacencia auto-centrado y a un renacimiento desafortunado. Con una motivación autentica, shamatha puede realmente incrementar la renuncia y la Bodhichitta, generando una gran inspiración para la practica espiritual. Bien motivada la practica enfocada en actividades externas incluyendo postraciones, circunvalaciones, y la recitación de mantras y liturgias, tendrá poco beneficio si la mente esta distraída. Como el Bodhisattva Shantideva de India escribió, “ El Omnisciente (Buddha Shakyamuni) declaro que todas las recitaciones y austeridades, aunque practicadas por largo tiempo, son en realidad inútiles si la mente esta aletargada en otra cosa.
La estructura del camino Mahayana consiste de las seis Perfecciones de generosidad, moralidad, paciencia, entusiasmo, estabilización meditativa y sabiduría. La práctica de shamatha está incluida en el cultivo de la estabilización meditativa (dhyana), y está basada en el desarrollo previo de las primeras cuatro perfecciones. Esto resalta la importancia de cultivar las bases éticas y estados mentales positivos para practicar, antes de buscar el logro de la concentración unidireccional.
Aproximadamente 1500 años después del Buddha (563 – 483 ac), el gran maestro budista indù Atisha (980-1054), compuso el primer” Lam-rim” o Enseñanzas sobre los Estadios del Camino, específicamente para los tibetanos. Esta estructura fue subsecuentemente adoptada por todas la escuelas budistas tibetanas, comenzando con Guru Yoga y culminando con la práctica de vipashyana. Para los tibetanos tradicionales criados en la cultura tibetana, con gran fe y buena comprensión del Budismo, Guru Yoga puede ser bien practicado al comienzo del camino por el bien de las muchas bendiciones que dicha práctica trae. Pero en el mundo moderno secular, un foco inicial en Guru Yoga, especialmente con énfasis en las perfectas cualidades del Guru, puede llevar a muchos problemas, al punto de que ha sido muchas veces discutido por el Dalai Lama. Para gente con poca fe o entendimiento, o para aquellos que son nuevos en el Budismo, tal vez lo mejor sea al principio enfocarse en el Guru como simplemente un representante o emisario del Buddha. Al aventurarse uno en la práctica Mahayana, uno podría ver al Guru como si él o ella fuera el Buddha. Finalmente basado en una profunda fe y entendimiento de las enseñanzas de la Naturaleza búdica y Vacuidad, uno podría enfocarse en la práctica Vajrayana viendo al Guru como siendo realmente el Buddha, mientras que simultáneamente se desarrolla orgullo divino y percepción pura de todos los fenómenos.
Aunque hay muchos métodos para el desarrollo de shamatha, cada uno con sus ventajas, dos métodos son particularmente enfatizados en la tradición Mahamudra (Gran Sello), debido a sus grandes ventajas para profundizar en la naturaleza de la conciencia. El Mahasiddha (Gran Realizado) Maitripa de India del siglo XI, el cual enseño a Marpa lotsawa (tibt. “el traductor”) y fundador del linaje Kagyu, describe a continuación, el primer método de enfocarse en los pensamientos:
“ En relación con la excesiva proliferación de conceptos, incluyendo los cinco o tres venenos, en torno a la dualidad sujeto – objeto, tales como las diez Virtudes, las Perfecciones – ya sea que sean positivos o negativos los que surjan – quieto y sin conceptos observa su naturaleza. Haciendo esto, se calman sin aferramiento-, claras y vacía conciencia surge vívidamente, sin aferramiento; surge en la naturaleza auto-liberada la que se reconoce a sí misma. De nuevo, dirige la atención a cualquier pensamiento que surja, y sin aceptación ni rechazo, permite que esta se reconozca su propia naturaleza. De esta manera aplica las instrucciones de la transformación de las ideas en el camino”.
Aquí están las instrucciones sobre el segundo método el cual se enfoca en la ausencia de pensamientos: “Con el cuerpo poseyendo los siete atributos de Vairochana (posición del loto), siéntate sobre un almohadón suave en una habitación solitaria y oscura. Vagamente dirige los ojos a la vacuidad enfrente de ti. Observa que las tres conceptualizaciones de pasado, presente y futuro, así como también pensamientos positivos, negativos y neutros, juntos con todas sus causas, la unión y disolución de los pensamientos de los tres tiempos, se cortan por completo. No traigas pensamientos a la mente. Deja que la mente sea clara y vacía como un cielo sin nubes, desprovista de aferramiento y establecida en la Vacuidad Última. Por hacer así, surge el regocijo, la claridad y la no conceptualidad de la quintaesencia (quietud) de shamatha. Examina el apego, odio, dependencia, aferramiento, letargo o excitación y reconoce la diferencia entre virtudes y vicios”.
Hay dos aproximaciones tradicionales al Camino. Una implica primero adquirir la doctrina budista mediante el entendimiento, incluyendo la visión de la Vacuidad, y con esa base dedicarse a la meditación. De acuerdo con esta tradición, uno practica shamatha solamente después de haber estudiado el shastra (tratado) de Maitreya (el Buddha del futuro) “El Ornamento de la Clara Realización”, revelado a Asanga (315 – 390 filosofo), y luego uno practica vipashyana solo después de estudiar cuidadosamente el “ Suplemento al Camino del Medio” de Chandrakirti (600-650 filósofo y abad de Nalanda). De acuerdo con la segunda tradición, uno puede buscar la visión de la Vacuidad en base de haber realizado shamatha primero. En su texto “La Vía de los Jìnas: un Texto Raíz en la Preciosa Tradición Geluk-Kagyu del Mahamudra”, Panchen Lobsan Chokyi Gyaltsen (1570–1662, el 4to Panchen Lama), tutor del 5to Dalai Lama (1617 -1682) ejemplifica la segunda tradición cuando él da a continuación la enseñanza esencial de shamatha, en la cual sintetiza los dos métodos citados más arriba por Maitreya:
“De los dos enfoques, buscar meditar sobre la base de la visión y la búsqueda de la visión sobre la base de la meditación, lo que sigue es conforme a este último enfoque. En un cojín cómodo para el cultivo de la estabilidad meditativa, asume la postura de siete puntos y con la respiración en nueve puntos limpia las energías vitales rancias.
Cuidadosamente distingue entre la pureza radiante de la conciencia y sus contaminaciones, y con una mente virtuosa prístina comienza por tomar Refugio y cultivar Bodhichitta. Medita en el camino profundo de Guru de Yoga, y después de hacer cientos de súplicas sinceras, deja que el gurú se disuelva en ti mismo.
No modifiques la naturaleza de las apariencias evanescentes con pensamientos tales como las esperanzas y miedos, pero descansa por un tiempo en la meditación ecuánime e inquebrantable. Este no es un estado en el que tu atención se ha quedado en blanco, como si se hubiera desmayado o dormido. Más bien, coloca al centinela de la atención sin distracciones y enfócate en la introspección de los movimientos de la conciencia. Enfócate de cerca en su naturaleza de cognoscencia y luminosidad, obsérvala desnuda. Cualesquiera sean los pensamientos que surjan, reconócelos a cada uno. Alternativamente, como un participante en un duelo, corta completamente cualquier pensamiento que surja; cuando hay silencio después de que se hayan desvanecidos, relájate libremente, pero sin perder la atención. Como se dice, «Enfoca de cerca y relaja libremente – es allí donde la mente se establece”. Relájate sin vagar, como dice el dicho:»Cuando la mente está enredada en el ajetreo sin duda se libera a sí misma».
Cuando sea que surjan pensamientos, si se observa su naturaleza, naturalmente desaparecen y surge una clara vacuidad. Del mismo modo, si la mente es examinada cuando todavía está quieta, se percibe un vivo, despejado y luminoso vacío que es percibido y conocido como la fusión de la quietud y el movimiento. «Cualquiera que sean los pensamientos que surjan, no los bloquees, pero reconoce sus movimientos, céntrate en su naturaleza, como un pájaro enjaulado en un barco. Sostén tu conciencia como en el dicho: «Como un cuervo que vuela desde un barco, da círculos alrededor, y se posa a bordo una vez más.»
La naturaleza de la meditación estabilizada no es oscurecida por nada, es límpida y clara. No establecida como cualquier cosa física, es un claro vacío como el espacio. Permitiendo que cualquier cosa surja , esta vívidamente despierta. Tal es la naturaleza de la mente. Esto es considerado como percepción directa, sin embargo, no puede ser definido como «esto» o demostrado en palabras. Lo que sea que surja, descansa libremente, sin aferrarse: «hoy en día, en su mayor parte, los contemplativos de Tibet lo proclaman uniformemente, como un consejo practico para lograr la Iluminación. Sin embargo, yo, Chökyi Gyaltsen, declaro que esto se trata de un método excepcionalmente hábil para los principiantes para lograr la estabilidad mental y para identificar la naturaleza relativa de la mente «.
La naturaleza relativa de la mente es pura luminosidad y conocimiento, que son las características que definen a la conciencia. El Buddha también se refirió a esto como la señal (nimitta) de la mente. Él declaró que si uno cultiva las cuatro aplicaciones de la atención cercana sin que la mente se concentre y sin haber abandonado las impurezas, uno no va a reconocer la naturaleza esencial de la mente. Estas enseñanzas sobre shamatha proveen una base no sólo para el cultivo de los Cuatro Inconmensurables y la Bodhichitta, sino también para el cultivo del «insight» a través de las prácticas fundamentales de las cuatro aplicaciones de la atención plena.

El precio oculto del Mindfulness

La otra mañana, me desperté y prepraré una taza de té Mindful Lotus ($6 por 20 bolsas). En el metro, cargué la aplicación Headspace en mi iPhone seguida de un ejercicio de atención plena ($13 al mes por contenido premium). Más tarde, fui a Mndfl, un estudio de meditación en Greenwich Village ($20 por una clase de 45 minutos).

En estos días parece como si todo el mundo estuviera vendiendo el mindfulness o atención plena, una forma popular de meditación. Los Golden State Warriors, los Seattle Seahawks y los Red Socks de Boston están practicando la atención plena en el vestuario. Después de que Google comenzó a enseñar esta práctica a sus empleados, empresas como McKinsey y BlackRock empezaron a hacer lo mismo.

Las ofertas para el consumidor son prolíficas. Hay más de dos docenas de aplicaciones de atención plena para smartphones, algunas ofreciendo suscripciones vitalicias por $400. Great Courses tiene dos paquetes de atención plena, cada uno con un par de docenas de DVDs por $250. Para un “emprendedor contemplativo”, nunca ha sido más fácil hacer dinero.

Por otro lado, esto debería ser una buena noticia. Después de todo, ¿dónde está el daño en tener gente que se detiene, se pone en contacto con sus sentimientos y se vuelve más amable? Como meditador esporádico, sé de primera mano que la atención plena puede aliviar el estrés, mejorar la concentración y promover el bienestar. Y durante esta cargante época electoral, ¿no nos vendría bien un poco más de paz, amor y comprensión?

Pero con tantas personas tratando de sacar provecho de la locura de la meditación, es difícil no preguntarse si se está perdiendo algo esencial. Si la atención plena se puede comprar tan fácilmente como un par de pantalones de yoga, ¿puede realmente ser una práctica transformadora que calma la mente perturbada? Es una pregunta tan resbaladiza como un koan Zen.

No hay duda de que a medida que la atención plena se ha generalizado, mucha gente ha utilizado la técnica para lograr paz mental, una mayor conciencia de sí mismo, tal vez incluso más compasión. Sin embargo, al mismo tiempo, una carrera de fondo parece estar en marcha.

Existen multitud de empresas con el apodo “mindful” (hay Carne Mindful, caremlos de menta Mindful, camisetas Mindful). Un amigo recientemente ha pintado la habitación de su hija con el color Gris Mindful. Más preocupante es la prisa por hacer que la atención plena encaje perfectamente en una vida que se mueve a la velocidad del ancho de banda.

Cada vez más, la atención plena se está empaquetando como un respiro de un minuto, un interludio entre la comprobación de Instagram y el próximo capítulo de House of Cards. Una empresa anuncia que ha encontrado la “dosis mínima efectiva” de meditación que cambiará tu vida. En Amazon, se puede encontrar “Atención plena en un minuto: 50 Formas sencillas para encontrar la paz, claridad y nuevas posibilidades en un mundo estresado.” Cursos dudosos prometen ayudar a la gente a dominar la atención plena en unas pocas semanas.

IBISWorld, una empresa de investigación, estima que los negocios relacionados con la meditación en los Estados Unidos el año pasado generaron $984 millones en ingresos. Con tantos bienes y servicios mindful a la venta, puede ser fácil olvidar que la atención plena es una cualidad de ser, no una mercancía.

Es decir, no se puede simplemente comprar la atención plena. En su contexto histórico, la atención plena es sólo un aspecto más de un viaje de por vida para ser más tolerante, menos crítico y más amable con uno mismo y los demás. Incluso en su encarnación moderna, la atención plena debe entenderse como una habilidad adquirida a través de horas de contemplación a veces incómoda.

Al considerar el destino de la atención plena en el mercado americano, es interesante examinar la evolución del yoga. Al igual que la atención plena, el yoga tiene sus raíces en las tradiciones espirituales de la India, y fue practicado durante décadas por los entusiastas antes de ser una corriente principal. Pero a medida que el yoga se hizo más popular, mutó hacia formas extrañas. Hoy en día existe el yoga desnudo, paddleboard yoga y el doga (es decir, el yoga realizado en compañía de tu perro). El yoga también se convirtió en un negocio de billones de dólares, generando empresas de ropa como Lululemon.

Kaitlin Quistgaard reportó el extraño ascenso del yoga como ex editora del Yoga Journal. Dijo que si bien los puristas a veces se lamentaron por su comercialización, sus lamentos fueron en vano. Suelto en el mercado estadounidense, el yoga adquirió vida propia. Ahora, dice Kaitlin, lo mismo está sucediendo con la atención plena.

“Nadie puede decidir quién puede vender la atención plena, o utilizar la atención plena para vender un producto”, afirma Quistgaard.

Esto no significa que la atención plena no sea beneficiosa. El yoga puede haber cambiado con los años, pero un montón de maestros y ashrams auténticos todavía pueden ser encontrados. La misma dinámica puede estar sucediendo con el mindfulness. Variaciones extrañas surgirán y proliferarán, mientras que las enseñanzas tradicionales aguantarán y perdurarán.

Incluso acercamientos aparentemente superficiales pueden ser útiles, o al menos benignos. Joe Burton, director ejecutivo de Whil, que ofrece una aplicación de meditación popular, está convencido de que sólo porque la atención plena se está transmitiendo online a precios cada vez más altos, esto no lo convierte en algo ineficaz o no auténtico. “Nadie puede venir a hacer nuestro entrenamiento siendo un idiota, codicioso y egoísta, y esperar convertirse tras ello en un mejor idiota, codicioso y egoísta,” afirma.

Probablemente tiene razón. En los últimos años, he entrevistado a cientos de meditadores, y muchos empresarios detrás de la “corporación” Atención Plena. Algunos parecían más interesados formar parte del circuito social de la meditación que en hacer el trabajo duro de la auto-reflexión.

Más a menudo, sin embargo, las personas que se toman el tiempo para meditar (observando cuidadosamente los pensamientos, las emociones y las sensaciones) son sinceros en sus aspiraciones a estar menos estresados, ser más tolerantes y por lo menos un poco más felices.

Y aún así, el materialismo espiritual abunda. En un reciente viaje a Whole Foods me encontré con un nuevo producto del fabricante de alimentos saludables Earth Balance: un sustituto de mayonesa sin leche llamado Mindful Mayo ($4.50 por frasco). Luego, esperando en la cola, compré un ejemplar de la revista Mindful Magazine ($6).

Pagué y me dirigí hacia la salida. No hay nada malo en comprar productos con la etiqueta mindful. Vivimos en una cultura consumista, y yo prefiero gastar mi dinero en guías de alimentos saludables y de autoayuda que trapos, comida basura y chismes.

Pero cuando llegué a casa, me decidí a hacer algo más que simplemente que apoyar el mindfulness a golpe de billetera. Encontré un momento tranquilo, guardé mi iPhone, y cerré los ojos para meditar. No es suficiente con comprar la atención plena. Tienes que practicar también.

Publicado en New York Times por David Gelles
Imagen Robert Frank Hunter
Traducción de Mindfulness Exercises

De la obsesión por el bienestar y los imperativos morales reciclados.

EL MINDFULNESS CORPORATIVO ES BASURA. 

Seas Zen o no Zen, estás trabajando más y cobrando menos.

por RONALD PURSER Y EDWIN NG (*)

El mindfulness es importante, pero no nos engañemos: las corporaciones se están apropiando del mindfulness para disfrazar las formas en la que nos matan.
Mindfulness se ha convertido en una palabra de moda. La portada de la revista Time[1] con una mujer rubia, joven, pacíficamente feliz, ancla el reportaje titulado «Revolución Consciente[2]”. Desde la aprobación pública  por celebridades como Oprah Winfrey y Goldie Hawn, a los monjes, neurocientíficos y entrenadores de meditación codeándose con los CEOs en el Foro Económico Mundial en Davos[3], está claro que la atención plena se ha generalizado.

¿Pero es el auge de la atención plena en realidad una revolución? Si lo es, ¿qué es lo que ha cambiado o transformado radicalmente para alcanzar tan gran status?

Wall Street y las grandes empresas siguen haciendo negocios como suelen, los  “intereses especiales” y la corrupción política siguen sin cambiar, las escuelas públicas siguen sufriendo los recortes financieros y el abandono masivo, la concentración de la riqueza y la desigualdad ha alcanzado niveles récord, la encarcelación en masa y hacinamiento en las cárceles se ha convertido en la nueva plaga social, la policía dispara indiscriminadamente a los negros y la demonización de los pobres sigue siendo un lugar común, el imperialismo militarista de Estados Unidos continúa propagándose, y los desastres inminentes del calentamiento global ya están alcanzando sus mayores cuotas.

Consideremos sólo el sector empresarial: con más de 300 mil[4] millones de dólares en pérdidas debidas al absentismo relacionadas con el estrés, y casi 550 mil[5] millones de dólares en pérdidas debido a la falta de «compromiso de los empleados,» no es de extrañar por qué se ha subido al carro de la atención plena. Tales pérdidas en la producción y la eficiencia amenazan la lógica del lucro. Para que el capitalismo sobreviva, como Nicole Ashoff señala en «Los Nuevos Profetas del Capital[6]«, «la gente debe participar voluntariamente y reproducir sus estructuras y normas«, y en tiempos de crisis «el capitalismo debe basarse en ideas culturales que existen fuera de los circuitos de ánimo de lucro”. «La atención plena es una de esas nueva idea culturales que  sirven para este propósito”

Sin embargo, aquellos que celebran el boom del mindfulness han evitado cualquier consideración seria de por qué el estrés es tan penetrante en las empresas y la sociedad. Según el reportero de negocios del New York Times David Gelles[7], autor de “El trabajo Consciente»: «El estrés no es algo que se nos impone. Es algo que nosimponemos a nosotros mismos”. El New York Times publicó recientemente un informe[8] sobre la cultura de trabajo sociópata y tóxica en Amazon. Citaba a un ex empleado diciendo que vio a casi todo el mundo con quien trabajó llorando en su escritorio. ¿Les puede  ofrecer Gelles su consejo seriamente a estos empleados de Amazon, diciéndoles que se han impuesto el estrés en ellos mismos, que podrían haber optado por no llorar?

Para Gelles, las causas del estrés se encuentran dentro de nuestras cabezas, de nuestra propia falta de auto-regulación emocional, de nuestros patrones habituales de pensamiento y si las imágenes de resonancia magnética funcional están revelando los correlatos neurales de estrés, entonces seguramente nuestra miseria debe ser auto-creada. Sólo podemos culparnos a nosotros mismos o a nuestra estupidez. Esto no es negar que las experiencias de estrés y la miseria se deben en parte a nuestra reactividad habitual, pero Gelles va demasiado lejos. Su filosofía de culpar a la víctima resuena en el ethos de la atención plena corporativa: desplazar la carga y el locus de estrés psicológico y las inseguridades estructurales al empleado individual; el estrés enmarcado como un problema personal y, por lo tanto, ofrecer la atención plena como panacea. El  psicólogo crítico David Smail[9] se refirió a esta filosofía como «voluntarismo mágico», porque culpa a los individuos por su propio estrés, haciendo caso omiso de las condiciones sociales y económicas que pueden haber contribuido al mismo.

Sin embargo, un  estudio reciente  de Stanford y Harvard[10] cuenta una historia diferente. Un meta-análisis de 228 estudios mostraron que el estrés de los empleados no es auto-impuesto ni se debe a la falta de atención plena. Al contrario, los principales estresores laborales se asociaron con la falta de seguro médico, las amenazas de despidos constantes y la inseguridad laboral, la falta de discreción y autonomía en la toma de decisiones, largas horas de trabajo, poca justicia organizacional, y solicitudes de empleo poco realistas. Sin embargo, los programas de atención plena individualizados prestan  prácticamente ninguna atención a cómo el estrés es compartido por un conjunto complejo de relaciones de poder que interactúan, las redes de intereses y las narrativas explicativas. Carl Cederstrom y Andre Spicer argumentan en «El Síndrome de bienestar[11]» que “el movimiento de la atención plena es un ejemplo de un cambio ideológico, que convierte un enfoque obsesivo en el bienestar y la felicidad en un imperativo moral. Este «biomoralidad» insta al individuo a encontrar la responsabilidad a través de las opciones de “vida correcta”, ya sea a través del ejercicio, la alimentación, o la meditación, para optimizar el yo”.

A las enseñanzas budistas sobre el despertar a la realidad de la impermanencia «tal cual es» le han dado la vuelta  en la atención plena corporativa. En lugar de cultivar el conocimiento de las contingencias de la realidad actual que causan el sufrimiento y desarrollar así la capacidad de intervenir en esas condiciones de sufrimiento, la atención plena corporativa no va más allá de alentar a las personas a manejar el estrés con el fin de optimizar el rendimiento dentro de las condiciones existentes de precariedad, lo cual , curiosamente, se presentan como inevitables, incluso a medida que exigen flexibilidad por parte de los individuos. Como dijo Gelles en su entrevista para “The Atlantic[12]”: «Vivimos en una economía capitalista, y la atención plena no puede cambiar eso.»  Pero ¿no queda claro lo que Bhikkhu Bodhi[13], un monje budista occidental franco, ha advertido: «en ausencia de una fuerte crítica social, las prácticas budistas fácilmente podría utilizarse para justificar y estabilizar la situación actual, convirtiéndose en un reforzamiento del capitalismo de consumo?»

Los defensores de la Atención Plena Corporativa, como Jeremy Hunter[14], sin embargo, nos aseguran que la atención plena puede actuar como una «tecnología rompedora[15]«, reformando incluso las empresas más disfuncionales en más amables, en organizaciones más compasivas y sostenibles. Los profesores (maestros) del  mindfulness Corporativo que afirman que los programas de atención plena individualizados son subversivos, a  menudo evocan la metáfora del ‘caballo de Troya[16]‘. Especulan que, con  el paso del tiempo, los líderes, gerentes y empleados formados en la atención plena puede despertar y realizar grandes transformaciones en las políticas y prácticas corporativas. A juzgar por su demanda, Goldman Sachs[17], Monsanto[18] y General Mills[19], empresas que han publicitado sus programas de atención plena corporativa de éxito, pronto se convertirán en empresas social y ecológicamente responsables. Pero no hay evidencia empírica que apoye estas afirmaciones: sigue siendo una hipótesis especulativa.

En ausencia de evidencia para la hipótesis del caballo de Troya para la atención corporativa, existe una hipótesis alternativa: Quietismo Corporativo. Esta hipótesis sugiere que la oferta de la atención plena a las personas en las empresas será, en el mejor de los casos, ofrecer alivio de la tensión o crear lo que Kevin Healy ha calificado de «burbujas de integridad[20]» para ciertos individuos, mientras que la disfunciones corporativas sistémicas continúan sin disminuir.

Consideremos, por ejemplo, la reivindicación de un  miembro de la junta de Goldman Sachs,  William George[21]: «El  negocio principal de la atención plena  es que si estás más centrado en el trabajo, te convertirás en un mejor líder.» George sugirió que la práctica de la atención plena podría ayudar a los ejecutivos y al personal «a comportarse de forma menos agresiva.» «Por supuesto», dijo, «la comunidad financiera podría utilizar algo de eso.»

¿Qué podemos hacer, entonces, con el incidente en el que un trabajador de Bank of America Merrill Lynch, pasante, de 21 años de edad, murió de un ataque epiléptico después de trabajar 72 horas seguidas? A raíz del incidente, Goldman Sachs anunció nuevas normas para limitar la jornada de trabajo interno en 17 horas. ¿Dónde estaba el liderazgo consciente  antes de la introducción de las nuevas normas? ¿Estamos presenciando un liderazgo consciente con la aplicación de jornada de trabajos de 17 horas? ¿Quién o qué realmente se beneficia de una reducción del estrés y de la agresividad dentro de la comunidad financiera,  que declara con orgullo su abrazo a la Atención plena? ¿El pasante murió por su culpa? ¿Fue él mismo quien se impuso ese estrés? ¿Fue su muerte trágica consecuencia de no poder trabajar conscientemente?

El hecho es que ambas son hipótesis. Por un lado, la hipótesis de caballo de Troya predice que los programas de atención plena corporativa alentarán la denuncia de irregularidades, la toma racional de decisiones, entornos de trabajo más humanos, comportamiento ético, mayores conductas de ciudadanía organizacional y un cambio de cultura transformacional que dirija  a una mayor responsabilidad social y ambiental. Y por otro lado, la hipótesis  del quietismo Corporativo que postula que los programas de atención plena corporativos proporcionarán atisbos privatizados de reducción del estrés y focalización de la atención, sin aplicación significativa de la atención colectiva a las condiciones sistémicas del estrés y de la ansiedad.

El jurado aún está deliberando. Queda abierta la cuestión de si el entrenamiento de los individuos en mindfulness transformará las empresas y la sociedad, o si simplemente equivale a la pacificación de los empleados y una forma de nihilismo pasivo. Como señala Norma Farb: «Si bien la idea de la atención plena como un caballo de Troya beneficioso puede parecer descabellada, parece igualmente posible que la atención lleve a los empleados a una espiral de complacencia y sometimiento”. La pregunta de a dónde  puede llevar o no la atención plena es realmente el meollo de la cuestión. Todas las partes implicadas en la atención plena deben preguntarse, de forma colectiva,  por las fuerzas del altruismo y las de la explotación que podrían tener un impacto en sus aún no actualizados potenciales, así como reflexionar sobre los peligros del mindfulness contemporáneo.

Cuando los críticos budistas socialmente comprometidos planteamos nuestras inquietudes sobre los problemas sistémicos de la moda de la  atención plena, lo estamos haciendo reconociendo las posibilidades y los peligros reales de la atención plena, así como los numerosos estudios sobre su valor terapéutico, más que defendiendo dogmáticamente los enfoques tradicionales de la atención plena. Sin embargo, en respuesta a estas preocupaciones, los defensores de la atención plena secular exigen repetidamente poner en duda nuestras inquietudes, dejando de lado el tema en cuestión.

Para poner esto de relieve reproducimos algunas citas destacadas (la cursiva es nuestra) de comentaristas distinguidos:

«Los líderes influenciados por la atención plena pueden encontrar innovaciones para resolver problemas reales y ayudar a crear una mejor vida. Quién sabe lo que un líder podría hacer para mayor beneficio de todos con la ayuda de un poco mindfulfulness en lugares de trabajo como la Compañía  Ford Motor o el Departamento de Bomberos de Los Ángele”. (Barry Boyce)

«La atención plena puede ser una gran ayuda. La difusión de la práctica de la meditación podría constituir una diferencia real para los problemas de nuestra época. Pero mientras que algunas personas pueden ser atraídos por la práctica a través de la promesa científica de mejoramiento, ellos podrían acabar descubriendo que, una vez que han empezado, el camino es mucho más interesante que eso”. (Ed Halliwell)

«Y luego está la posibilidad de que la conciencia mejorada pueda producir una desconexión entre los valores personales y organizacionales. Si eso ocurre, por supuesto, un empleado puede simplemente dejar de encontrar un mejor ajuste. Por otro lado, si una organización puede trabajar creativamente con las preguntas que el aumento de la conciencia personal puede disgustar, eso podría ser un gran activo «. (Jeremy Hunter)

«Creo que lo que [la atención] puede hacer, es de esperar, es dar a los individuos, personas influyentes de organizaciones, y tal vez incluso a las propias empresas, la perspectiva que se necesita para tomar decisiones y realizar los cambios, incluso los que que son beneficiosos, no sólo para su balance contable, sino para nuestro bienestar emocional, físico y social”. (David Gelles)

Lo que estos comentaristas están diciendo de forma clara es : ¿quién sabe? ¿No es esto un acto de fe acerca de un conocimiento limitado y un cambio imprevisible? Lo que esencialmente reclaman a los críticos budistas es  corresponder «de buena fe». Como budistas comprometidos, nos tomamos muy en serio la siempre presente posibilidad de cambio y no tenemos problema con la pregunta de «¿quién sabe?«. Pero precisamente porque «¿quién sabe?» es una pregunta abierta donde su potencial estriba en su apertura, subrayamos la necesidad de hacer preguntas sobre las dinámicas de poder que dan forma al  mindfulness contemporáneo. Porque el cambio por el bien común -en lugar del simple cambio personal o del bienestar individual- debe venir de la ruptura con los sistemas de desigualdad, explotación e injusticia imperantes.

La cuestión de la fe solicitada por la pregunta «¿quién sabe?», el desafío de cultivar la confianza recíproca o «buena fe», no es sólo un problema para los religiosos comprometidos budistas, sino que es más bien una cuestión de atención colectiva, una responsabilidad compartida. Para ser claros, el tipo de fe al que nos referimos no debe reducirse a la comprensión convencional de la fe como dogmática, asentimiento incondicional a cualquier proposición doctrinal o verdad particular. Más bien, nos estamos refiriendo a una comprensión generalizada, la no-doctrina específica de la fe-como-confianza. Esta fe ‘desnuda’ elemental o básica no se limita a las actividades religiosas, ya que en toda relación comunicativa o interpersonal en la que nos encontramos debe necesariamente estar presente este elemento de confianza o de «buena fe». Destacamos esta condición compartida necesaria de «buena fe» porque nos  tomamos  en serio las reiteradas peticiones,  tanto de budistas como de defensores del mindfulness secular, para el aprendizaje recíproco entre las enseñanzas budistas y la investigación científica sobre la atención plena.

Sin embargo, mientras que los defensores del mindfulness secular esperan que los budistas comprometidos atiendan sus reclamaciones de buena fe, ellos han eludido en gran medida, tergiversado o rechazado sumariamente, las cuestiones planteadas en las críticas recientes, como el artículo ahora viral «Más allá McMindfulness.» Los  defensores del Mindfulness no parecen dispuestos a debatir los temas en cuestión, mostrando una especie de «mala fe». Tomemos, por ejemplo, Jon Kabat-Zinn, el vocero principal de la supuesta revolución de la atención plena. Cuando fue entrevistado acerca de la crítica McMindfulness en “The Psychologist” respondió: «Esta palabra salió de la boca de una persona o de la mente de una persona. Cuando usted dice que está surgiendo, por supuesto, cada palabra como esta tiende a convertirse en viral en la web, pero acaba de salir de la boca de una persona. Esto no es McMindfulness, se pongan como se pongan».

Pero, ¿acaso no es esta una perspectiva imaginaria? De hecho, es la preocupación socialmente comprometida sobre el McMindfulness la que puede situarse sociológicamente dentro de las condiciones empíricas de nuestro actual orden capitalista neoliberal de las cosas.

Algunos pueden decir que las semillas de una revolución que ya se están plantando, diciendo por ejemplo que la atención plena ya está trayendo beneficios terapeúticos a los individuos. Pero los beneficios terapéuticos de la atención plena nunca han sido estrictamente hablando el tema en discusión. Aclaremos una vez más que no estamos desestimando el hecho de que los enfoques terapéuticos individuales a la atención en el lugar de trabajo o en el hogar pueden contribuir al bienestar personal. Más bien, estamos haciendo hincapié en la necesidad de abordar colectivamente los problemas sistémicos que generan condiciones de estrés en  primer lugar.

¿Qué tipo de revolución sería si las condiciones de desigualdad, explotación e injusticia reinantes permanecen sin respuesta, o si sólo se facilita el acceso privilegiado a la atención plena para cultivar un mayor bienestar, mientras que las condiciones problemáticas persisten “como siempre”»? El potencial revolucionario de la atención plena sigue siendo una cuestión abierta.

Otros también han señalado la mala fe mostrada por Kabat-Zinn. El artículo aparecido en Buda-dharma, «El Movimiento Mindfulness: ¿Qué significa para el budismo?» entrevistó a cuatro renombrados profesores de mindfulness. En sus comentarios introductorios, Jenny Wilks señaló que es «poco útil para el debate que se polarice o que se base en la falta de comprensión de lo que realmente está pasando o las motivaciones de las personas, en cualquiera de sus esferas o campos. Las posiciones atrincheradas no hacen nada para desenfangar las ideas y opiniones que rodean la atención plena”. Muy bien. Sin embargo, la falta de comprensión de las motivaciones de los demás, o más bien, una tergiversación de las motivaciones detrás de las preocupaciones de los budistas comprometidos, es precisamente lo que encontramos en las respuestas de los profesores como Diana Winston, Trudy Goodman y Barry Boyce, todos los cuales simplemente representan la preocupación budista  como un temor infundado acerca de la «dilución» del budismo.

Pero esta no es la motivación detrás de la crítica del McMindfulness. Sí, los comentaristas budistas comprometidos hacen evocar los ideales budistas en sus críticas. Pero lo hacemos no para consagrar una postura tradicionalista sobre o contra los intentos de traducir y contemporizar la atención plena. Tampoco se trata de hacer valer un enfoque budista tradicional como el único árbitro de la verdad en la atención plena. Más bien, la atención plena contemporánea debe negociar necesariamente para conectar los ideales budistas acerca de la “compasión consciente”, como Bhikkhu Bodhi dice, con los desafíos sociopolíticos más amplios.

No estamos idealizando un contexto «puro» de la práctica, que ahora está siendo ‘aguado’. Más bien, aceptamos plenamente la tarea necesaria de traducir y contemporizar la atención plena a través de diálogos con los sistemas no budistas. Para ello, es necesario articular las motivaciones budistas pertinentes con claridad e invitar a otros a participar en ello con hospitalidad intelectual y buena fe. Pero lo que encontramos en varias ocasiones es una respuesta de mala fe que desdeña y que malinterpreta nuestra invitación a la investigación colectiva como una reacción «fundamentalista».

Otro claro ejemplo de una respuesta de mala fe es un capítulo entero dedicado a refutar la crítica McMindfulness en el libro de David Gelles, “El trabajo Consciente”. Gelles declara su intención de poner las preocupaciones con respecto a la incorporación de la perspectiva del mindfulness en un segundo plano, pero se involucra en cambio en estrategias retóricas de rechazo, evitando el debate y cayendo en la tergiversación hiperbólica. Él representa la crítica McMindfulness como una «visión seductora nefasta» que pinta un retrato simplista de la atención plena corporativa como una agenda encubierta de «lavado de cerebro». “Los escépticos de la atención corporativa la describen como ‘conspirativas’ ‘alarmistas «que perpetúan la falsa idea de que la meditación es «nociva» o que puede «hacer a alguien una persona peor». Pero ¿es esto lo que estamos diciendo?

El centro de la crítica McMindfulness a los programas de atención plena en las empresas es que se rigen por la lógica  de la autonomía individual neoliberal, el mito de que las personas son simplemente «libre de elegir», ya sea el estrés o el bienestar, la miseria o la felicidad. Gelles cita a Sharon Salzberg, una maestra de atención plena famosa, quien sugiere que la atención plena en el trabajo puede proporcionar a las personas “elecciones más claras” “-que pueden, como dijo ella, “despertar al hecho de que tienen que dejar (el trabajo)”. Pero tal vez no. Una vez más, ¿quién sabe?

Tal vez la gente no se despierte en absoluto. O tal vez un individuo se haga consciente  del hecho de que está trabajando en una cultura corporativa opresiva y tóxica, cuyas políticas, prácticas o productos están en conflicto con sus valores personales. Pero tal vez este individuo no tenga otras opciones para salir de su trabajo actual, y se ha quedado atascado. Tal vez no tenga el capital social y cultural necesarios para escapar de sus circunstancias actuales. Podríamos recordar aquí el informe sobre la cultura de trabajo de Amazon, donde varios de los entrevistados describen la dificultad de dejar el ambiente tóxico, en parte debido a la presión del grupo y en parte debido a la prescripción moral de que ejerzan su ‘libre elección’ para encontrar la “auto-realización” y la autoestima mediante el desempeño de su función bajo coacción y sin quejas. ¿Hasta qué punto, entonces, podría la adaptación de la atención plena, de acuerdo con la lógica neoliberal de autonomía y de la auto mejora emprendedora compensar estos sistemas opresivos o de explotación, cuando dichos sistemas se racionalizan bajo por el imperativo moral de la autonomía individual, para empezar?

Para Gelles y los profesores entrevistados en Buda-dharma, el único problema previsible con el movimiento de la atención es la falta de «buenos profesores. Como Barry Boyce, el editor de la revista Mindful, afirma en su editorial «No es McMindfulness,» los buenos profesores son los que «muestran una fuerte independencia» de sus patrocinadores corporativos. Pero, ¿es realmente posible tal independencia? ¿Los conflictos de intereses, la confabulación y las relaciones simbióticas con los patrocinadores corporativos aseguran que dichos programas se mantienen dentro de los límites del status quo institucional? ¿Se puede esperar que los profesores de Mindfulness sean independientes  cuando su sustento depende de los contratos corporativos y de sus cheques de pago? ¿Por qué morder la mano que te da de comer? Aunque los programas de atención plena corporativos se expandieron para investigar las causas y condiciones del estrés y del sufrimiento social, serían tales programas compatibles con los objetivos fundamentales de la maximización del beneficio? Dichos programas, ¿no serían vistos como una amenaza (especialmente si los mejores talentos fueran saliendo de la empresa como resultado de entrenamiento de la mente) a los intereses corporativos en lugar de como un activo?

Todas estas son preguntas abiertas. Resumen los peligros y las posibilidades ‘¿quién sabe?». Confiamos en que cualquier persona que está comprometida con la atención plena estaría de acuerdo en que es imposible anticipar plenamente el cambio. La atención plena es una práctica que nos ayude a cultivar la conciencia de las  habituales y no reconocidas condiciones que dan forma a las motivaciones y consecuencias de nuestras acciones. Es una práctica para ayudarnos a ser receptivos a las fuerzas de la realidad actual, para ayudarnos a hacer y rehacer las decisiones,  para dirigir nuestras acciones atentamente, una y otra vez, con el fin de facilitar cambios para  un futuro más prometedor que pueden o no pueden llegar .

La pregunta abierta «¿quién sabe?», el desafío de cultivar la buena fe en nuestras decisiones y acciones y relaciones con los demás, momento a momento, es el punto de partida para la práctica continua de la atención plena, independientemente de si uno toma un enfoque budista o no. Es nuestra esperanza que los debates sobre la atención plena sean más  conscientes del dilema que plantea la pregunta “¿quién sabe?” Estos debates deberían centrarse en los problemas sistémicos que afectan al bienestar personal. Estos problemas sistémicos, a su vez, suponen ciertos peligros para el futuro desarrollo de la atención plena, y proporcionan el fundamento para que el potencial revolucionario del mindfulness se actualice.

«¿Quién sabe?» es a la vez un obstáculo y una oportunidad. Se convierte en un obstáculo cuando los defensores de la atención plena evocan el ‘¿quién sabe? » como una manera de descartar o eludir los desafíos que suponen el uso individualista, institucional o corporativo de la atención plena. Pero se convierte en una oportunidad cuando los defensores de la atención plena aceptan el “¿quién sabe?» como un enigma compartido para cultivar la hospitalidad intelectual y la buena fe necesaria para el aprendizaje recíproco entre acercamientos budistas y no budistas, y por un futuro prometedor para la atención plena, para un verdadera revolución de la atención plena.

Independientemente de si uno es un practicante religioso o practica desde una orientación secular, la atención plena es una práctica de fe.


(*) Ronald Purser
, Ph.D., es profesor de Management en la Universidad Estatal de San Francisco, USA.

(*) Edwin Ng, Ph.D., es un teórico cultural residente en Melbourne, Australia. Escribe habitualmente sobre el budismo y atención plena en el blog de Religión y Ética del Australian Broadcasting Corp.

Fuente:http://www.salon.com/2015/09/27/corporate_mindfulness_is_bullsht_zen_or_no_zen_youre_working_harder_and_being_paid_less/ Traducción de Jesús David Zarza, revisión de Dokushô Villalba, para el blog Atención Plena & Ciencias Contemplativas: http://www.atencionplenaycienciascontemplativas.blogspot.com.ar/

[1] http://content.time.com/time/covers/0,16641,20140203,00.html

[2] http://time.com/1556/the-mindful-revolution/

[3] http://dealbook.nytimes.com/2015/01/21/amid-the-chattering-of-the-global-elite-a-silent-interlude/?_r=1

[4]http://www.businessnewsdaily.com/2267-workplace-stress-health-epidemic-perventable-employee-assistance-programs.html

[5] http://www.gallup.com/businessjournal/162953/tackle-employees-stagnating-engagement.aspx

[6] http://www.versobooks.com/books/1845-the-new-prophets-of-capital

[7] http://www.davidgelles.com/

[8]http://www.nytimes.com/2015/08/16/technology/inside-amazon-wrestling-big-ideas-in-a-bruising-workplace.html

[9] http://www.davidsmail.info/introfra.htm

[10] http://www.gsb.stanford.edu/insights/why-your-workplace-might-be-killing-you

[11]http://www.theguardian.com/books/2015/jan/22/the-wellness-syndrome-carl-cederstrom-andre-spicer-persuasive-diagnosis

[12]http://www.theatlantic.com/business/archive/2015/03/corporations-newest-productivity-hack-meditation/387286/

[13] http://religiondispatches.org/american-buddhism-beyond-the-search-for-inner-peace/

[14] http://flame.cgu.edu/featured/jeremy-hunter/

[15] http://jeremyhunter.net/wp-content/uploads/2013/02/Mindful-Is-Mindfulness-Good-for-Business.pdf

[16] http://www.macleans.ca/society/life/the-battle-for-buddha/

[17] http://www.bloomberg.com/news/articles/2014-05-28/to-make-killing-on-wall-street-start-meditating

[18] http://knowledge.wharton.upenn.edu/article/why-mindfulness-and-meditation-are-good-for-business/

[19] http://www.startribune.com/mindfulness-arrives-in-the-twin-cities-workplace/233176121/

[20] http://nomosjournal.org/2013/08/searching-for-integrity/

[21] http://dealbook.nytimes.com/2015/01/21/amid-the-chattering-of-the-global-elite-a-silent-interlude/?r=0

De la meditación, sus recursos y la conciencia.

La vida es un gran río en rápido movimiento y todo su curso está sujeto a la fuerza de su poder. Nuestro condicionamiento a hacer en lugar de ser es implacable: Sobrevivir y autolimitarnos. Esto nos conduce a sufrir en muchos niveles. La práctica de la meditación es una oportunidad para actuar de forma revolucionaria y radical, para ir contra la corriente de nuestro condicionamiento con el fin de aliviar el sufrimiento, ser compasivos y cultivar el verdadero bienestar.

Meditar significa parar y tomar conciencia de nuestro estado interno, conectar con la bondad y la compasión profunda para dar nacimiento a un espacio de conciencia donde hablar y actuar se desarrolla con amabilidad y consideración por uno mismo y los demás seres.

La meditación cultiva el espacio entre el estímulo y la respuesta para desarrollarnos en nuestra verdadera libertad, un espacio abierto donde podemos ser testigos de los condicionamientos que afectan nuestro juicio y capacidad para adaptarnos a las situaciones con dignidad y autorrespeto. Al darnos cuenta, la primera respuesta es no causar daño a los demás ni a nosotros mismos.

Probablemente la felicidad sea una búsqueda equivocada y vivir con bienestar existencial se trate de estar completamente vivos en el presente, con aceptación y sin resistencias de ningún tipo. Cultivar el coraje y la perseverancia para aprender a convivir con la incomodidad de la incertidumbre, el dolor o la pérdida y confiar en que la impermanencia tiene su propia lógica.

Si cada uno de nosotros nos hiciéramos cargo de lo que pensamos, hablamos y actuamos, el impacto en la comunidad que integramos sería ilimitado. El mundo estaría impregnado de compasión, bondad y complementación para crear juntos en lugar de unos contra otros para superarnos en competencias y reconocimiento. Creo en un mundo donde podamos expresar nuestra individualidad honrando y respetando nuestras diferencias y enriqueciéndonos espiritualmente en la diversidad.

La mejor manera de influir sobre los demás es modelar la propia conciencia con amor y libertad para expresarlo a través de nuestro comportamiento. Si creemos que el camino espiritual es fácil y rápido de implementar como seguir un método o las instrucciones de un manual, no vamos a estar preparados para el trabajo real y la transformación genuina. Todo lo que es falso en nosotros, las barreras y defensas emocionales que ya no son útiles y las creencias limitantes deben caer y dejar de ser el filtro con el que transitamos la vida para fluir en el constante cambio que la inunda. Los verdaderos tesoros ocultos son los que se pueden descubrir sólo a través del compromiso sostenido con el cambio.

No hay una fórmula ganadora ni una talla única para el proceso, el camino es misterioso, complejo y totalmente individual. Sin sermones acerca de teorías de lo correcto y mucho más experimentando una forma diferente de estar con y para los demás desde el centro de uno mismo. Estar juntos de esta manera es posible: Presentes, abiertos, atentos, cálidos y disponibles.

Puedo dar fe que el viaje interior nutre y crea satisfacción por sí mismo con una sensación cotidiana de riqueza y plenitud.

Del renunciar a la urgencia y vivir cada instante.

El descuido del momento presente en favor de otros que todavía están por llegar es un hábito que conduce directamente a una falta de conciencia que lo impregna todo. Nos volvemos ciegos a la red de la vida en la que nos encontramos. Simplemente dejamos de percibirlo, inconscientes y sin comprender cómo nuestra mente, sus hábitos y sus creencias influyen en nuestras percepciones y acciones. Sin darnos cuenta limitamos también nuestra perspectiva acerca de lo que significa ser una persona y de cómo estamos conectados los unos con los otros y con el mundo que nos rodea. Ese afán incansable de huir de la insatisfacción y no parar de desear que algo sea diferente nos desconecta.
El esfuerzo por cultivar nuestra capacidad por estar disciplinadamente en el presente más allá de las distracciones es una práctica meditativa en sí misma.
Solo es parar y observar. Morir deliberadamente a la urgencia. Por lo simple parece fácil aunque no lo es. Pero es una de esas cosas que vale la pena.

“Dime, estudiante, ¿qué es Dios? Dios es la respiración que hay dentro de la respiración” (Kabir)

La respiración es la forma primordial de conectarnos con el presente y por eso es muy utilizada como foco en el cual poner atención para recuperar el ahora del que tratamos inconscientemente de huir. Intenta permanecer en la inspiración a medida que entra en el cuerpo y en la espiración a medida que sale, manteniendo la mente abierta y libre durante este instante, solamente durante esta respiración. Deja a un lado toda idea de querer llegar a algún lugar o de querer que algo ocurra. Simplemente regresa una y otra vez a la respiración cuando la mente se disperse dando creación al entramado de momentos de plenitud en la atención, respiración tras respiración. Practica y practica, no dejes de hacerlo porque volverás a la dispersión que te hace vivir atontado en superficialidad de la vida.

¡Mira! ¡Estoy junto a ti!
No estoy en los templos, ni en las mezquitas
Tampoco estoy en los ritos, ni en las ceremonias,

Si eres un verdadero buscador, ahora mismo, de inmediato, sin dilación,
puedes verme.

Dice Kabir:
«Dios es el aliento de todo lo que respira».

De la meditación vipassana y el mindfulness.

VIPASSANA BHAVANA

(por Ramiro Calle)

Estos son los dos términos originales para denominar la meditación vipassana. Por snobismo y ese afán de abrazar términos en inglés, se ha hablado ultimamente del llamado mindfulness, en lugar de utilizar los vocablos en castellano «atención plena» o también atención consciente o atención pura. Incluso han surgido individuos que se arrogan la invención de este milenario sistema de cultivo de la atención mental y se presentan como abanderados del mismo, primero en Estados Unidos (que ha demostrado una capacidad sin igual para deformar y distorsionar las enseñanzas espirituales orinentales) y después en otros países, sin faltar el nuestro. Las tradiciones auténticas son joyas, en tanto que los sucedáneos son bisutería. Los neoyogas, neovedantas, neotantras y el mindfulness tienen muy poco de yoga, vedanta, trantra y vipassana.

El término vipassana debe ser entendido como intuición, repentina capacidad de la realidad, experiencia directa o supraconsciente, clara visión interior o sabiduría (ver las cosas como son desde la pureza de la mente). Tambien se puede trasladar al castellano como  visión penetrante o visión justa o cabal. Lo esencial es tener bien presente lo que vipassana significa: aprehensión directa de la realidad, de lo que es tal y como es. Reporta una comprensión intuitiva que produce transformaciones profundas e irreversibles en uno mismo. Nianatiloka (un monje budista  alemán, a años luz de todos los que hoy se hacen pasar por los «representantes» del mindfulness) dijo al respecto: «Vipassana es la luz intuitiva que brota como una relámpago revelando la verdad de la impermanencia, el sufrimiento y la naturaleza impersonal e insustancial de todos los fenómenos de la existencia, tanto físicos como mentales».  Es la senda hacia la Liberación. Claro que a  muchas personas no les interesa lo más mínimo la Liberación, y menos el desapego o la visión de que todo es impermamente, y prefieren servirse del mindfulness incluso para crear más apegos, aferrarse a éxitos, desestresarse un poco o vivir el momento presente con actitud más hedonista, y además desoyendo los otros dos pilares del entrenamiento mental, como es la disciplina ética y  la del desarrollo de la Sabiduría. No se trata solo de estar más atento (un ladrón lo está como nadie), sino de seguir el triple entrenamiento: ética, concentracion y Sabiduría.

Para el cultivo y desarrollo de este especial tipo dé visión transformativa que es vipassana, por un lado la persona se sirve de la práctica de un tipo definido de meditación (meditación vipassana o vipassana bhavana) y por otro del estar más consciente y vigilante a la mente, la palabra y las actividades que se llevan a cabo. Mediante el entrenamiento metódico se van descorriendo los velos de la mente que distorsionan la realidad, tales como el interpretativo, el reactivo, el egocéntrico y el imaginativo. La técnica del vipassana no deja absolutamente nada al azar. La meditación consiste en observar muy atenta, ecuánime y arreactivamente los procesos físicos y mentales en uno. Se complementa la meditación permaneciendo después más atento a lo que se hace. La atención pura es la que está libre de juicios y prejuicios y se limita a captar. Mediante la práctica se va reorganizando la vida psíquica y se van debilitando las tendencias insanas de la mente. Como vemos es mucho más que desestrearse, ser más brillante en una reunión de negocios o aferrarse hedonisticamente más al aqui y ahora.  Los «golpes de luz» o intuiciones que provoca la meditación vipassana, irán mutando la psiquis y desarrollando otra forma de contemplar las cosas, sin tantas reacciones desorbitadas y neuróticas. Se recobra un tipo de visión esclarecedora y que permite la eliminación de la ofuscación, la avidez y el odio.

Los temas o soportes de la  meditación vipassana son numerosos. El lector interesado en este tipo de disciplina, no debe dejar de consultar el Sutra de la Atención (Satipathana-Sutta), una verdadera joya y un texto indispensable para darse cuenta realmente de la trascendencia de este sistema, lamentablemente simplificado por algunos hasta lo grotesco e inexcusable. Y para los que de verdad quieran profundizar en el tema de la atención, son de inexcusable lectura las obras del monje alemán Nyanaponika Thera, al que durante años estuve acudiendo a visitar a su eremitorio en Sri Lanka y que ha sido la persona que más y mejor ha profundizado en este tema, siendo un verdadero sabio. Comparadas con las suyas las obras que hoy se escriben sobre midfulness, éstas resultan de una simpleza inexcusable. Quien quiera profundizar de verdad en el apasionante campo de la atención consciente, qeu no deje de explorar su obra «El Poder de la Atención» (Editorial Ela), con una fiel y magistral traducción de Almudena Hauríe Mena.