De búsquedas, de espiritualidad, de preguntas, de misterios.

Pedro, mi amigo el Gurú del Gym, es un sujeto cercano, sensato, muy aterrizado. Solemos mantener conversaciones amenas alrededor de cuestiones cotidianas sobre las que generalmente encontramos puntos de encuentro. La ventaja de dialogar con él es que no tiene la necesidad imperiosa de imponer su punto de vista ni de tener razón. Como buen pensador y buscador de la verdad siempre está atento a aquello que llega a su presente para enriquecerlo y volverlo más sabio.

Café mediante, en el improvisado bar del Templo de los Fierros, solemos hablar sobre la dimensión espiritual de la existencia humana con apasionamiento y encontrando profundidad en la reflexión para demostrarnos que no es el lugar, ni el ambiente, ni las condiciones sino la intención y el deseo profundo de vivir la espiritualidad compartida, lo que nos lleva a estar más allá del desafío de la música y  la superficialidad aparente.

Hoy compartíamos miradas sobre religión y espiritualidad, por estos días, uno de mis temas favoritos. Luego del segundo café expresso, mi retórica se afirmó en el relato de mi exploración: «Casi sin darnos cuenta podemos construir nuestro propio dogma personal, ese que provoca que todo lo que se aparte al sistema de creencias propio, construido con rigurosa meticulosidad a lo largo de la búsqueda de respuestas sea erróneo o simple ignorancia. Porque parece increíble cómo cambiamos el traje mundano por el espiritual para teñir nuestras afirmaciones con falsas certezas disfrazadas de verdades. Son muchas las veces que nos sorprendemos diciendo que algo es indiscutible simplemente porque deseamos que no se cuestione, amparándonos en una evidencia no existente, casi olvidando que lo evidente debería ser el resultado de algo. Es muy humano contar con algunas certezas para vivir, pero esa necesidad descontrolada nos lleva a veces a reducir un testimonio a la categoría de verdadero cuando solo nos parece. Aún con la intención más honesta, conviene no presumir de la presunción disfrazada de auténtica verdad. Somos influidos de múltiples formas por nuestras convicciones y concepciones de la realidad para construir el pensamiento que da amparo a aquello que nos parece. Siendo estos temas tan difíciles de abordar y explicar con claridad a través de limitación del lenguaje, se suele esgrimir como garantía de legitimidad la experiencia espiritual, cuando en realidad, se trata de un relato que nos reafirma y nos da seguridad. Pretender que los demás acuerden porque para nosotros no admite dudas es tan inapropiado como considerar que los otros no lo ven por su propia ceguera. Influir emocionalmente en el otro, es también un recurso muy humano para lograr el rápido consenso que evite debatir ideas y reducir a indiscutible una inquietante visión que carece certeza.»

Pedro suele dejarme sin palabras (algo no muy frecuente ni sencillo…) y hoy fue contundente y hasta casi poético: «Amiga querida, aún no hay persona que tenga La Gran Respuesta ni tampoco ninguna doctrina se volvió la única posible como verdad definitiva. La vida misma no es una pregunta que sea necesario responder o una idea pensada a ser transmitida sino un misterio para ser vivido por el único protagonista posible para cada uno: ese que somos. La espiritualidad viable en este tiempo deberá ser necesariamente inclusiva, integrativa, sin ataduras a dogmas o idiologías, que invite a hacerse preguntas, a la investigación que traiga transparencia sin verdades incuestionables ni basada en algún tipo de información de privilegio o clasificada. Una espiritualidad honesta que reúna en comunidad a almas encarnadas que sufren, tienen miedo, que viven su humanidad sin negar sus emociones, que no excluya ni divida entre «ellos y nosotros». Una espiritualidad sin fundamentalismos, sin interpretaciones cegadoras de nuestra naturaleza y que abrace la necesidad de amor sin condicionamientos. Una espiritualidad que, con la humildad del aprendiz acepte, tolere y conviva con la falta de comprensión y el misterio, para el estado de conciencia del hoy, orientando la búsqueda a un amanecer que nos hermane.»

Casi de inmediato, terminó su vaso de agua sin gas, se puso sus anteojos de sol y se marchó rumbo al ascensor…

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2 comentarios en “De búsquedas, de espiritualidad, de preguntas, de misterios.

  1. Indiscutiblemente Pedro es un sabio pero convengamos que por esa misma razon comparte con quien busca algo mas que fortalecer sus gluteos. Si asi no fuera, negaria esa condicion comportandose de forma insensata e inadecuada.El sabio no es excluyente como el dogmatico pero discierne con quien compartir sin dejar de aceptar,apreciar y dignificar a quien no le interese reflexionar libremente. Es frecuente observar a aquellos que defienden sus creencias a ultranza retroalimentandose con las mismas, desvalorizando lo diferente y rehusando al gran desafio de la reflexion con tolerancia y respeto, Pienso que conciente o inconcientemente o les falta recursos para ello o estan obteniendo algun «beneficio» como producto de esa actitud.

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