¿Cuántas veces tomamos decisiones pensando que hacemos lo correcto sin medir el dolor que podemos estar causando a otros? ¿Cuántas veces convertimos en nuestro guía al déspota insaciable, a ese pequeño demonio interno que siempre encuentra sus razones y argumentos para salirse con la suya?
Cuando el ego secuestra la conciencia somos capaces de cualquier interpretación que justifique las creencias temporales, esas que nos hacen sentir algo parecido a la libertad y en realidad nos someten y acorralan en la prisión de nuestra mente. Mantenerse despierto, atento al enfoque que le damos a lo que pasa y nuestra relación con eso, es una tarea a tiempo completo, no podemos tomarnos vacaciones de ser. Son variadas y a veces escandalosamente seductoras las razones que nos damos para justificar acciones erróneas. La culpa aparece entonces como un atenuante, un indicador que enciende la luz de la conciencia. De qué tan atentos nos mantengamos depende el color que veamos en esa luz. No le demos ventaja a ese pequeño demonio. Porque hay una verdad eterna, un camino correcto que nos devuelve la paz y se expresa a través de la voz interna que susurra sin imponerse, sin violencia.
«El que sacrifica su conciencia a la ambición, quema una foto para obtener cenizas.» (Proverbio chino)
Confluir en la Naturaleza Profunda 
El camino hacia la verdad esta surcado por mojones que se llaman, atencion plena,despertar, conciencia alerta y el unico que los puede cuantificar es el ego.En nuestra dimension no hay parametros verdaderos que lo puedan hacer y en esa aceptacion, emerge la humildad